POLÍTICA
¿Qué significa ser ‘gente de bien’?
La frase, que ha tomado relevancia en medio del paro, no surgió ahora y evidencia la profunda división política y social que vive el país.
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En medio del paro nacional hay una frase que ha quedado retumbando en el aire y que ha despertado polémica entre distintos sectores: “La gente de bien”. Pero, ¿de quiénes se trata?
Para algunos es una categoría que representa actuar bajo los parámetros de la ley, defender la institucionalidad, la fuerza legítima del Estado y que la democracia funcione correctamente.
Sin embargo, hay un sector que desde otra orilla cuestiona esta categoría y la relaciona con una élite, muchas veces empresarial, que es estigmatizada como algo malo. También es usada para encasillar a personas que actúan en defensa propia.
Lo cierto es que esta frase ha generado una profunda división entre dos sectores claramente marcados por la política: el uribismo y el petrismo, que son las dos corrientes que más despiertan pasiones en el país. La frase también tiene un trasfondo económico y social, pero el que más predomina es el político.
Por un lado, quienes defienden las instituciones y respaldan la legitimidad de la fuerza pública se han denominado “gente de bien”, porque dicen que cumplen las reglas. Mientras que por el otro lado consideran que como no están representados por este sector, y buscan imponer su verdad, tratan de desconocerla y tratarla con ironía.
“Este traquetismo, ciudadanos del sur de Cali, no es de ‘gente de bien’, la gente de bien no tiene fusiles en sus casas, tiene libros y amor para sus hijos”, aseguró Gustavo Petro sobre la frase. El trino del senador causó el disgusto de varios usuarios, especialmente caleños, quienes le reclamaron por relacionarlos con una cultura del narcotráfico que tanto daño le ha hecho a la ciudad y al país.
Según antropólogos consultados por SEMANA, desde la década de los años 90 se utilizaba la frase o algunas expresiones similares, dando a entender que las “personas de bien” o “correctas”, incluso “divinamente” era quienes trabajaban y se regían bajo la ley. Es cierto también que esta es una expresión muy centralista, incluso bogotana, que se ha ido expandiendo, pero que principalmente se acoge en las principales ciudades.
Una alerta que genera es que desde entonces despierta cierta división que puede derivar en una lucha de clases, como ha salido a relucir en medio del paro. Hay un sector al que le conviene marcar esa diferencia para sacar réditos políticos.
Otra alerta que genera la frase es que si se habla de “gente de bien”, ¿entonces los demás serían “gente de mal”? Por eso, hay quienes piden no hablar de “gente de bien” o “gente de mal”, sino simplemente de gente, sabiendo que todas las personas cometen errores y tienen virtudes, en mayor o menor medida. Lo que es claro es que quienes infrinjan las leyes tienen que asumir las consecuencias sancionatorias, sin importar su ideología.
“Gente de bien” se ha usado en otros espacios. Por ejemplo, en 2014 el cineasta Franco Loli estrenó una película con ese nombre, en la que busca retratar la historia de un niño de 13 años, de pocos recursos, que termina compartiendo momentos con una familia de estrato medio alto. Esto genera un conflicto por la diferencia cultural y económica.
El embajador de Alemania en Colombia, Peter Ptassek, hizo una reflexión sobre la frase. “La gente de bien, ¿quién es? ¿La que acata leyes, paga impuestos, tiene empatía con los vulnerables, protege el medioambiente, promueve la paz, defensora de DD. HH. y de la sociedad civil, no vandaliza ni acaba con los bienes públicos? Si esa es la gente de bien, ¡no me la critiquen!”, pidió el diplomático.
La persona que ejemplifica el embajador alemán claramente sería un colombiano ideal, un ejemplo para toda la sociedad. Pero más allá de “gente de bien”, lo que debería haber en estos momentos de crisis son personas que respeten las leyes, valoren la institucionalidad, los recursos, que no vandalicen, que apoyen o generen empleo, entre otros valores que podrían contribuir a salir adelante de la situación en la que está el país, y no ser parte de un discurso de odio que solo beneficia a unos pocos.