Elecciones 2026
Radiografía del ascenso de las “ultraderechas” en América Latina: experto vaticina qué podría pasar en la segunda vuelta electoral en Chile
SEMANA también habló con Cristóbal Rovira, reconocido profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sobre las fisuras en las democracias. Esta es su mirada.
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Cristóbal Rovira es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Chile, director del Laboratorio para el Estudio de la Ultra Derecha (ultra-lab), doctor en ciencia política en la Universidad Humboldt de Berlín y autor de varios libros en los que aborda temas como el populismo, la democracia y las ultra derechas, un movimiento político que cada vez toma más fuerza en América Latina.
SEMANA: Profesor, ¿cuál es la lectura que usted hace sobre la situación de la democracia representativa en América Latina?
Cristóbal Rovira: América Latina es similar a lo que estamos viendo en otras partes del mundo, ese escenario está marcado por lo que en inglés se llama como ‘backsliding’, que es un proceso de erosión democrática en cámara lenta y viene fundamentalmente de la mano de actores políticos que están dentro del sistema que, vale decir, son personas que salen electas en elecciones libres y limpias, pero una vez conquistan el poder empiezan a hacer reformas graduales que empiezan en dañar el sistema democrático desde adentro.

Trump, en Estados Unidos, es un ejemplo paradigmático, pero hemos visto que también está llegando en América Latina, con el caso de Bukele en El Salvador, Bolsonaro en Brasil, el caso de Argentina y ahora en Chile, donde tenemos elecciones (este fin de semana), diría que lo más probable es que también un actor similar con una agenda de ultraderecha, como José Antonio Kast, en caso salir electo, el temor es que esto avance en esa dirección de un intento gradual de erosión democrática.
Semana: ¿Qué significaría para el continente que el candidato Kast llegue al poder en Chile?
C.R.: Creo que hay dos lecturas, una de ellas más chilena y otra más latinoamericana. Esta última mostraría una vez más el ascenso de estas ultraderechas y sus capacidades de obtener suficiente caudal de votos para ganar en segunda vuelta electoral. Es similar a lo que pasó en Argentina, similar a lo que pasó en Brasil, y eso va de la mano con la debilidad que estamos viendo de las derechas convencionales, que se desdibujan, y quienes crecen a costa de las Derechas convencionales terminan siendo las ultraderecha, una primera lectura refuerza esta idea de quienes ganan las competencias electorales son las ultraderecha y quienes pierden son las derechas convencionales.
Y en el nivel más chileno yo creo que también hay un mensaje que es importante y es que la derecha chilena en sus orígenes, estoy pensando a inicio de los años 90, era una derecha con credenciales no muy democráticas porque provenía del régimen autoritario de Pinochet, pero a largo del tiempo la derecha chilena se fue moderando programáticamente, uno de los figuras claves fue Sebastián Piñera, quien fue presidente dos veces, y hay actores dentro de la derecha convencional que se sintieron incómodos con ese proceso de moderación programática, siendo José Antonio Kast una de las figuras claves y por lo mismo rompe con la derecha convencional y decide defender su propia postura más radical por fuera.
El temor que yo veo es que el impacto que podría tener José Antonio Kast es que haga que la derecha convencional, de donde él viene, vuelva a girar a sus orígenes, que son orígenes claramente más autoritarios y poco democráticos.
SEMANA: Se dice que hay una implosión de la democracia en la región, ¿por qué? ¿Quiénes son los responsables?
C. R.: Yo creo que en la región, lo que nosotros tuvimos fue primero que nada lo que se llamó el giro a la izquierda, que en la gran mayoría de los países de América Latina vimos como gobiernos del centro izquierda o de izquierda más radical lograron conquistar el poder expresando sobre todo en la primera década de los 2000.
Ahí lo que vimos fue unos proyectos de izquierda claramente más radical y no democráticos como en el caso del chavismo en Venezuela, el caso de Rafael Correa en Ecuador, creo que son los más emblemáticos, y también vimos cómo aparecieron izquierdas con credenciales democráticas muy claras como son el caso de Lula da Silva en Brasil y el Partido de los trabajadores, partidos socialista en Chile con su nueva vertiente, que es el frente Amplio.
Lo que vimos después son variaciones de distintas izquierdas, y lo que observo es que esa izquierda es más autoritaria y radical que por cierto daño a los sistemas democráticos en países como Venezuela o en Ecuador en su momento, pero que se han ido recuperando, que han hecho una mella en el sistema democrático por supuesto que sí, pero mi lectura es que los actores de la izquierda que han logrado perdurar en el sistema son actores que tienen credenciales democráticas, estoy pensando en los casos brasileños, chileno, uruguayo y desde ese punto de vista me asusta más lo que está pasando con las ultraderechas porque parte de este fenómeno, que es global, también está aterrizando en el contexto latinoamericano.
SEMANA: ¿Cómo se puede detener ese fenómeno?
C.R.: Yo creo que aquí un elemento que no tenemos que pasar de lado es que en América Latina, cuando las ultras derechas ganan el poder, lo hacen en segundas vueltas electorales.
Esto me parece importante porque la evidencia empírica lo que refleja es que las tasas de rechazo a esos líderes son muy altas en Argentina, Brasil y Chile donde nosotros hemos hecho estudios empíricos, lo que nos muestran los datos de opinión pública es que aproximadamente el 60% de las personas están en contra de esos liderazgos.
Por lo mismo, no es casualidad que no ganan las primeras vueltas electorales sino que ganan en las segundas vueltas electorales. ¿Qué es lo que sucede? Que el grueso de los ciudadanos tiene que tomar partido por dos opciones que les disgusta y la pregunta que se hacen es cuál es el mal menor.
Si pensamos en el caso argentino, ¿por qué tantas personas votan a Milei? No porque todos los argentinos sean de ultraderecha sino que porque la alternativa que existía era un candidato del gobierno incumbente de izquierda con una tasa de inflación del 200% y las personas lo que querían hacer era castigar a ese incumbente.
Creo que lo primero que hay que hacer es reconsiderar esa idea de que las ultraderechas no son mayoritarias, llegan al poder en segundas vueltas electorales porque logran convencer a segmentos de la ciudadanía de que ellos son los males menores, pero una vez llegan al poder, la gran pregunta es si logran hacer una gobernanza que satisfaga el grueso de la ciudadanía, y en muchas ocasiones no es así; vimos lo que pasó en Brasil, hay que ver qué sucede en Argentina.
Aquí la otra pregunta es cómo se logran establecer alianzas amplias entre distintos actores del espectro político para evitar llegar a la situación donde la ultraderecha tiene el suficiente poder electoral para llegar a pasar a esa segunda vuelta electorales y aquí yo creo que el rol de los partidos de derecha convencionales es central si nosotros observamos los escenarios europeos.
Por ejemplo, ahí lo que vemos es que todavía existen partidos de derecha convencional que hacen lo que se llaman cordón sanitario, que no están dispuestos a colaborar con esas ultraderechas y eso impide que puedan llegar al poder, muy diferente de América Latina, pensemos en el caso de Argentina, donde toda la campaña Milei fue contra la casta política en su conjunto incluyendo al gobierno de Mauricio Macri y 24 horas después, Macri se sienta a negociar y logran una coalición.

Una responsabilidad muy grande también en fortalecer partidos de derecha convencional que tengan esa credenciales democrática y que no estén dispuestas a trazar esos principios con las ultraderechas.
SEMANA: Se avizoran elecciones en Chile, Perú, Brasil y Colombia ¿cómo está el comportamiento de los votantes?
De los datos que uno observa en Colombia, y que no son tan diferentes en ese sentido a lo que pasa en otras partes de América Latina, es que no es del todo evidente ni que en Colombia ni que en el resto de los países latinoamericanos tengamos gran cantidad de votantes que estén o hacia la ultraderecha o hacia la ultra izquierda y lo que tenemos es que el grueso de los ciudadanos tienden a tener posiciones más bien centristas, en una serie de políticas respecto a estado del mercado, disputas morales.
Una vez la campaña política empieza a ganar tracción, parte del debate empieza a ser cómo al centro se le entregan esos mensajes para que el electorado se termine posicionado hacia una postura o no.
Lo que hemos visto es que en muchos países, la ultraderecha tiene una habilidad para conectar con determinadas demandas ciudadanas que pueden terminar siendo transversales.
En el caso chileno, el candidato de ultra derecha ha conectado muy bien con una demanda de seguridad ciudadana, transversal al electorado, no obstante, si uno analiza las preferencias electorales chilenas, se trata de un votante que en general trata de estar más bien al centro y que inclusive en varias cosas tiende a ser bastante progresista como en estado mercado y en temas morales.
SEMANA: ¿Por qué tanta polarización en el discurso político y cómo un votante puede identificar candidatos con discursos populistas extremos?
C.R.: Yo creo que hoy en día lo que sabemos es que los sistemas democráticos, por lo general, están muriendo en cámara lenta, a diferencia de lo que pasaba antiguamente que teníamos golpes de Estado.
Si uno analiza el discurso y la práctica de algunos de estos líderes, creo que hay varias luces rojas, creo que nos llaman la atención y los votantes pueden detectar, una de ellas es que estos actores no aceptan las reglas del juego democractico.
Pensemos en el tema de la legitimidad, por ejemplo la famosa entrevista a Donald Trump un día antes de la elección, le pregunta un periodista si va a respetar los resultados electorales y él le responde: “Te voy a responder mañana”, con lo cual le está diciendo, si voy a ganar las elecciones voy a decir que está bien, pero las perdí voy a decir que el sistema es fraudulento.
Esa es una señal muy alerta de que estamos al frente de un tipo de liderazgo que no tiene esas credenciales democráticas.
La otra señal es que hay una negación sistemática a la legitimidad de los adversarios políticos, lo que hacen este tipo de personas es negar la existencia de esa otra persona o partido político, pensemos en los casos de incitación de la violencia en Estados Unidos. Eso es otra señal de alerta cuando estamos ante estos actores.
Otra luz roja que vemos mucho es que muchas veces van a tener discursos y cuando llegan al poder se transforman en práctica de restringir libertades civiles fundamentalmente contra la oposición y en contra de los medios de comunicación, terminan siendo actores que van a poner en tela de juicio parte de los discursos que levantan este tipo de liderazgos.
SEMANA: Definitivamente el factor Trump parece tener incidencia en el panorama electoral de la región, ¿cómo ve el rol del presidente norteamericano con miras a las elecciones presidenciales que se avecinan en América latina?
C.R.: Muy buena pregunta porque conecta con un debate que yo creo que está bastante establecido a nivel académico y es que sabemos que cuando las democracias logran perdurar a lo largo del tiempo obedecen no solo a factores internos, vale decir a que existan fuerzas políticas que están dispuestas a respetar las reglas del juego democrático, sino que también a nivel internacional existe una arquitectura que favorezca las reglas del juego democrático.
Si pensamos porque se expanden los sistemas democráticos después de la caída del muro de Berlín en gran parte es porque tenemos un giro a nivel internacional de apoyos en los regímenes democráticos por parte de la comunidad Europea, de Estados Unidos, de organismos internacionales, que refuerzan ese tipo de prácticas.
Hoy en día yo creo que parte de los motivos por los cuales la democracia está entrando en crisis es porque internamente tenemos actores que están dispuestos a erosionar la democracia una vez que salen electos, figuras de ultra derecha que hemos conversado, pero también porque a nivel internacional estamos viendo cambios dramáticos, uno de ellos es el caso de Estados Unidos.
Estados Unidos está volviendo a un tipo de política internacional que claramente no vea la democracia como las únicas reglas del juego sino que está dispuesto a trazar los principios democráticos para poder avanzar cuáles es su agenda y esto yo creo que afecta particularmente al continente latinoamericano y el ejemplo paradigmático es la situación de Venezuela.
Yo creo que no hay duda de que Venezuela dejó de ser una democracia, pero de ahí a utilizar cualquier tipo de medio para tratar de sacar el gobierno de Nicolás Maduro del poder, yo creo que eso puede tener consecuencias nefastas para el sistema latinoamericano en su conjunto porque hoy día de hoy es Venezuela, pero el día de mañana puede ser Brasil, pasado mañana puede ser Colombia y después Chile.
Eso sería volver a una época que por tiempo pensamos olvidada, donde Estados Unidos no interfendría en las relaciones de manera directa en las relaciones al interior de América Latina y ese claramente es un escenario preocupante porque estamos viendo que va a tener un impacto en Latinoamerica.


