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Hanna (Winslet) escucha atentamente la lectura que su joven amante Michael (David Kross), le hace del drama ‘Emilia Galotti’

CINE

El lector

Kate Winslet carga desde el principio hasta el final con esta película sobre la vergüenza, la culpa y la ignorancia. ***

Ricardo Silva Romero
12 de septiembre de 2009

Título original: The Reader.
Año de estreno: 2008.
Género: Drama.
Director: Stephen Daldry.
Guión: David Hare, basado en la novela de Bernhard Schlink. Actores: Kate Winslet, Ralph Fiennes, David Kross, Bruno Ganz, Lena Olin, Jeanette Hain, Susanne Lothar, Alissa Wilms, Florian Bartholomäi.

El juez alemán Bernhard Schlink, afamado autor de relatos policíacos, se atrevió a publicar en 1995 la gran novela de la que parte esta película digna. Lleva el mismo título de la adaptación: El lector. Se puede decir, aunque los temas de un relato sean siempre discutibles, que se trata de un libro sobre la vergüenza en todos los lugares de la vida, sobre la culpa que pasa de una generación a la siguiente y sobre cómo no es la maldad, sino la ignorancia atrevida de una sociedad, lo que engendra los peores nazismos.

El lector cuenta, en tres melancólicos episodios, la historia de amor protagonizada por Michael Berg y Hanna Schmitz: en la primera parte, que sucede en 1958, él, un solitario colegial de 15 años, vive un romance apasionado con ella, una introvertida conductora de tranvía de 36, mientras le lee en la cama los grandes clásicos de la literatura; en la segunda parte, que ocurre en 1963, él, convertido en un arrogante estudiante de Derecho, se tropieza con la versión madura de ella en un juicio doloroso por los crímenes de la Segunda Guerra; y en la tercera parte, que va hasta 1984, él, transformado en un cuarentón paralizado por el arrepentimiento, hace lo único que le queda para sobreponerse a la imagen de esa mujer fantasmal que ha acosado todas sus relaciones románticas: lo hace todo para conseguir la redención de su antigua amada.

Describo el libro parte por parte, con todo el cuidado de no arruinar el misterio, porque el largometraje lo respeta párrafo por párrafo. Y, aunque se encuentre hablado en ese inglés con acento alemán tan pasado de moda, tal vez lo respeta demasiado: quien ve El lector de principio a fin siente que ha visto tres películas, una detrás de la otra, y que la primera, la historia de iniciación de ese adolescente delirante que se pierde en el apartamento de aquella mujer en camino a la madurez, es de lejos la mejor, la más cálida, la menos fabricada.

El dramaturgo David Hare ha convertido la novela de Schlink en un cuidadoso guión sobre la vergüenza, la culpa y la ignorancia. Y el director Stephen Daldry, realizador de las sensibles Billy Elliot y Las horas, ha trasformado el texto en una curiosa superproducción íntima que eleva las preguntas más duras sobre los horrores del holocausto: una especie de Doctor Zhivago que prefiere los primeros planos.

Sin embargo, es la gran actuación de Kate Winslet que nos convence de que no hay monstruos en el mundo, sólo hombres y mujeres a punto de perder la humanidad, lo que vuelve a El lector algo memorable. Winslet, quizá la mejor actriz de su generación, logra transmitir con muy pocos gestos el deseo culposo, el temor de Dios y la desesperación que acompaña a Hanna desde cuando es acusada de un crimen que no entiende del todo. Verla es más que suficiente. El lector es, sobre todo, una película digna. Y gran parte se le debe a su presencia.