Latinoamérica parece condenada a un rol histórico de subordinación y consumo tecnológico. Y los modelos económicos, década tras década, no han hecho más que perpetuarlo. | Foto: istock

TECNOLOGÍA

Colombia, cada vez más rezagada en inteligencia artificial

Estados Unidos y China no paran de anunciar progresos notables en inteligencia artificial, mientras el resto del mundo queda relegado en uno de los campos tecnológicos estratégicos de la economía mundial.

5 de septiembre de 2020

Los colombianos se las ven a diario con algoritmos, a veces muy avanzados, pero no lo saben. Cuando seleccionan una mercancía en una tienda en línea, probablemente un algoritmo implantó en su cabeza la decisión. Cuando se enervan en las redes sociales y redactan una opinión incendiaria, unas líneas de código ocultas les indujeron a hacerlo. Cuando hacen búsquedas en Google y cuando se quejan con el banco en WhatsApp, interactúan con inteligencia artificial. El problema es que esta tecnología no fue desarrollada en el país y sus patentes pertenecen a multinacionales tecnológicas norteamericanas o chinas. La inteligencia artificial (IA) es una de las tecnologías más poderosas en la geopolítica mundial y Colombia, como muchos otros países, está cada más rezagada en esa materia.

La compañía norteamericana OpenAI anunció lo que se considera uno de los saltos más grandes en siete décadas de investigación en inteligencia artificial. El conjunto de algoritmos que componen la plataforma GPT-3 probó condiciones asombrosas de razonamiento de máquina al ser capaz de conversar sobre política o literatura, tejer una historia coherente a partir de una palabra que se le indique, crear código de programación en varios lenguajes y completar diseños iniciados por un humano. Modelos de lenguaje han sido desarrollados desde los años sesenta, pero ninguno como este. Todavía está en versión beta, pero ya los expertos lo consideran uno de los saltos más grandes en la historia de la inteligencia artificial. Para su desempeño se alimentó a GPT-3 con prácticamente todo el conocimiento humano digitalizado (millones de páginas web, Wikipedia y documentos científicos), por lo que el software ocupa 700 GB.

OpenAI es una empresa del conglomerado de innovadoras compañías fundadas por Elon Musk, que también alcanzó notoriedad este año con otras proezas tecnológicas, como el viaje de la nave SpaceX a la Estación Espacial Internacional y Neuralink. China no se queda atrás. Eric Schmidt, expresidente de Google y asesor del Departamento de Defensa en cuestiones tecnológicas, advirtió que China ya supera a Estados Unidos en IA, gracias a una mayor inversión en investigación y desarrollo y más apoyo estatal a las empresas tecnológicas del país.

La inversión pública es factor esencial para que un país sea competitivo. Gracias a financiación del Gobierno, Estados Unidos logró el desarrollo de inventos trascendentales como el transistor, el GPS o internet, que cambiaron el escenario económico y político internacional. Y justo desde 2018, cuando Estados Unidos por primera vez reduce el gasto en I + D, China –que invierte fondos públicos cuatro veces superiores– logra ponerse a la cabeza en esta carrera.

Preocupa el rezago de Colombia en I + D, y en inteligencia artificial en particular. Nuestro promedio histórico de gasto en esos frentes es inferior al 0,3 por ciento del PIB y con cada revolución tecnológica del último siglo y medio el país retrocedió varios peldaños y se amplió la brecha digital con las naciones prósperas.

No es solo un problema de pésimas políticas de Estado. Según un estudio de la compañía Everis y MIT Tech Review, el interés por adoptar la inteligencia artificial entre los empresarios colombianos da grima. “Encontramos que el uso de IA en los negocios es todavía pequeño y mucho menor de lo que se esperaba y de lo que podría ser”, resume Evandro Armelin, director de datos y analítica de Everis Brasil. El 58 por ciento de los ejecutivos consultados –que incluyó a Colombia, Brasil, Chile, Argentina y México– cree que la IA podría revolucionar la empresa, pero no saben cómo abordar el tema y les preocupa el impacto que traería en el interior de la organización. Resistencia al cambio, que llaman.

Las pocas compañías colombianas y latinoamericanas que han dado pasos significativos en este campo son las que desde antes ya habían incorporado los datos y tecnologías avanzadas en sus procesos, especialmente empresas del sector bancario y de las telecomunicaciones.

¿Por qué Colombia siempre está en el lado feo de la brecha digital? Evandro Armelin cree que “somos víctimas de políticas públicas que nunca valoraron la educación; esa es la clave del problema”. Coincide con el empresario tecnológico colombiano Álex Torrenegra, quien recuerda que a través de la historia las culturas más innovadoras son las que dominan la economía global. “El hecho de que tengamos tan escasa innovación y la mayoría de las tecnologías que utilizamos sean importadas nos pone a disposición de las superpotencias”. Algo que los teóricos de la dependencia habían advertido desde los años setenta. Latinoamérica parece condenada a un rol histórico de subordinación y consumo tecnológico y los modelos económicos, década tras década, no han hecho más que perpetuarlo.

Para Torrenegra hay un error en el énfasis del Gobierno en la promoción del emprendimiento. El ambiente para emprender en Colombia es favorable, pero en países con mayor desempleo se fundan más emprendimientos. “Emprender por emprender es como hablar por hablar”, anota. Colombia debería promover la innovación tecnológica, justo el punto débil del Estado y del sector privado. “Tendríamos que enfocarnos en innovación, y que el emprendimiento sea un catalizador de esa innovación”, dice.

De nuevo, se trata de una debilidad cultural de la sociedad colombiana. Los expertos consultados afirman lo mismo: que desde niños nos acostumbramos a ser consumidores y no productores, que aplaudimos cualquier marca foránea que llegue, hasta de simples hamburguesas, y que los empresarios colombianos se acostumbraron a comprar recetas, fórmulas y franquicias. Pocos le apuestan a investigación y desarrollo, porque esto toma tiempo e implica riesgo. El promedio del inversionista nacional quiere tasas de retorno inmediatas y piensa en el corto plazo.

Hay visiones optimistas. Patricio Espinoza, gerente de IBM Colombia, compañía líder mundial en inteligencia artificial, señala que la tasa de adopción de IA es baja en casi todos los países y que en el mundo solo se aprovecha el 4 por ciento de su potencial. Señala que en Colombia hay casos recientes dignos de destacar. Agrosavia está utilizando inteligencia artificial para hacer recomendaciones a los agricultores a partir de reportes de suelos y la Fiscalía comenzó a utilizar el reconocimiento del lenguaje natural para identificar patrones que ya permitieron realizar novedosas investigaciones judiciales y capturas de delincuentes en Medellín y Bogotá. Ambos casos utilizan la plataforma Watson, de la norteamericana IBM.

El estudio de Everis y MIT encontró que las barreras que impiden la adopción de IA en nuestra economía son la ausencia de una cultura innovadora, la escasez de talento especializado, el desconocimiento de los directivos de las compañías acerca de este tema y las débiles políticas públicas. Las inversiones necesarias ya no son tan altas como en el pasado. El proyecto de Agrosavia costó 950 millones de pesos y muchas plataformas de análisis de datos están disponibles bajo el modelo por demanda, en el que se paga lo que se consume.

Para implementar estrategias basadas en inteligencia artificial se necesita el paso previo de los datos y la analítica, que están apenas a medio dar en el país. Duberney López, líder de Arquitectura AI en la compañía consultora Sofka, cree que menos del 1 por ciento de las empresas en Colombia están preparadas para utilizar IA, porque sus datos son de la década pasada. “Todos los directores de TI saben que necesitan implementarla, pero generalmente no saben en dónde ni cómo”, explica el experto.

Se repite a diario que hay una oportunidad para el país en las tecnologías. Pero no en importarlas, sino en crearlas. Se llama innovación y necesita fondos.