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El robo del siglo: así sacaron 24 mil millones del Banco de la República en 1994
Netflix estrenará en agosto una serie sobre el espectacular asalto ocurrido en Valledupar en octubre de 1994. SEMANA recuerda el episodio en el que los ladrones se llevaron el dinero sin disparar ni un solo tiro y obligaron a cambiar el diseño de los billetes.
La primera cosa extraña que notaron quienes llegaron a la sede del Banco de la República en Valledupar el lunes 17 de octubre de 1994, alertados por el aviso de un celador, fue que el ascensor estaba sucio, enlodado y mojado. Ya habían recorrido el primer piso y todo estaba en su sitio, pero cuando pidieron el aparato para bajar al sótano se dieron cuenta de que algo había pasado. Al bajar encontraron un completo caos de herramientas, caretas, máquinas de soldadura, zapatos y hasta tanques de oxígeno. Y aún no habían descubierto lo peor: la bóveda tenía un hueco y estaba prácticamente desocupada. Faltaban 24.072 millones de pesos.
El episodio pasó a la historia como el robo del siglo XX en Colombia y fue noticia en todo el mundo, porque hasta el día de hoy nadie ha robado tanto dinero en efectivo de un banco emisor. Y menos de la manera en que lo hicieron en Valledupar: entraron por la puerta principal, no dispararon ni alarmaron a las autoridades durante las 21 horas que estuvieron adentro.
El asalto, famoso mundialmente, ha vuelto a los primeros planos porque Netflix anunció que el 14 de agosto estrenará una serie basada en lo ocurrido. No se sabe mucho sobre la producción, salvo que la protagonizarán Andrés Parra, Marcela Benjumea, Christian Tappan y Waldo Urrego, y que busca apalancarse en el éxito de producciones como La casa de papel. Con el añadido de que en este caso se trata de una historia real y de que tuvo consecuencias palpables en Colombia.
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Con el tiempo, y luego de varias investigaciones, las autoridades establecieron los pormenores del asalto. Entre los responsables había ladrones profesionales, un especialista en electrónica, cuatro miembros de la Policía, el gerente de la Caja Agraria de un municipio de Cundinamarca, el dueño de una colchonería y tres funcionarios del propio banco (un cajero, el tesorero y el encargado del sistema de seguridad).
Dos personas coordinaban el plan desde el hotel Sicarare, ubicado justo al frente del banco, 14 asaltantes ingresaron a las instalaciones escondidos en un camión.
Planearon el robo durante casi ocho meses. Estudiaron las instalaciones y el sistema electrónico de seguridad, e importaron máquinas especializadas de Canadá para perforar la bóveda. En total, las autoridades calculan que unas 26 personas tuvieron algo que ver directa o indirectamente.
El asunto comenzó el domingo 16 de octubre de 1994 a las seis de la mañana. Como era un puente festivo, las calles de Valledupar estaban solas. Mientras dos personas coordinaban el plan desde el hotel Sicarare, ubicado justo al frente del banco, 14 asaltantes ingresaron a las instalaciones escondidos en un camión, con la excusa de que alguien iba a reparar el aire acondicionado.
Elkin Susa, el único de los ladrones que ha hablado sobre el asalto, contó en una entrevista que el camión se varó justo antes de entrar. Uno de los asaltantes, que tenía uniforme y escarapela del banco, tuvo que bajarse y pedirle una mano a unos policías, que inocentemente ayudaron a empujar el vehículo.
La sede del banco, asaltada en 1994, aún queda en el mismo lugar, en el centro de Valledupar. Dos asaltantes coordinaron todo desde un hotel ubicado justo al frente.
Winston Tariffa, el encargado del sistema de seguridad del banco, cómplice del robo, abrió la puerta y coordinó para que las cámaras de vigilancia no grabaran nada. A él, para guardar apariencias, y al celador que custodiaba el banco los redujeron y los amarraron con tubos de PVC rellenos de plastilina, que hicieron pasar por dinamita que supuestamente explotaría si se movían.
En todo el país hubo filas en los bancos y los comercios: los cajeros tenían que revisar el número de serie de los billetes de 2.000, 5.000 y 10.000 para verificar si eran de los robados.
Una vez adentro comenzaron a perforar, pero habían calculado mal el grosor y el blindaje de la bóveda. La tarea, que supuestamente les iba a llevar unas ocho horas, terminó al día siguiente. Sin embargo, dio resultado: cuando salieron, a la madrugada del lunes 17, tuvieron que abandonar casi 6.000 millones de pesos porque el dinero no cabía en el camión.
Los asaltantes se reunieron luego en la colchonería de uno de los cómplices y allí empacaron el dinero en cajas y lo repartieron en dos camiones de cerveza. Las autoridades solo se enteraron esa tarde, cuando el celador amarrado logró soltarse y pidió ayuda.
La prensa, incluida la revista SEMANA, informó sobre el robo y siguió todos los detalles de la investigación y del caos financiero que vino después.
El robo generó un caos financiero. El banco pronto informó que de los 24.000 millones de pesos robados, 18.560 millones correspondían a billetes sin emitir, es decir no tenían valor real, y publicó el número de series para que nadie los recibiera. La gente, en chiste, comenzó a hablar de ellos como "los billetes vallenatos".
No obstante, los ladrones habían sido más rápidos: compraron cosas que luego revendieron, canjearon el dinero por dólares e incluso vendieron los billetes de 10.000 a 7.000 pesos. Pronto quedó claro que el dinero robado ya estaba circulando y las autoridades tuvieron que autorizar a los bancos a reembolsar a quienes lo habían recibido de buena fe.
Como los asaltantes solo se habían llevado billetes de 2.000, 5.000 y 10.000 pesos, en todo el país hubo filas en las entidades bancarias y en los comercios, pues los cajeros tenían que revisar el número de serie. A largo plazo, y debido al caos, el Banco de la República tuvo que cambiar el diseño de los billetes por el que existe actualmente.
Los asaltantes abandonaron los implementos con que perforaron la bóveda. El robo obligó al Banco de la República a cambiar el diseño de los billetes de 2.000, 5.000 y 10.000 pesos por los actuales.
Los asaltantes cayeron con el tiempo, ya que algunos comenzaron a gastar de manera desaforada. Otros se entregaron por la presión de las autoridades y varios terminaron asesinados. Elkin Susa incluso contó en 2017 al programa Los informantes, de Caracol, que solo quedaban tres o cuatro con vida.
El lado injusto de la historia le correspondió al gerente de la sede del banco en esa época, Marco Emilio Zabala Jaimes, a quien las autoridades acusaron injustamente de ser uno de los cómplices y encarcelaron durante casi cuatro años sin mayores evidencias. Más adelante, cuando demostró su inocencia, el Estado tuvo que indemnizarlo con más de 300 millones de pesos por haberlo privado injustamente de su libertad. Pero el daño ya estaba hecho.