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| Foto: Daniel Reina

EDUCACIÓN

Figuras públicas vuelven a clase

Cada vez son más las figuras públicas que deciden dar un giro profesional para volver al pupitre. Aunque al principio les cuesta trabajo acostumbrarse a ser estudiantes de nuevo, sienten que el esfuerzo vale la pena y que nunca es tarde para aprender.

9 de febrero de 2013

Dar el primer paso no es fácil, pero quienes deciden volver a la universidad después de trabajar toda la vida, no se arrepienten. Muchos lo hacen porque siempre les apasionó un tema y solo ahora que están jubilados pueden saldar esa deuda pendiente desde jóvenes. Otros, en cambio, descubrieron tarde su afición y están dispuestos a aprenderla cueste lo que cueste. Esta nueva tendencia se da porque la gente no quiere quedarse cruzada de brazos al pensionarse. “Cuando tienes 55 años y te quedan al menos 20, empiezas a hacer lo que verdaderamente te gusta”, explica Isabel Londoño, coach educativa. El problema es que en Colombia las instituciones no tienen programas especializados para que estudiantes mayores cursen una carrera y por eso muchos lo piensan dos veces. Al fin y al cabo, volver a trasnochar y hacer trabajos con muchachos entre 18 y 25 no suena muy tentador. Sin embargo, SEMANA encontró a varios personajes públicos que dejaron de lado el miedo a sentarse otra vez en un salón de clase.


Construyendo un sueño

La ex primera dama Ana Milena Muñoz de Gaviria empezó Arquitectura desde cero. Hoy ya solo le faltan un semestre y la tesis. 

Desde que Ana Milena Muñoz empezó a estudiar Arquitectura en la Universidad de los Andes, su apartamento se convirtió en el sitio de reunión habitual para hacer tareas con sus compañeros. “Yo aguanto máximo hasta las 12 de la noche, pero si es necesario ellos se pueden quedar hasta las 5 de la mañana”, dice. Reconoce que a sus 56 años podría ser la mamá de muchos de ellos, pero en los pasillos parece una universitaria más. Y a pesar de que comparte sus intereses académicos, su edad le confiere ciertas ventajas: “Soy la encargada de llevar las maquetas de mis amigos porque tengo carro todos los días”, cuenta. También arma plan de vez en cuando con su grupo de estudio para ir a teatro o a exposiciones de arte. La diferencia es que a ella no la preocupa el promedio de notas. 

Ana Milena se graduó de Economía en los Andes hace más de 30 años, pero siempre le quedó la espinita de no haberse matriculado en Arquitectura. Por eso, cuando hace tres años renunció a su cargo en una empresa de asesoría de comunicaciones para volver a las aulas, a su esposo, el expresidente César Gaviria, no le pareció tan descabellada la idea. La ex primera dama ya va en séptimo semestre y, pese a que le ha costado dominar el programa de diseño AutoCAD como lo hacen sus compañeros Sergio Jiménez y Nicolás Linares, quiere ejercer tan pronto reciba el diploma. Después de todo “la vida es larga y uno no tiene por qué acabarla a los 60”. 

Con ganas de aprender

Daniel Reina Romero / SEMANA

Carlos Alonso Lucio ha sido guerrillero, congresista, agricultor y escritor. Hace dos años quiso volver a ser universitario y le tocó presentar el Icfes de nuevo. 

“A mí no me interesan los títulos”, insiste Carlos Alonso Lucio, pues está convencido de que el conocimiento no solo sirve para una profesión sino para la vida. Por eso, en 2010 quiso contrastar su experiencia como legislador con la academia y se matriculó en Derecho en los Andes. Antes tuvo que hacer un curso de Matemáticas en el Ipler para presentar el Icfes. Aunque lo pasó sin dificultad, al llegar al salón de clases se dio cuenta de que muchas cosas habían cambiado desde que abandonó la carrera de Economía en la Universidad Externado para unirse al M-19.

“A diferencia de lo que ocurría en mi época, los jóvenes de hoy están más preocupados por su individualidad que por el acontecer social”, dice. Eso no le impidió aprender de ellos y de vez en cuando reunirse a hacer trabajos en su oficina. Volver a las aulas fue una inyección de vida, pero sus compromisos laborales lo obligaron a retirarse dos semestres después. No por eso va a dejar de estudiar. Mientras termina de escribir un libro y cuida sus cultivos de ají y caña en el Valle del Cauca, está buscando un programa de Derecho a distancia para terminar la carrera. 

En busca del tiempo perdido 

Cortesía La Patria

Luego de ocho años en la selva, el excongresista Óscar Tulio Lizcano descubrió su verdadera pasión: la Filosofía. 

Antes de que las Farc lo secuestraran el 5 de agosto de 2000, a Óscar Tulio Lizcano nunca se le había pasado por la cabeza estudiar Filosofía. De hecho, cuando la guerrilla se lo llevó mientras inauguraba una cancha de fútbol en Riosucio, Caldas, el economista estaba a punto de empezar una especialización en Desarrollo Regional en los Andes. Ocho años de cautiverio lo hicieron cambiar de parecer. “En la selva me hice muchas preguntas sobre la vida y comprendí por qué el hombre es la medida de todas las cosas”, cuenta. Después de fugarse con su captor, no quiso volver a saber de política ni de números. 

En enero del año pasado se matriculó en la maestría de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas. “Mi esposa pensó que me estaba enloqueciendo”, reconoce. Al principio fue difícil porque le tocó ponerse al día con la ayuda de un diccionario filosófico. Hoy, a sus 66 años, es uno de los mejores estudiantes de su clase con un promedio de 4,7. Está tan entusiasmado que no solo saca tiempo para estudiar alemán, pues algún día sueña con leer textos de Kant en su idioma original, sino que ya está pensando en hacer el doctorado en la Universidad de Antioquia. 

Una tarea pendiente

Imagenreina Jet Set

El expresidente Ernesto Samper fue el mejor aliado de su esposa, Jacquin Strouss, cuando esta decidió terminar Economía y hacer una maestría en Historia. 

Jacquin Strouss de Samper se animó a volver a la universidad cuando un día se encontró en el aeropuerto al entonces rector de los Andes, Carlos Angulo Galvis. Ella siempre había querido terminar Economía, carrera que dejó a medio camino porque le faltaba la tesis, y por eso aprovechó para preguntarle qué debía hacer. El consejo académico solo le puso dos condiciones: ver un par de materias para actualizarse y presentar un proyecto de investigación. Jacquin aceptó el reto y le quedó gustando tanto que cuatro años más tarde se matriculó en la maestría en Historia. “Mi familia fue un gran apoyo –cuenta–. Mi marido me ayudaba cuando me sentía colgada o teníamos algún compromiso en la noche y al otro día me tocaba llegar a clase de siete”. El esfuerzo valió la pena, pues se siente rejuvenecida después de haber compartido con estudiantes mucho menores que ella. Mientras espera el grado, la ex primera dama está trabajando con un grupo de investigadores en la conmemoración del centenario de la muerte de Soledad Acosta de Samper, una de las intelectuales más importantes del siglo XIX en Colombia.

Como cualquier estudiante 


El empresario Nicanor Restrepo cambió la corbata y el saco de paño por suéter y pantalón de pana para confundirse con los universitarios de la Escuela de Altos Estudios de París. 

Desde que Nicanor Restrepo se graduó de Ingeniería Admi-nistrativa en la Universidad Nacional de Medellín, tenía claro que algún día volvería a ser estudiante. Sin embargo, el trabajo lo absorbió tanto que solo cuando dejó el Sindicato Antioqueño, grupo que lideró durante casi dos décadas, pudo cumplir esa promesa. Después de obtener el Dalf, el diploma necesario para aplicar a cualquier universidad francesa, el empresario, entonces de 62 años, logró un cupo en la maestría de Sociología de la Escuela de Altos Estudios y Ciencias Sociales de París en 2003. “Al comienzo me dio duro sentarme otra vez en el pupitre porque el tema y el idioma eran totalmente nuevos para mí”, recuerda. No desistió y, apenas terminó la maestría, siguió con el PhD en Sociología Política y el posdoctorado en Antropología Visual. A sus 71 años sigue tan activo como siempre: además de integrar varias juntas directivas en Colombia, mantiene sus conocimientos frescos como profesor adjunto del doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Nacional. 

El primíparo 

Guillermo Torres / SEMANA

El senador Carlos Baena acaba de empezar su primer curso de Literatura en los Andes. Así le tome más de ocho semestres, su sueño es terminar la carrera.

La hoja de vida del senador Carlos Baena es una retahíla de especializaciones en Derecho, Administración y Gestión Pública. No contento con ese currículo, este semestre decidió inscribirse en Introducción a los Estudios Literarios en los Andes, una de las materias de primer semestre de esta carrera. “Necesitaba complementar mi formación”, dice. Se aseguró de cuadrar el horario los martes y jueves después de las comisiones y antes de las plenarias del Congreso para no tener que ‘capar’ clase. Aunque a sus 45 años es el estudiante más veterano, no se siente tan incómodo en medio de tantos jóvenes porque su esposa se matriculó en el mismo curso. Por ahora el cofundador del Movimiento Político Mira está feliz con las tres horas de Literatura a la semana, pero la idea es obtener el diploma algún día. “Queremos ver materias poco a poco y somos conscientes de que a ese ritmo no terminaremos en cuatro años, sino en ocho”, admite.