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Elena Poniatowska y Juan José Arreola

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Elena Poniatowska revela que su primer hijo fue producto de una violación

La ganadora del premio Cervantes 2013 denunció los abusos a los que la habría sometido el escritor Juan José Arreola. Mientras la familia del autor mexicano la acusa de mentir, ella asegura que la que "nunca pidió nada fui yo, la que no volvió a verlo nunca fui yo, la que guardó silencio fui yo".

12 de diciembre de 2019

Elena Poniatowska alzó su voz en medio del efervescente movimiento que se despertó en redes sociales desde hace más de dos años para denunciar públicamente los abusos sexuales a los que miles de mujeres son sometidas en el mundo.

Esta semana, las denuncias salpicaron otra vez al mundo literario. Ocho días después de que la pianista y escritora Tita Valencia habló de los maltratos que sufrió junto al académico mexicano, Juan José Arreola, se conoce otro testimonio que involucra al mismo autor. 

"La respetuosa fui yo, la que nunca pidió nada fui yo, la que no volvió a verlo nunca fui yo, la que guardó silencio fui yo", replicó Poniatowska, de 88 años, después de que la familia del autor emitió un comunicado en el que la acusan de mentir. 

Aunque las sospechas se levantaron con el lanzamiento de su más reciente obra: El amante Polaco, que presentó en la Feria del Libro de Guadalajara, en una entrevista para Excélsior, ella confirmó que el escritor, fallecido en 2001, abusó de ella sexualmente y la dejó embarazada.

De acuerdo con la víctima, todo ocurrió en 1955 cuando visitaba una vez a la semana a Arreola, a quien consideraba su amigo, en su apartamento. Fue en una de esas ocasiones, que  “el maestro”, como ella lo llama en el libro, la violó.

"Mi relación no fue una de las ‘relaciones sentimentales‘ del ‘padre y abuelo Arreola‘ sino un suceso fundamental en mi vida que habría de cambiar no sólo mi destino sino el de mi hijo; fue la relación de un adulto casado que sabía lo que hacía con una joven inexperta e ingenua en todos los sentidos", aseguró Poniatowska a través de un comunicado. 

El pronunciamiento se da después de que la familia del autor en otra misiva se refirió al caso y uno de sus hijos dio a conocer cartas que jamás pensaban sacar a a luz y donde se da a entender, que los escritores que  se llevaban más de 20 años, tenían una relación.

“Los sentimientos en general no se saben volver a encontrar y a lo mejor los dos seremos totalmente nuevos el uno frente al otro sin encontrar nada, sin recobrar el hilo perdido. ¡Tú, un nuevo Juan José, y yo también cambiada! ¡Y te imaginas la angustia y la miseria! Mejor así. No es que quiera yo tener el papel más noble, pero veo lo más práctico. Yo de ti nunca hablaré una palabra con nadie, ¡ni después del bebé!”, revela el portal Vanguardia.com.mx

Para la autora de La noche de Tlatelolco, "en esa época, las niñas que se educaban en colegio de monjas salían del convento igual que entraban, más niñas que nunca, páginas en blanco, sin ninguna preparación para la vida. Arreola era un adulto, un hombre casado, con tres hijos, 20 años mayor que yo". 

Luego de que la escritora dio a luz, cuenta en el comunicado que jamás lo buscó, que jamás lo vio en vida, ni jamás le firmó un libro y nunca la mantuvo. "Arreola jamás vio a mi hijo, jamás lo conoció, jamás lo mantuvo. Pudo enviarle un libro, jamás lo hizo. En cambio, si mi hijo hubiera manifestado el deseo de conocerlo, por respeto, habría cumplido su voluntad. Ya adulto, Mane jamás buscó verlo. Los verdaderos padres de mi hijo, doctor Emmanuel Haro Poniatowski, son su abuelo Juan. E. Poniatowski y el astrofísico Guillermo Haro", concluye la misiva. 

Elena Poniatowska es la escritora emblemática de México, la que ha interpretado a los pobres y a los marginados, es una princesa polaca que nació en París en 1932. Su padre, el príncipe Jean E. Poniatowski, era familiar directo del último rey de Polonia y su madre, la mexicana Paula Amor, pertenecía a una familia de hacendados que perdieron sus tierras en la Revolución.

Es una mujer a la vez aristócrata de izquierda, elegante y sencilla, extranjera y arraigada. Los extremos y las paradojas, en su caso, le marcaron una enriquecedora distancia: nadie más mexicana que ella, pero también, nadie más crítica de su país que ella.