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LA PIPA DE LA PAZ

TRAS HABER LOGRADO UN CESE AL FUEGO, EL RETO PARA EL GOBIERNO Y LA GUERRILLA GUATEMALTECA ES DESARMAR LOS ESPIRITUS

29 de abril de 1996

Un encuentro furtivo el último domingo de febrero fue el primer paso. El presidente guatemalteco Alvaro Arzú se reunió con cuatro comandantes guerrilleros en México. Luego, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca anunció su cese unilateral al fuego. Después, el mandatario hizo lo propio: ordenó a las fuerza armadas que suspendieran las acciones en contra de la insurgencia. Así, despertó súbitamente el proceso de paz que había caído en un período de letargo, tras cinco años de negociaciones para terminar la virtual guerra civil que ha desangrado a ese país durante 35 años.Las conversaciones en Guatemala se iniciaron en 1991 más por seguir la tendencia de los países vecinos que por el convencimiento de las partes de que había llegado el momento de callar las armas. Eso parece comprobado por el hecho de que durante estos cinco años hubo mucho diálogo pero poca comunicación y ningún acuerdo a pesar de que, tozudamente, tanto el gobierno como la guerrilla seguían sentados en la mesa de negociaciones. La única variación hasta ahora había sido un cambio de escenario, de España a México. Entre tanto el conflicto continuaba: la guerrilla seguía realizando ataques a la infraestructura del país mientras que el gobierno utilizaba toda su poder militar para reprimir a los insurgentes.Por eso muchos se preguntan ahora qué es lo que ha cambiado en Guatemala para pensar que le llegó el momento histórico a la paz. Muy pocos podrían dar una respuesta precisa. El último ciclo de conversaciones, iniciado por el ex presidente Ramiro de León Carpio, había quedado estancado en el tema de las reformas socioeconómicas. En más de 10 meses de conversaciones del último tramo las partes no habían podido lograr un acuerdo sobre un nuevo orden social y una política de tenencia de la tierra. Para otros las razones por las cuales ahora se puede alcanzar un acuerdo son muy simples: la guerrilla está derrotada militarmente y su única forma de maniobrar que le queda es el espacio político. Es decir que está dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias para salvar algo de su proyecto, y en estas circunstancias lo único es firmar un acuerdo de paz.Sin embargo los ciudadanos comunes y corrientes y los analistas políticos aseguran que la derrota militar de la insurgencia no es suficiente para alcanzar la paz. En las ciudades, la gente está más preocupada por la violencia urbana que por el conflicto armado; la paz para ellos es poder caminar por la calle sin temer a los atracadores. Los académicos son más amplios en sus explicaciones; ellos sostienen que en este país hay otros elementos generadores de conflicto aparte del puramente social como la delincuencia organizada y el narcotráfico. Aseguran que éstos van a poner todo su empeño para que el Estado no pueda ejercer su dominio en las zonas rurales.Por otra parte hay que tener en cuenta que alcanzar la paz no sólo depende del gobierno y de los grupos que se encuentran por fuera de la ley sino de la ciudadanía en general, en medio de la cual no falta la tendencia que sostiene que al país sólo lo salva la autoridad y la mano dura por parte del gobierno. Otros actores fundamentales son los terratenientes que claman por la expulsión, por cualquier medio, de los campesinos que han invadido las tierras improductivas. Pero hay voces aún más escépticas que aseguran que el presidente Arzú, mucho más que voluntad para lograr la paz, por lo menos requerirá 1.000 millones de dólares para financiarla. Por lo pronto, la cancillería guatemalteca ha iniciado acercamientos con los países europeos para buscar esos recursos.Si los hechos siguen desarrollándose con el actual impulso y con el ímpetu con que las partes iniciaron una nueva ronda de negociaciones el miércoles pasado, es probable que la paz se firme este mismo año. El ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Stein, propuso la fecha del 15 de septiembre, día del aniversario de la independencia centroamericana de España. De ser así, Arzú podría pasar a la historia. Ese hombre que asumió el poder a mediados de enero y que ganó por un estrecho margen a Alfonso Portillo _candidato que contaba con el respaldo del ex dictador Efraim Ríos Montt_, lograría su objetivo. También habría laureles para la Organización de las Naciones Unidas _ONU_, que además de servir de mediador en el proceso, encargó a sus tropas la tarea de velar por el respeto de los derechos humanos. Esta misión ha sido una de las actuaciones más decorosas que en los últimos años han tenido los Cascos Azules, pues no fueron testigos inermes de un desangre salvaje, como ocurrió en Bosnia, Ruanda o Somalia. Pero quién sabe si al final del proceso gane la gente, pues para ello es inminente que no se repita lo que ocurrió en El Salvador o Nicaragua, donde la guerra terminó pero aún no ha llegado la paz. Y para Colombia se trata de un proceso muy importante, porque demuestra que no importa la antigüedad de un conflicto ni la complejidad de la situación, si hay voluntad de terminarlo. nn En la ciudadanía hay quienes promueven la mano dura del gobiernoPor lo que parece, la nueva fuerza de las conversaciones de paz se debeßa que la guerrilla está derrotada militarmente.