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OVEJA CON PIEL DE LOBO

Una aproximación a la controvertida Imagen de Bernardo Gaitán Mahecha, ténico político

11 de octubre de 1982

En los corrillos del Congreso, en los pasillos alfombrados de Palacio y sobre las tablas crujientes del vetusto edificio de su ministerio, se especulaba frenétivamente sobre la conducta que adoptarían los ministros y él concretamente, ante la decisión de la Junta de Parlamentarios. Pero él, Bernardo Gaitán Mahecha, el más lopista de los seis ministros liberales, estaba en cama, con 40 grados de fiebre, víctima de una pielonefritis aguda.
"Los únicos consejos que te puede dar son médicos y no políticos", le había dicho por teléfono el lunes anterior el expresidente López, "porque yo tambien sufro de lo mismo". Cuarenta y ocho horas después, López proponía, a la junta de parlamentarios liberales, que se "autorizara" a sus copartidarios para participar en el gobierno pero a título personal y en calidad de técnicos.
"Autorizar es un verbo transitivo, por lo tanto es un verbo político", pensó Gaitán Mahecha. Rápidamente, dividió a los políticos en categorías: "hay técnicos, como el doctor Urrutia; hay políticos, como el doctor Guerra Serna: hay técnicos políticos, como yo, y hay políticos técnicos, como los expresidentes".
Así, enfundado en una piyama azul, con su serio vestido gris colgado en el solterón de madera, recibió al enviado de SEMANA. que tenía la difícil misión de trazarle un "perfil" precisamente en el momento en que Gaitán se convierte en uno de los hombres clave dentro de la administración. Una carta suya dirigida al Procurador, a raíz del auto de un juez que archivaba en Medellín un expediente contra Félix Correa pidiéndole vigilancia más activa de los procesos relacionados con el escándalo financiero, le había convertido en uno de los personajes de la semana.

CARTAS TAPADAS
Gaitán al dejar la alcaldía de Bogotá esperaba regresar a la vida pública como concejal, dos años más tarde. Pero el destino le jugó con cartas tapadas; perdió la elección por 300 votos. Candidato más tarde al Senado en la "lista Bandera" tampoco tuvo éxitos y sólo hasta el 5 de agosto pasado, cuarenta y ocho horas antes de la posesión, se enteró de que el presidente Betancur lo tenía en sus cuentas ministeriales, al ofrecerle la cartera de justicia.
Nadie creería, conociendo su carácter, que detrás de ese rostro adusto se esconde un antiguo jugador de frontón, ocho veces abuelo y tan aficionado a García Márquez que ya se leyó los "Textos Costeños" recopilados por Jacques Gilard. Este hombre, a quien los alumnos temen, los funcionarios obedecen y que enfurece a sus contradictores, posee en realidad un fino sentido del humor: está completamente convencido de que su disciplina y seriedad se deben a su condición de Cáncer dentro del horóscopo.
Ese es Bernardo Gaitán Mahecha. Profesor de derecho penal y constitucional, antiguo Inspector General de la Administración Lleras Camargo, fundador del Departamento de Intendencias y Comisarías colado en la administración López, mil batallas en el foro y nuevo ministro de Justicia del presidente Betancur, a pesar de que no figuró en las cábalas de los periodistas.

GAITAN GAITANISTA
El turbulento final de los años cuarenta no tomó a Gaitán por sorpresa. Ya en el final de su carrera, el virus de la política se le habia inoculado en la sangre. Era gaitanista, él, de apellido Gaitán, y seguía la figura del caudillo liberal por plazas públicas, conferencias privadas y los famosos "viernes culturales" de la época.
Otros nombres que años más tarde resonarían en el panorama nacional le acompañaron durante esos años de universidad: Hugo Escobar Sierra, Luis Acero Jordán, Bernardo Machado, Elena Páez del Río... La Universidad estaba por entonces en la calle 10. Luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el futuro ministro inició su carrera de abogado bajo el adverso signo de las administraciones conservadoras. Los abogados comenzaban entonces en forma muy diferente a la de hoy; los procesos penales que se ventilaban en audiencia pública con intervención del jurado eran muy sonados. No era como ahora, que nadie se da cuenta de que eso existe; todos los días hay varias audiencias que pasan inadvertidas. Pero en aquella época, el prestigio profesional se hacía a través de ellas. Y Gaitán tuvo oportunidad de participar en muchas.
La primera y más sonada fue la referente al caso del millonario Navarro que había sido secuestrado y extorsionado. El proceso se adelantaba contra sus captores era el año 52, tal vez 53 y nadie quería defenderlo. A Gaitán Mahecha lo nombraron defensor de oficio, en lo que constituyó un famoso proceso y un grupo de famosas audiencias que le abrieron las puertas del prestigio en materia penal.
Años después, tras haber participado en la primera administración del Frente Nacional en un cargo que era como una procuraduría interna del gobierno, formó parte de esas huestes de políticos agresivos del M.R.L.
Acompañó a Belisario Betancur en su primera candidatura presidencial cuando el grueso del liberalismo lo hacía por Misael Pastrana, los costeños por Sourdus y los liberales anapistas por Rojas Pinilla. Esa que le reportó 490 mil votos, cuando los liberales tenían la opoción de escoger entre Pastrana, Sourdis y Rojas Pinilla.
En 1976, López Michelsen lo llevó a la alcaldía de Bogotá. Durante los dos años que Gaitán permaneció en ella, suscitó los más agitados debates y las controversias más ácidas. Fue un alcalde combativo, administrador, cuya gestión se reflejó más en las medidas que en las obras realizadas. Al igual que Escobar Navia en Cali Gaitán Mahecha intentó "disciplinar" la ciudad. Pero no le fue tan bien como a su colega, porque los bogotanos se negaban a cruzar la calle por los semáforos y a hacer cola para tomar los buses. Logró imponer, eso sí, la costumbre internacional de cerrar bares y sitios de diversión a determinadas horas de la madrugada. Su administración estuvo acorde con el carácter de Gaitán, eminentemente legalista. Salió de ella con la firme intención de continuar su estilo desde el Concejo, pero dos años después, en 1980, perdió la elección por 300 votos. Entonces, oculto en su cátedra y en su despacho del centro de la ciudad, Gaitán Mahecha pareció oscurecerse un poco. Acompañó a López, por lealtad política, en su intento presidencial y parecía haberse olvidado ya de cualquier figuración política, cuando Betancur lo llamó, la antevíspera de su posesión, para que ocupara el Ministerio de Justicia dentro de la cuota liberal de su administración. Fue una sorpresa para sí mismo.

LAS ESPINAS DEL HIGADO
Y debió encontrarse con uno de los asuntos más espinosos de los últimos tiempos en materia judicial: los procesos que se les seguían a varios responsables de los recientes descalabros financieros estaban en peligro de empantanarse. "El asunto es muy sencillo, dice Gaitán. El ministro de Justicia recibió una carta, firmada por el gerente del Banco de la República, Rafael Gama Quijano, y por el superintendente bancario, Germán Botero de los Ríos. Ellos solicitaban al gobierno nacional que interpusiera sus oficios para que se tomaran las medidas de parte de la justicia, respecto de la protección de los interes del Banco de la República, que habían sido afectados con motivo de los hechos ocurridos en el grupo financiero Colombia. Poco tiempo después se recibió un memorando suscrito por el superintendente, en el cual se me denunciaron unas serie de hechos y la existencia de una cantidad de procesos, entre ellos uno a cargo del juez 34 de instrucción criminal de Medellín otro a cargo del juéz 22 de la misma ciudad, otro a cargo del juez 67 de Bogotá, otro a cargo del juez 79... y se denunciaron ciertas irregularidades, Se le pedía al gobierno que en uso de su atribuciones constitucionales, hiciera lo que fuese de su competencia".
Ese fue el origen de la carta que Gaitán Mahecha, como ministro de Justicia, dirigió al Procurador General de la Nación, jefe del Ministerio Público, el cual se ejerce "bajo la suprema dirección del gobierno" según la Constitución. Gaitán se limitó a pedir al procurador que se hiciera parte en esos procesos, particularmente en el del juzgado 34 de Medellín, que había sido archivado.
Aunque en medios judiciales se dijo que el proceso debía ser archivado de todas maneras, Gaitán Mahecha fue claro al decir que él no había hecho juicios de valor sobre esos sumarios, ya que no podía conocerlos. "Yo no se si habría o no mérito para archivarlos. Yo me limité a informarle a la procuraduría que ese proceso, que había tenido como fundamento la denuncia de la superitendencia bancaria, que contiene unos hechos muy graves, había sido archivado. Se le pide al procurador que vaya él o alguno de sus delegados, y mire por qué lo archivaron. Eso es todo. Es perfectamente normal, era lo que había que hacer, y yo no podía dejar de hacerlo"

Eso no quiere decir que a Félix Correa se le haya encarcelado gracias a la carta que escribió el ministro. El cree que lo sucedido fue "un fenóMeno coincidencial. El proceso del juzgado 79 de Bogotá iba muy adelantado; el proceso del juez 22 de Medellín también; con la intervención de los agentes del Ministerio Público, esos procesos se reactivaron, se pusieron de moda, los jueces libraron las órdenes de captura. Pero el gobierno no es parte de los procesos"
Se ha expresado el temor, le anotamos, de que el arresto de Correa y de Mosquera, el antiguo gerente del Banco del Estado, repercutan en una escalada de acciones de la justicia dentro del sector financiero. "El caso del Grupo Grancolombiano, por ejemplo, es un proceso que lleva mucho tiempo, más de dos años, que ya fue fallado en primera instancia y que se encuentra en el Tribunal Superior de Bogotá, sin que tenga nada que ver con los demás. Son fenómenos bien distintos "
Ese Gaitán Mahecha, que conserva a su lado, en su lecho de enfermo, la Constitución, que diferencia entre autopréstamos y quiebras en fondos de inversión, que cita artículos y leyes con la facilidad de un prestidigitador, cuya alta capacidad ejecutiva es bien temida y deseada por muchos, y tiene detrás a otro Gaitán Mahecha. Un Gaitán que ha leído todo lo que un hombre debe leer, que vive al día con todas las corrientes literarias, que escribe ensayos políticos, económicos y jurídicos, que cometió poemas en su juventud, cuando con sus amigos fundó una academia literaria, y que es el mismo alcalde peatón, que cruzaba a pie la Plaza de Bolívar, y ahora camina desde el ministerio hasta el Palacio de Nariño, afirmando sin retos que su único deporte, después del abandonado frontón, es el subir y bajar escaleras y que el hecho de tener "cara de cuchillo", no significa necesariamente cortar.