Home

Nación

Artículo

Los Pizano tuvieron que soportar las consecuencias del trabajo y denuncias que adelantó Jorge Enrique Pizano. | Foto: Archivo particular

PORTADA

La tragedia de la familia Pizano

¿Qué pasó para que Jorge Enrique y su hijo Alejandro Pizano murieran con tres días de diferencia? ¿Quién puso una botella envenenada en el escritorio del primero? Su esposa y sus hijas le contaron a SEMANA las misteriosas circunstancias de lo ocurrido. Exclusivo SEMANA.

18 de noviembre de 2018

La tragedia que desde el jueves de la semana pasada se posó sobre la familia Pizano Ponce de León tiene conmovidos y estupefactos a millones de colombianos, quienes han sentido como suya la muerte de Jorge Enrique Pizano y la de su hijo, Alejandro. Lo ocurrido es aún un misterio y fuente de todo tipo de teorías, desde las más macabras y conspirativas hasta las más simples y cotidianas. El padre, que se había convertido en el testigo clave del escándalo de Odebrecht, murió de un infarto mientras se afeitaba en el baño, y, tres días después, su hijo de 31 años, quien iba a revelar públicamente lo que su padre sabía, murió envenenado con cianuro, luego de beber una botella de agua abierta y empezada que estaba sobre el escritorio de su padre. La doble tragedia familiar, las sospechosas circunstancias de sus muertes, la relevancia de su testimonio ante la Justicia, entre otros, han hecho que esta noticia le dé la vuelta al mundo y tenga aterrados a los colombianos.

Escuche a María Jimena Duzán contar cómo y por qué Pizano la buscó para entregarle estos documentos. "Es mi deber que las cosas sean como son". el dijo el hijo de Pizano después de su muerte. 

Pizano papá, quien el día siguiente a su muerte iba a cumplir 57 años, se había convertido en uno de los testigos clave no solo contra Odebrecht, sino contra Corficolombiana. Esta empresa lo había contratado en 2010 como controller (auditor) en la concesionaria Ruta del Sol II para que garantizara el buen uso de los recursos en la concesión más grande firmada en la historia del país, 528 kilómetros por un costo superior a 1.200 millones de dólares. El jueves 8 de noviembre, Pizano murió de un infarto fulminante en el baño de su finca en Subachoque. Allí había tenido que refugiarse para superar la compleja situación económica y personal resultante de su solitaria lucha por demostrar su inocencia y para que se supiera la verdad de ese capítulo de Odebrecht en Colombia.

La difusión de una entrevista que le había dado meses atrás a Noticias Uno junto al audio de un encuentro que sostuvo en 2015 con su amigo, el entonces abogado y hoy fiscal general, Néstor Humberto Martínez, causaron una enorme conmoción. También lo hizo la noticia de la muerte de su hijo Alejandro, ocurrida el domingo 11 frente a su esposa, Eugenia Gómez, con 19 semanas de embarazo, quien presenció el envenenamiento y trató de socorrerlo mientras agonizaba en sus brazos. Alejandro, su esposa y su hermana María Carolina, de 25 años, habían llegado el viernes de España para el entierro de su padre, sin saber que la tragedia iba a mitad de camino.

Le sugerimos: Escuche los audios sin editar de las dos conversaciones entre Pizano y Martínez

Familia Pizano. Foto: Archivo particular. 

La situación de la familia Pizano, en especial la de Jorge Enrique, era más que compleja, como reconoce Inés Elvira Ponce de León. Ella y sus hijas decidieron hablar con SEMANA sobre lo ocurrido para que no circulen más especulaciones, mentiras ni imprecisiones. Para las mujeres de la casa, los líos judiciales y escándalos de Odebrecht, Corficolombiana o Ruta del Sol son un problema de la justicia y no de la familia. A ellas solo les queda el dolor y el vacío de haber perdido en tres días a los dos hombres del hogar.

Familia Pizano en unas vacaciones. Foto:Archivo particular.

“Jorge Enrique estaba supremamente deprimido, triste, derrotado. Habíamos tenido que vender el ‘penthouse’ en el que vivíamos cerca al Gimnasio Moderno para pagar deudas y comprar otro pequeño y viejo que estábamos remodelando. Mi sorpresa es que, cuando finalmente se hizo el negocio, nuestro apartamento estaba hipotecado. Mi esposo, Macas, lo había tenido que hipotecar sin contarle a nadie para mantener los gastos familiares y de su defensa. No encontraba trabajo, buena parte de sus amigos lo habían abandonado y sentía miedo, pensaba que en cualquier momento algo le podía pasar o que la Fiscalía lo iba a detener”, dice su viuda.

Los Pizano tuvieron que trastearse a su finda de recreo en Subachoque cuando tuvieron que vender su ‘penthouse’ para pagar deudas y poder vivir. Aún así la familia quedó endeudada. En este escritorio apareció la botella de agua con cianuro.

Jorge Enrique Pizano estudió Ingeniería Civil en la Universidad Javeriana y trabajó varios años en empresas constructoras, hasta que el destino lo puso en el mundo que le apasionaba: el de las compañías de acueducto. Vivió en España por una temporada como ejecutivo de Aguas de Barcelona. Cuando esta empresa decidió, junto con muchas otras de la península, comenzar una nueva reconquista en los años noventa, le ofrecieron trabajar en Barranquilla, donde habían comprado el acueducto municipal.

Pizano y su esposa. Foto:Archivo Particular. 

Y él aceptó y se radicó en esa ciudad con su familia. Un par de años después, Canal de Isabel Segunda se quedó con la empresa, en la que estuvo hasta que renunció, cansado de los manejos administrativos de los nuevos dueños. De hecho, el año pasado investigadores de España y Colombia lo buscaron para que contara lo que había pasado en el escándalo de Inassa, Tiple A y Canal.

Familia Pizano. Foto:archivo particular. 

Para leer el artículo completo haga clic en este enlace, si no está suscrito registrese aquí.