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La fiebre que causa ha llevado a los marselleses a agotar las neveras portátiles . | Foto: A.F.P.

PERSONAJE

Marcelo Bielsa, genio y figura

El loco Marcelo Bielsa consigue con las uñas éxitos imposibles. Su Olympique de Marsella arrasa en Francia ante equipos armados con millones de dólares.

25 de octubre de 2014

“La    comodidad no es su hábitat. Marcelo Bielsa no está programado para las zonas de confort”, escribió el periodista Roman Iucht. Pocos meses llevaba al frente del Olympique de Marsella y sus declaraciones ya causaban revuelo: “Creo que el presidente me hizo promesas que sabía que no podía cumplir”, afirmó. Ante la tormenta, Vincent Labrune, el presidente, disipó rumores de crisis asegurando que sabía cómo actuaba el técnico, y que si ganaban todos iban a ser felices.

Empezó mal, pero ya suma ocho victorias seguidas y le saca siete puntos al segundo, el campeón y rival Paris St. Germain, cuyo plantel vale 392 millones de euros.

Falta camino para el Olympique pero con el plantel que recibió, Bielsa armó un equipo que con menos le disputa a los parisinos. Lo hace con jugadores que no entienden su idioma, por lo que destaca a su intérprete como su gran asistente. El loco es obsesivo y a sus 59 años deja todo por los colores que defiende. La prensa lo sigue,  los jugadores lo admiran y entre los fanáticos es un ídolo: las neveras portátiles, como en la que se sienta al dirigir, ya se agotaron en la ciudad.

Miembro de una familia de renombre en Rosario (su abuelo fue uno de los patriarcas del derecho administrativo argentino y su hermano Rafael fue canciller), el Newell’s Old Boys de sus amores lo vio llegar a la final de la Libertadores en 1992 (recién donó 2 millones de dólares al club, cuyo estadio lleva su nombre). Como seleccionador argentino arrasó en la eliminatoria, pero fue sacado en primera ronda de Corea y Japón. Su paso por Chile lo ratificó como ídolo, si bien no superó a Brasil en Sudáfrica 2010, y en el país Vasco, cuando asumió al Athletic de Bilbao, lo llevó a competir en dos finales que nadie esperaba. Los equipos de Bielsa suben y enamoran, pero después de un tiempo desfallecen ante la intensidad del estratega.  ¿Cuánta gasolina tendrán los jugadores del Olympique para el proyecto? Por ahora, todos felices.