Alumnos del colegio Tibabuyes en la localidad de Suba. | Foto: Cortesía Idep

EDUCACIÓN

¿Cómo enseñar matemáticas a estudiantes con discapacidad intelectual?

Elba Azucena Martínez, profesora de un colegio de Suba en Bogotá, creó un modelo fácil e innovador para enseñar más fácilmente esta materia a sus alumnos.

22 de mayo de 2020

De acuerdo con el Dane, en el país hay alrededor de 3,1 millones de ciudadanos con algún tipo de discapacidad, de ellos, el 58,5 % está entre los 15 y los 64 años pero solo el 7,7 % ocupaba parte de su tiempo en algún estudio. Una de las condiciones de discapacidad más comunes, según la organización, es la discapacidad intelectual (DI), condición que se manifiesta en niños y jóvenes con dificultades psicológicas, (como el aprendizaje, la resolución de problemas o la comunicación), o emocionales y físicas (como vestirse, ir al baño, pedir ayuda o usar el dinero).

Los sistemas educativos, docentes y directivos se enfrentan al desafío de desarrollar estrategias y pedagogías que faciliten que esta población se vincule y permanezca en el proceso educativo. Por eso, el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP) premió la creatividad e innovación de una docente bogotana que creó modelo para enseñar matemáticas a estudiantes en situación de discapacidad intelectual 

Elba Azucena Martínez Cárdenas, una docente de matemáticas del colegio Tibabuyes en la localidad de Suba, es la creadora de este modelo que espera se pueda replicar en aulas de todo el mundo. 

En el año 2017, la profesora Elba tuvo su primer estudiante con situación de discapacidad intelectual. Juan Diego Matallana, un niño con dificultades de lenguaje, dicción y baja capacidad para memorizar los conceptos básicos de su asignatura, a quien le habían diagnosticado déficit cognitivo moderado a sus siete años.

Ante las evidentes diferencias en el ritmo de su clase y las de Juan Diego, pero decidida a no aislarlo de la clase y de sus compañeros, optó por iniciar un proceso de flexibilización curricular para que, usando caminos distintos, Juan Diego llegara a aprender los mismos conceptos que los demás niños.

Conceptos que más allá de un cuaderno, le permitieran asumir actividades de la cotidianidad tales como jugar con unos dados, contar los productos en un supermercado o identificar cantidades a la hora de preparar una receta de cocina.

¿Cómo funciona el modelo?

Apoyada en sus conocimientos de licenciatura en educación básica y de maestría en educación matemática, Elba tomó 4 trayectorias básicas de aprendizaje, que todo niño debe transitar para adquirir conocimientos matemáticos: la subitización, que es la capacidad para reconocer cantidades sin necesidad de hacer conteo; la estimación, la comparación y las operaciones aditivas. Elba explica que estas habilidades se aplican en la vida diaria y en múltiples contextos desde niños hasta adultos. 

Posteriormente, descubrió que estas trayectorias, aplicadas a un proceso de aprendizaje con población con discapacidad intelectual, podía tener varios vacíos que impedían la comprensión y la práctica de estas habilidades en la vida diaria, por lo cual diseñó 18 niveles diferentes para afianzar estos conocimientos en todos los estudiantes, incluidos aquellos con déficit cognitivo.

“Encontré que entre una trayectoria y la otra había una trayectoria propia. Algo así como que todos aprenden lo mismo, pero su trayectoria puede tomar más o menos pasos. Cada uno transita a su ritmo”, afirma Elba, concluyendo que en resumidas cuentas es como ir hacia un mismo punto por diferentes caminos, dependiendo las capacidades del estudiante. 

El niño en el desarrollo de las tareas puede demostrar que tiene ya otros procesos en su mente incluso más avanzados que el resto. Se puede observar que Juan Diego todo lo integraba con conteo. Esto que estoy diseñando para el contexto escolar es algo nuevo”, precisa Elba.

A través de actividades, talleres, juegos y procesos para evaluar el avance en cada uno de los 18 niveles, Elba abrió la posibilidad de combinar temas, habilidades y conocimientos en todos sus estudiantes, y lo más importante de flexibilizarse a los procesos cognitivos en un proyecto de inclusión escolar que quiere ampliar y compartir.

Por eso Elba dice que trabajando con alumnos con esta condición aprendió una lección que cualquier colega debería tener en cuenta, cada alumno tiene un proceso diferente de aprendizaje y es debe del profesor identificarlo.