Home

On Line

Artículo

Literatura

Al diablo la maldita primavera

La semana pasada salió a la venta <i>Al diablo la maldita primavera</i>, novela ganadora del Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá, del escritor vallenato Alonso Sánchez. Semana.com habló con él sobre su obra y la fuerte polémica que ha generado.

1 de marzo de 2003

Semana.com: ¿Por qué el título de la obra?

Alonso Sánchez:El título proviene de la obra misma. Al diablo la maldita primavera, como yo la defino, no es más que una novela que habla sobre la insistencia de la soledad. La Maldita primavera -que es un eufemismo para amor- es el nombre de una canción de los años 80 de la cantante mexicana Yuri. La usé por dos razones: primero, porque los travestis en sus shows suelen interpretar canciones dramáticas de baladistas iberoamericanos. Es por eso que, además, el protagonista canta algunos otros temas dentro de la obra como Se nos rompió el amor, de Rocío Jurado; Así fue, de Isabel Pantoja; La guirnalda, de Rocío Durcal; y otras que de momento se me escapan. La segunda razón es porque la canción, de alguna manera, resume el drama del protagonista. La letra dice Que importa si, para enamorarme basta una hora, pasa ligero, la maldita primavera, pasa ligero, ya muy pronto volverá, que es similar a lo que le pasa a Edwin: se enamora una noche y al día siguiente ya lo han abandonado. Por eso, la última frase de la novela, es casi un resumen en el que él más o menos manda el amor al carajo y decide no volver a preocuparse por el tema. De ahí que mande al diablo la maldita la primavera.

Semana.com: ¿Por qué escogió el monólogo? ¿Es acaso una autobiografía?

A.S.:Como todos los autores -y es algo que se aprecia mucho en las memorias de Gabo- todos los escritores dejamos algo propio en nuestras historias. A veces más, a veces menos. Aquí, la verdad, hay menos de autobiográfico de lo que algunos suponen, aunque no deja de ser motivo de orgullo que piensen que así es pues tengo claro que una de las cosas que debe producir una novela es que sea creíble, que los personajes sean completamente verosímiles, así que cuando me preguntan si es autobiográfica me causa bastante satisfacción porque creo que la obra consigue ese objetivo. De Al diablo?, que está dividida en dos partes, te diré, por ejemplo, que la segunda parte es total y absolutamente ficción, en tanto en la primera me valgo de algunas anécdotas -bien sea personales, de amigos o de amigos de los amigos- para la construcción del personaje que, como se ve, le dedico más importancia que a la trama en sí, es decir, para mí era mucho más importante la arquitectura del personaje que la historia contada. Lo que sucede también es que al hablar en primera persona, que es este el caso, se cae en cierta ambigüedad.

Semana.com: ¿A quién está dedicada?

A.S.:La novela es un homenaje a mis amigos y, más que a ellos, a una época determinada que vivimos juntos. Está dedicada, eso sí, a uno de mis amigos más cercanos quien, desafortunadamente, murió hace un par de años.

Semana.com:¿Alguna visión en particular lo rondó por algún tiempo para elegir el tema?

A.S.:La verdad, nunca pensé en escribir sobre el tema. De hecho, esta novela fue lo primero que escribí al respecto.

Lo único que puedo decir es que, de alguna manera, yo creo que simplemente hice la labor de notario o, llamemos mejor, de escribiente. En algunas ocasiones, de hecho, yo sentía -y creo que es notorio en la obra- que las cosas fluían muy fácilmente simplemente porque era como si "alguien" me las estuviera dictando. De ahí que haya necesitado sólo tres meses para escribir más de 450 páginas, que eran las iniciales. Demoré mucho más tiempo editando todo lo escrito: cerca de un año, porque nunca es fácil cortar una historia que a uno le gusta.

Semana.com:¿Por qué cree que se dice que su novela es fuerte. Por el tema de la homosexualidad o por el lenguaje utilizado?

A.S.:La primera vez que tuve ocasión de hablar con el escritor y crítico literario R.H. Moreno Durán, quien fue jurado del Premio, me comentó que al término de la primera página ya él tenía totalmente claro que esa novela era la ganadora. Yo le pregunté por qué él creía que las editoriales se hubiesen negado a publicarla, siendo así de buena como para juzgarla desde el inicio. R.H. contestó que ese lenguaje, utilizado con cualquier otro tema, era un éxito editorial donde lo pusieran.

En realidad, yo creo que lo que la hace fuerte es la mezcla de ambas cosas. De una parte, el tema no deja de causar escozor en algunos círculos. El mismo Moreno Durán, en el concepto literario que escribió sobre la obra, anotó una de las frases que a mí más me ha gustado: "Es una obra tan incómoda como exótica". Supongo que esto resume un poco lo que pretendo decir: algunas personas pueden no sólo negarse a leerla simplemente por el hecho del tema sino sentirse muy incómodas al hacerlo. Sobre eso, sólo podría traer a colación una frase de Kundera que dice que la literatura es amoral. En realidad no sólo es amoral sino que además no nos corresponde a los escritores escoger los temas: ellos nos escogen a nosotros. La literatura, a mi juicio, más que los temas es la forma cómo están escritos. De hecho, creo que ya no hay nada sobre lo cual se pueda escribir que ya no esté escrito. Lo importante es la manera como narramos los hechos.

Por eso creo que el lenguaje, al ser tan coloquial, juega enorme importancia. Cuando la comencé a escribir, una de las dos cosas que tuve en mente fue que quería un personaje de ese corte. Nada que ver con el Maurice de E.M. Foster -una de las más importantes letras británicas del siglo XX que se recuerda más por Habitación con vista o Pasaje a la India- o el adolescente ingenuo de Un beso de Dick, del antioqueño Fernando Molano, quien también ganó Premio Nacional en 1992, es decir, no me interesaba un personaje acomplejado por su destino, ni depresivo, ni bobo. Lo quería tal cual resultó: alguien que no se deja de nadie a pesar de ser consciente que sus gustos, más que abrir, cierran todas las puertas posibles.

Esta mezcla del personaje, el lenguaje utilizado por él en su monólogo y la temática tratada con total desparpajo -y hasta orgullo- es lo que hace que algunos consideren la obra como fuerte.

Semana.com: ¿Es una novela urbana?

A.S.:Ciento por ciento. Es una novela que transcurre en todo momento en la ciudad y, más aún, es un personaje que vive EN la ciudad. Jamás me lo imaginaría viviendo en el campo cultivando papas o arreando vacas. Todo lo contrario: es alguien que adora vivir entre rascacielos. Esto se desprende no sólo de las descripciones urbanas sino además del carácter mismo de Edwin: alguien que usa Gucci, Prada, y sabe exactamente la dirección del almacén de Chanel en París no es propiamente alguien interesado en vivir al lado de la abuelita de Caperucita ni mucho menos entre los Tres cerditos.

De otro lado, la novela abunda en referencias topográficas de Bogotá. Desde la primera página, el lector logra ubicarse claramente dentro del espacio de la capital. De ahí que mencione lugares como Chapinero, el Parque Nacional, Pomeriggio, y muchos más.

Semana.com: ¿La tradición oral es prolífica en la provincia. ¿Ha influido en su quehacer literario?

A.S.:He contestado siempre que la mayor influencia literaria que tengo es la tradición oral vallenata. No lo he dudado nunca. Creo que mi pueblo, más que grandes compositores, lo que ha forjado son grandes narradores de historias. García Márquez incluido, así no cante vallenatos. El mismo, de hecho, lo reconoce en sus memorias. Y ese carácter oral es algo que no sólo encontramos en nuestras canciones sino en casi todos los momentos cotidianos: cuando alguien llega en la tardecita a contar los últimos sucesos diarios a la puerta de Carmen Montero, o echa cuentos en alguna parranda, o a la sombra de algún palo'e mango, o en cualquier terraza vespertina, lo único que está dejando claro es nuestra fuerte tradición oral. Por esto siempre he creído que mi pueblo vallenato debe aprender a sentirse orgulloso de nuestra cultura y saber vivir de ella.

Semana.com:¿Tiene varias obras inéditas? ¿Hay un estilo definido y temas predominantes?

A.S.:Creo que el tema siempre será el mismo: la ciudad underground, la ciudad que se habita pero que se desconoce.

En relación con las obras escritas, al momento estoy metido en mi tercera novela. La segunda se desarrolla más entre Bogotá y Cartagena y trabaja más el tema de la juventud actual; y esta última es una especie de zoom del momento narrado en Al diablo la maldita primavera, es decir, es la historia del tránsito entre los gobiernos Mockus-Peñalosa, cuando el segundo heredó la famosa Ley Zanahoria, no existían todavía los ahora llamados clubes, y los jóvenes se enteraban dónde continuaría la fiesta suspendida por decreto al entregarles un flyer a la salida de los rumbeaderos, fiesta que podía ocurrir en un apartamento abandonado del centro de Bogotá, en una bodega en la zona industrial, o en una casa en las goteras de la ciudad. Como se ve, es lo mismo: la Bogotá que trepida en la oscuridad de sus moradores.

Adicionalmente tengo una pequeña colección de cuentos, que es el género al que recurro siempre que tengo que ganarle al viejo cuento de la disciplina.

Semana.com:¿Qué saca a la luz La maldita primavera?

A.S.:La contraportada de la novela dice "deja al descubierto lugares y prácticas sociales del inframundo de la cultura gay en Barranquilla, Bogotá y Nueva York". Esto es cierto, pero es una verdad a medias. La novela no sólo deja ver que existe un mundo dentro del gran mundo -nada nuevo, supongo-: esa quizá sería una manera bastante simplista de leerla. Creo que, tal como lo han recalcado los críticos que la han leído, la obra deja ver dos cosas importantes -que son al tiempo las razones que se esgrimen cuando se dice que "Al diablo la maldita primavera es, sin lugar a dudas, una obra que enriquece la ficción colombiana del presente"-: primero, que literatura y humor no son antónimos, esto es, que el humor bien puede ser utilizado como un elemento literario, en especial cuando se trata de contar una historia triste, un drama tan fuerte como es el del caso. Pero, por sobre todo, saca a la luz un lenguaje totalmente nuevo, fresco si se quiere, un lenguaje juvenil, coloquial, parroquial, espontáneo, fácil de leer.

Alguien me decía el otro día que el lenguaje podría pasar por trivial. Y es cierto, pero hay que aclarar dos cosas: primero, que el personaje protagónico, que es quien narra, es un sibarita cuyo único interés es la belleza, la moda y las alegrías de la vida, y alguien con semejante preocupación no podría hablar en un idioma denso; pero también, segundo, que dentro de toda esa trivialidad no hay duda que este mismo personaje habla con una gran cultura. Lo que pasa es que la "trivializa", que es diferente y que tampoco, en términos literarios, es fácil. Que es exactamente el punto donde entra el humor. Por ejemplo, cuando se menciona un dato histórico como el de que las mujeres bonitas e inteligentes se mandaban a la hoguera en el medioevo por considerarlas brujas, pero se le adiciona un toque de broma, es cierto que la cosa puede verse trivial pero no significa que lo sea. Creo que es el punto de la novela: la conjugación de un lenguaje cotidiano con el humor mamagallístico del que hacemos gala los costeños.

Semana.com:¿Si la obra gira en torno a la homosexualidad de los protagonistas, está intrínseco el tema de la soledad?

A.S.:No rotundo. Creo que la soledad es una insistencia en este personaje, nada más que eso. Y no me interesa ni siquiera entrar a desentrañar su porqué. Simplemente se trata de una persona que aprendió a moverse dentro de ella y no alcanza a encontrar nunca la manera de quitársela de encima. Pero no podemos pensar que por que este personaje tenga específicas características todos los demás homosexuales sean iguales. Grande es el reino del Señor, y hay de todo bajo sus cielos. ¡Por fortuna!

Semana.com:¿La novela es un grito desesperado de una comunidad que clama igualdad y tolerancia en contraposición a la discriminación reinante?

A.S.:¡Jamás! Ni a Edwin Rodríguez Buelvas, como protagonista de la obra, ni a Alonso Sánchez, como notario de sus actos, le afanan tales razones. Nunca la novela pretende convertirse en un reivindicatorio de derechos. Es una historia construida completamente sobre la arquitectura de la literatura, que es lo único que a mí me mueve, lo único que me interesa. Y la literatura, como la entiendo, de lo que trata es de decir algo, y no de contar algo, que es diferente. Escribir por escribir no me interesa, pero mucho menos me interesa aprovechar la escritura para reclamar algo. Para eso hay personas especializadas, y tengo muy claro el viejo dicho de zapatero a tus zapatos.

Semana.com:El protagonista se casa, pero el matrimonio se desbarata por una pelea cotidiana como en cualquier relación y porque uno de los dos le es infiel al otro. ¿Revela las desavenencias comunes entre una pareja gay?

A.S.:Revela las desavenencias comunes entre una pareja cualquiera. En realidad, el matrimonio no se termina por infidelidad: se termina porque uno de los dos no es capaz de asumirlo, que es algo completamente normal en muchísimas relaciones.

Ahora bien, como lo manifesté hace un momento, este es un personaje gay, no es la suma de los gays. Por eso menos podría expresar las "desavenencias comunes en las parejas gays". No puede pensarse que lo que he escrito es el común de la homosexualidad. ¡Gracias a Dios, repito!

Semana.com:¿Qué piensa de la publicación de esta novela en un medio machista?

A.S.:Edwin Rodríguez Buelvas, protagonista de esta novela, me robó mi muletilla preferida: la vida es dura. Que no es una queja ¡ojo! y que creo que cae como anillo al dedo para esta pregunta. Igual podría decir que nadie nos prometió un jardín de rosas, pero hay que sembrarlas.

Semana.com:¿Cuáles son sus autores preferidos?

A.S.:Mi autor preferido es Leandro Díaz: creo que es el mejor narrador de historias, con la más bella poesía, que existe, y ojalá Dios le dé vida por muchos años más. No en vano, lo tomo de referencia varias veces en la novela, incluso desde el epígrafe mismo que es, en sí, el resumen de mi personaje: es elegante, todos la miran y en su tierra tiene fama.

Semana.com:¿Finalmente, la novela se puede conseguir en cualquier librería?

A.S.:Actualmente la novela sólo puede ser adquirida en la librería del IDCT (Plaza de Bolívar de Bogotá) y en Biblos, en la avenida calle 82 con 13, abajito de la Calle T.