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OBITUARIO

El último de la saga

Por su lucha a favor de la justicia social, Edward Kennedy pasará a la historia de Estados Unidos como un político más importante que sus hermanos, el presidente John F. Kennedy y el candidato Robert Kennedy.

29 de agosto de 2009

El titular de The New York Post lo resumió perfectamente el miércoles: "Ted era el más importante de los Kennedy". Parecía exagerado comparar a Edward Kennedy, el senador norteamericano fallecido la víspera, con sus hermanos asesinados: el presidente John F. Kennedy y el candidato Robert Kennedy. Pero no. 'Ted' Kennedy fue sin duda el mejor senador del siglo XX en Estados Unidos. Las leyes que impulsó hicieron que el país diera un salto gigantesco hacia la justicia social y apoyaron a los más necesitados. No en balde se le conocía como 'El último león del Senado'.

Kennedy murió a los 77 años, casi a la medianoche del martes, en su casa de Hyannis Port, al sur de Boston. Un cáncer cerebral descubierto 15 meses atrás fue la causa. La noticia se conoció en un comunicado del clan familiar y las reacciones no tardaron. Bill Clinton y Tony Blair, Nicolas Sarkozy y Gordon Brown mostraron su dolor, y el presidente Barack Obama se deshizo en elogios. "Hemos perdido a un gran líder que tomó la antorcha de sus hermanos caídos y se convirtió en el mejor de los senadores de nuestro tiempo", manifestó.

La muerte de 'Ted' le pone punto final a la generación estrella de los Kennedy, que por su inmenso poder, sus millones de dólares y sus escándalos fue considerada la familia real de Estados Unidos. Y acaba con una vida de triunfos colosales y derrotas estrepitosas, accidentes aéreos, tragedias, profundas decepciones electorales y logros increíbles en los salones del Congreso. Como explicó en su editorial del jueves el diario The New York Times, "los defectos de Kennedy no se borrarán de las páginas de la historia, pero tampoco su devoción por ayudar a los norteamericanos necesitados ni su convencimiento de que la política, que no es siempre sabrosa, pueda marcar la gran diferencia".

Cuna de oro
Edward Moore Kennedy nació 22 de febrero de 1932 en Brookline (Massachussets), una localidad contigua a Boston. Allí vivían sus padres, Joseph 'Joe' Kennedy y Rose Fitzgerald, ambos procedentes de familias católicas de origen irlandés. Era el menor de nueve hermanos: cuatro hombres y cinco mujeres. 'Joe Jr.', John F., Robert y 'Ted' eran los varones.

El viejo Kennedy había hecho plata de forma dudosa. Muchos creen que, como alto empleado de un banco, se había adueñado de varios inmuebles tras enterarse de que sus propietarios no podían pagar sus hipotecas. Por eso, cuando el presidente Franklin Delano Roosevelt lo nombró primer presidente de la Comisión de Valores (SEC, por su sigla en inglés), dijo: "Para capturar pillos hay que nombrar uno". Otros aseguran que hay que buscar el origen de la fortuna de 'Joe' Kennedy en las cajas de licor que había almacenado y que puso a la venta cuando se levantó la Prohibición. Otros más lo sindican de haber tenido contactos con mafiosos como Sam Giancana.

El caso es que el patriarca, que militaba en el partido demócrata y que más adelante fue embajador en Londres, soñaba con que uno de sus hijos llegara a la Casa Blanca. Tal vez tenía un complejo social: en Boston había un dicho según el cual "los Kennedy hablan con los Lowell, los Lowell hablan con los Cabot y los Cabot hablan con Dios". Aunque 'Joe Jr.', que era el mayor y el escogido, murió en la Segunda Guerra Mundial, John, que había ocupado una curul en el Senado, venció a Richard Nixon en las elecciones de 1960. Pero el sueño terminó el 22 de noviembre de 1963, cuando fue asesinado en Dallas (Texas). Tenía 43 años. Pocos años después Robert, que había sido secretario de Justicia de su hermano Presidente, lanzó su candidatura presidencial. Pero de nuevo la tragedia se hizo presente, esta vez la noche del 5 de junio de 1968, cuando cayó mortalmente herido, a los 42 años, en un hotel de Los Ángeles. Celebraba su victoria en las primarias de California.

En ese momento los ojos de todo el país se volvieron hacia 'Ted' y miles de demócratas creyeron que debía pasar a primera fila. Para entonces ya tenía su historia. De joven protagonizó un escándalo al ser expulsado de la Universidad de Harvard porque convenció a un compañero de que presentara por él un examen de español. Pero superó el escollo, se graduó de la misma universidad y se especializó en la de Virginia. Luego, a los 28 años, su familia lo designó para asumir la curul dejada libre por la elección presidencial de su hermano, pero para asumir debió esperar hasta cumplir los 30, la edad mínima. De ahí que el profesor James Sterling Young afirmó: "La mayor parte de la gente crece y luego se mete en política; los Kennedy se meten en política y luego crecen". Y en los debates debió enfrentar en Massachussets a Edward McCormack, que le dijo: "Si usted no se llamara Edward Moore Kennedy, sino Edward Moore, su candidatura sería un chiste. Además, usted no ha trabajado un solo día en su vida".

Ya elegido, en 1964 sufrió un accidente terrible cuando la avioneta en que viajaba se estrelló en Massachussets. El piloto y un asistente de Kennedy perdieron la vida, y el senador Birch Bayh pudo sacarlo de entre los restos del aparato. 'Ted' pasó seis meses en el hospital y volvió al Senado en 1965.

Marcado para siempre
Cuatro años después, el 18 de julio de 1969, una tragedia marcó para siempre su destino político. Ese día, Kennedy y unos amigos hicieron una barbacoa en una cabaña alquilada en el islote de Chappaquiddick, cerca de la exclusiva isla de Martha's Vineyard, también en Massachussets, e invitaron a un grupo de ex colaboradoras de Robert. Tarde en la noche, 'Ted' salió del lugar conduciendo su carro con una de ellas, Mary Jo Kopechne, de 28 años. Pero al cruzar un puente cerca de la playa, perdió el control y el automóvil cayó al agua. Mary Jo murió ahogada, pero Kennedy escapó y sólo informó del accidente 10 horas después. Dijo que había quedado tan cansado al tratar de salvarla, que se había ido a dormir sin avisar a las autoridades.

Nunca se supo si él mantenía una relación sentimental con ella, ni si estaba borracho, aunque sólo admitió haber bebido dos copas. Se convirtió en la oveja negra de la familia. Presentó excusas públicas y la justicia le impuso una condena menor, mientras en Massachussets parecieron perdonarlo y lo reeligieron. Pero en 1972 rechazó una candidatura presidencial, así como la propuesta de ser el compañero de fórmula de George McGovern, por temor al fantasma de Chappaquiddick.

El destino siguió ensañándose con él. En 1973, su hijo Edward Jr., de 12 años, sufrió la amputación de su pierna como consecuencia de un cáncer. Y en 1978 su esposa Joan confesó que había iniciado un tratamiento contra el alcoholismo. Para rematar, los rumores de que solía escaparse con otras mujeres se hicieron cada vez más frecuentes.

Decidido a sacudirse, dos años más tarde se lanzó a las primarias demócratas para competir contra el presidente Jimmy Carter, pero la campaña fue un desastre. Poco después del triunfo de la revolución islámica en Irán, acusó de robo al sha Reza Pahlevi, con lo cual lo asociaron con el ayatolá Jomeini. Y luego dio una respuesta tonta cuando un periodista le preguntó por qué quería ser presidente de Estados Unidos. El puntillazo vino en la convención demócrata cuando Carter lo aplastó literalmente, pero Kennedy se despidió con el discurso más vibrante de su vida: el que anticipó del todo su futuro político, su porvenir en defensa de la justicia social. "Para mí, esta campaña terminó hace algunas horas. Para aquellos cuyo cuidado ha sido nuestra preocupación, el trabajo sigue, la causa perdura, la esperanza vive y el sueño jamás morirá", dijo.

'Ted' ya había dado muestras de ello en 1964, cuando apoyó la Ley de Derechos Civiles promovida por el presidente Lyndon Johnson, que les concedió la igualdad definitiva a blancos y negros, y después, en 1971, cuando respaldó a Nixon para crear el Instituto Nacional de Cáncer. Pero tal vez su máxima conquista legislativa llegó en 1990, cuando hizo aprobar una ley por la cual las empresas y los sitios públicos deben disponer de espacios para los minusválidos. No contento con eso, en 2001 se alió con el presidente George W. Bush para darle el sí a una ley educativa y en 2008 votó junto a John McCain varias normas a favor de los inmigrantes.

Kennedy se opuso a la guerra de Vietnam, encabezó en el Congreso la imposición de sanciones al régimen racista de Suráfrica, sacó adelante la prohibición de venta de armas a la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, le dio un espaldarazo a la paz en Irlanda del Norte y se declaró en contra de la guerra en Irak. "Ha sido el voto más importante en mis 44 años en el Senado", señaló.

Sus últimas apariciones públicas fueron a principios de 2008 para respaldar la candidatura de Obama, y luego, ya enfermo, en la convención nacional demócrata que ungió como candidato al hoy Presidente. Esa noche, con voz cavernosa, apretó el puño para afirmar que "el sueño continúa". Desde entonces se refugió en Hyannis Port para cuidarse y navegar. Y hace poco, en el último artículo que escribió en The Boston Globe, le dio un espaldarazo final al esfuerzo de Obama por aprobar el plan de salud pública por el que él mismo luchó.

Por su cruzada social, no sólo The New York Post cree que la historia resaltará más su figura que la de sus hermanos. Lo mismo piensa Norman Ornstein, del American Enterprise Institute, que sostiene que cuando se analice el impacto de los Kennedy en la política de Estados Unidos, Edward será de lejos el más importante.