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Así convirtieron la Biblia en un comic

Serge Bloch y Frédéric Boyer se atrevieron a dibujar las historias del libro de todos los tiempos. Así le imprimieron color y vigencia a las sagradas escrituras.

1 de julio de 2017

No es una casualidad que las historias de la Biblia llegaran hasta la bóveda de la Capilla Sixtina o a la pantalla grande junto a Martin Scorsese y Mel Gibson. Desde tiempos antiguos, estos relatos despertaron una afición por representarlos y hoy eso se traduce en ediciones hechas hasta con piezas de lego y dibujos tipo manga.

En la Biblia de Serge Bloch y Frédéric Boyer, publicada en 2016, que ya se consigue traducida en Colombia, las palabras están escritas con colores. En un libro de 519 páginas, los franceses reúnen 35 relatos del Antiguo Testamento y los adaptan al lenguaje del cómic con 1.500 ilustraciones. Allí aparecen, entre trazos y textos cortos, el Edén, la disputa de Caín y Abel o el sacrificio de Isaac, que marcaron la pauta del judaísmo y el cristianismo.

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La aventura de dibujar el Pentateuco comenzó para Bloch cuando apenas era un niño. En una clase –recuerda– tuvo que colorear algunas de estas historias, mientras un rabino explicaba de qué se trataban: “Tal vez ahí está la génesis de esta locura”. Después de eso, pasaron algunos años hasta que descubrió la magia del dibujo y se atrevió a crear a su primer personaje: Samsam, un superhéroe enmascarado que lucha por los niños que sufren matoneo. De ahí en adelante su lápiz no se detuvo y llegó a las páginas de The New York Times, The Washington Post y de la revista National Geographic.

Cada historia de este nuevo Antiguo Testamento tiene 3.000 caracteres y leerla no toma más de cinco minutos. Y es que para devolverles interés a las sagradas escrituras era necesario encontrar un formato moderno y fácil de comprender. “El diseño es muy importante, pues ofrece un lenguaje directo, libre, permite asociaciones significativas entre el viejo mundo de estas historias y nuestro mundo de hoy”, dijo a SEMANA Boyer, quien adaptó los textos y asumió la investigación del proyecto.

En este ejercicio el arca de Noé, la muerte de Abel y las vicisitudes de la torre de Babel adquieren un significado contemporáneo alrededor de temas propios del siglo XXI: migración, guerra y etnicidad. Además, para lograr que estas viejas historias cuajen en la generación actual, los autores lanzaron una serie web de 35 capítulos, cada uno de cuatro minutos, con la voz del actor André Dussollier y la música de Benjamin Ribolet.

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Las ilustraciones de Bloch se caracterizan por conservar una “línea bastante sencilla y por un dibujo desenfadado”, dice el diseñador e historietista colombiano Bernardo Rincón. Y aunque podría pensarse que este formato le habla solo a los más pequeños, lo cierto es que sus autores no lo pensaron exclusivamente para ellos. “No hicimos este libro para los niños, pero ellos también pueden leerlo, es un libro abierto. No es para los creyentes ni para los ateos –ni para los dos–, pero aun así todos pueden leerlo”, sostuvo Boyer en una entrevista a un medio mexicano.

Los temas religiosos siempre son objeto de tensión y es posible pensar que más de uno se sentirá ofendido con esta adaptación. Sin embargo, las críticas todavía no retumban y esto se debe al respeto que los autores tuvieron al representar a Dios. En realidad, a la hora de trabajar, la única religión que reina es la imaginación.

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Ediciones de la Biblia hay para todos los gustos, por la potencia que tienen muchas escenas, según explica Jorge Parra, excolumnista de El Tiempo. “La Biblia no es un texto pasivo, pide mucha imaginación y está plagado de acontecimientos que atraen a cualquier artista con talento”. Por eso, en ese campo, entonces, caben desde Robert Crumb, con su adaptación del Génesis, Gustave Doré, con sus 9 volúmenes y sus más de 100 grabados, y Ajinbayo Akinsiku, quien lanzó una versión manga de la Biblia y vendió más de 30.000 copias en Reino Unido. También el colombiano Alfonso González Manrique, quien creó hace poco el primer álbum en Colombia de la Biblia con láminas adhesivas de colección, que van desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

Para Boyer, las historias de Job, por ejemplo, son fascinantes. Sostiene que “Job es la figura del ‘culpable inocente’ de la literatura de Kafka o de Dostoievski”. En el libro gráfico él incluye las interpretaciones de grandes comentaristas como Rashi y de escritores como Borges, y, al final del libro, hace sus propias observaciones.

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Para Pablo Guerra, de Laguna Libros, ese es el gran valor de la obra: “La gracia de las grandes lecturas es que se reactiven y cobren vigencia con cada lector”. Agrega que lo más difícil de este tipo de trabajos es no caer en lugares comunes, como sucede con el Renacimiento y con las versiones más blancas de la Biblia, tan propias del ideal europeo.

Y Santiago Rivas, experto en cómics, coincide con él. Desde su punto de vista, un libro de estos debe poner sobre la mesa imágenes más profundas, distintas a la del Jesús de Nazaret que se ve en las películas. n