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HOLLYWOOD

Jessica Lange representa el nuevo prototipo de la estrella: la que no usa maquillaje y se unta de barro filmando.

29 de julio de 1985

La realidad cotidiana de los que están atravesando una época difícil en distintas zonas de Estados Unidos, se contempla con avidez en esa otra realidad reconstruida por Hollywood con rabia, con dolor y desesperación, dándole a un entretenimiento como el cine otra dimensión, otro significado. No es simple azar que durante los últimos meses entre las películas más taquilleras en ese país, tres están dedicadas a contar tragedias, problemas, conflictos sociales y dramas que todavía siguen produciéndose en numerosas zonas rurales y urbanas: "En un lugar del corazón" con Sally Field, "El río" con Sissy Spacek y "Cosechas de ira" con Jessica Lange.
Por eso, varias semanas atrás, millones de televidentes norteamericanos debieron sorprenderse con la imagen que nada tenía que ver con el glamour tradicional de las estrellas: Jessica Lange, Sally Field y Sissy Spacek sentadas, sin maquillaje, sin ropa especial, sin reflectores, rindiendo un testimonio iracundo ante una comisión del Congreso que investiga la situación de los campesinos norteamericanos.
No ha sido fácil.
La rubia que ahora escribe, promueve, financia y protagoniza sus películas ayudada por el marido, Sam Shepard, un prestigioso guionista, actor y autor de teatro (trabajó con Wim Wenders en "París, Texas"), la que se ganó un Oscar el mismo año en que estaba candidatizada a otro, la que vivió algunos meses con Misha Baryshnikov hasta tener un hijo con él, tuvo que esforzarse demasiado desde cuando nació en una población de 9.000 habitantes, ubicada en Minnesota y con un nombre sonoro, Cloquet. Una zona rural, llena de conflictos y privaciones que le sirvió de modelo para su personaje y las circunstancias descritas en "Cosechas de ira". Mientras crecia, y estudiaba en el colegio del pueblo, sentía ganas de cambiar, de hacer algo diferente, de dar el salto pero se contuvo y ahora se siente satisfecha de haberse quedado más tiempo en ese sitio cerrado: "Comprendo ahora que mis bases ideológicas, mi sentido del nacionalismo y amor a la tierra vienen de esos años en que quería irme a otro lugar. Pero cada día me convenzo de que nacer y crecer en un pequeño pueblo es saludable no sólo para el cuerpo, sino para el espíritu. Te proporciona una idea concreta de unidad y seguridad familiar porque nosotros seguimos dirigidos por los abuelos que tienen más de 90 años".
Se ganó una beca para estudiar arte en la Universidad de Minnesota y conoció al que sería el primer marido, un fotógrafo español llamado Paco Grande con quien se casó. Interrumpió sus estudios y comenzó una serie de viajes por Suramérica y Europa vagando hasta encontrar un sitio fijo en Nueva York. Cansada de tantos viajes descubrió que podía concretar el deseo frustrado de muchos años actuar, y se unió a un grupo dirigido por el bailarín Ellie Klein con quien aprendió distintas formas de la danza y sobre todo, de la mímica.
Ser un mimo profesional, aún en Nueva York, no es fácil y Jessica Lange tomó una decisión casi suicida. Con 200 dólares se fue a París a seguir estudiando con el maestro Etienne Decroux. Durante dos años lo aguantó todo y cuando estuvo segura de su profesión regresó a Nueva york .
Por supuesto, al encontrar trabajo, no tenía nada que ver con la mímica: entró como camarera en un restaurante del Village, trabajó algunas horas diarias como modelo y en la noche estudiaba actuación con Warren Robertson y Herbert Berghoff. Un día el productor Dino de Laurentis, quien buscaba un rostro hermoso pero desconocido para su nueva película "King Kong", se fijó en unas fotos de la rubia que estaban en una revista de modas. Quedó seducido; la llamó, la contrató por siete años y la lanzó internacionalmente como esa rubia tonta por quien el enorme gorila se siente fascinado.
Profesionalmente "King Kong" no significó nada, pero un director llamado Bob Fosse la vio en esa película y la contrató para interpretar al Angel de la muerte, siempre vestida de blanco, en "All that Jazz". Enseguida vino una película mediocre, "Cómo combatir el alto costo de la vida", que ya nadie recuerda.
Y se presentó el salto.
Bob Rafelson, el mismo que fue fotografiado en un río colombiano, muerto de frío y desnudo, la llamó para interpretar a la esposa infiel de "El cartero llama dos veces".
La película, el director, el actor y ella, la estrella que por fin encontraba una historia que permitiera demostrar su talento dramático, ya forman parte de la leyenda.
En medio de la fama y las críticas favorables y las entrevistas y las carátulas y los affiches que mostraban buena parte de su cuerpo, ella recordó una idea que desde hacía varios años le venía rondando: una película sobre la actriz France Farmer, una auténtica rebelde de los años 30 que hizo lo que quiso y sobre quien Hollywood se ensañó sin piedad alguna.
Le llevó el proyecto a varios directores, incluyendo a Bob Fosse y Rafelson, quienes se sintieron asustados. Pero Graeme Clifford, el editor de "El cartero llama dos veces", la escuchó con atención y pusieron en marcha la idea de lo que se convertiría en una de las mejores películas realizadas por Hollywood sobre Hollywood. Ella fue candidatizada al Oscar por este personaje, roto y perseguido. Pocas semanas después de finalizado el rodaje, comenzó "Tootsie", al lado de Dustin Hoffman y con este personaje ingenuo, alegre, de quien el travesti se enamora, se ganó un Oscar como mejor actriz secundaria.
Mirando los periódicos y los noticieros de televisión, Lange se enteró de las batallas campales que los pequeños agricultores, extorsionados por los bancos y el Gobierno, sostenían en distintas zonas rurales de los Estados Unidos. Recordó qué problemas similares se habían vivido en su estado natal de Minnesota y comenzó a darle vueltas al proyecto, consultando con amigos, hablando con campesinos, conversando con quienes estaban en problemas, hasta concebir el personaje principal de "Cosechas de ira", Jewell Ivy, que evoca a su abuela, una mujer recia que tuvo que enfrentarse a todos para defender lo poco que tenía.
Inspirada en "Las uvas de la ira" y algunas películas y novelas que toman las relaciones tensas entre agricultores y prestamistas como un símbolo de la Norteamérica exprimida, consiguió el dinero, comenzó a redactar el guión.
Luego vino el rodaje, pero algo no marchaba. Desesperada, llamó a su actual marido, Sam Shepard, y la caballería acudió en su ayuda. Shepard, un hombre que tiene fama de malgeniado, llegó, despidió al director, al actor principal y al guionista, y durante tres días se encerró con Lange en un trailer a reescribirlo todo. Llamaron otro director, Richard Pearce, el mismo Shepard tomó el papel del marido que sucumbe en los momentos más difíciles y la producción emprendió de nuevo la marcha. En medio de las peores dificultades locativas y venciendo la desconfianza de los campesinos de Iowa, quienes se sentían al principio manipulados por la película, Jessica Lange logró finalizar "Country", como se llama originalmente.
Guionista, productora, directora, financista, mujer de un actor, ex esposa de un bailarín, madre de dos niños, ganadora de un Oscar y convencida de que el cine es algo más que un entretenimiento, Jessica Lange es el nuevo prototipo de la estrella de Hollywood: la que no usa maquillaje y anda con botas y se ensucia de fango mientras filma.