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LA RECTA FINAL

¿Dónde está la franja de electores que deciden el triunfo? Belisario tiene su idea. López también. Cada uno la busca a su manera. Inclusive Galán.

7 de junio de 1982

¿Apatía en las masas? Ninguna. En esta campaña electoral, que ahora entra en su última curva, las multitudes han salido caudalosamente en todas las plazas del país, apagando con su estrépito el eco de las aisladas bombas, que aquí y allá, tercamente, hacen estallar los movimientos subversivos.
Ningún candidato puede quejarse. A Belisario Betancur, sudoroso y con guayabera tropical, la costa, fortín lopista, lo recibe bien. López, por su parte, llena las plazas de la zona cafetera, región que los belisaristas consideraban propia. Galán, cambiándose en cada lugar la camisa roja, conoce aclamaciones en regiones que el 14 de marzo no le fueron electoralmente generosas. Y hasta la izquierda que rodea al profesor Gerardo Molina puede darse por satisfecha: su candidato es escuchado en todas partes con respeto. Molina, el venerable, tiene cosas serias que decir.
¿Entonces? hay que decir por lo pronto que las plazas llenas constituyen un buen indicio de la salud democrática del país, pero no dan mayores pistas sobre las opciones de cada candidato.

LA ESQUIVA FRANJA
En realidad, el país político liberal y conservador, que se movilizó en su totalidad en las elecciones legislativas del 14 de marzo, ya está medido, contabilizado. En buena parte, sobre todo en provincia, es el país que acude a las plazas públicas, el que hacé gritar a los candidatos hasta que estos acaban por perder la voz. Importante, sin duda, pero no decisorio.
La decisión corresponde esta vez a la esquiva franja que desdeña muchas veces las elecciones legislativas, pero que acude discretamente a las urnas en las elecciones presidenciales.
A esos electores se dirigen los cuatro candidatos con mucha más compostura que en las plazas, a través de las sucesivas rondas de intervenciones televisadas.
La estrategia es distinta, como también el tono que cada candidato está utilizando.

LOPEZ
López Michelsen aborda esta tercera campaña presidencial de su carrera política (la primera, en 1962, lo enfrentó a Guillermo León Valencia; la segunda, en 1974, lo llevó al poder) con un estilo muy diferente al de sus primeros tiempos, cuando estaba en las barricadas del MRL.
Sobrio, analítico, realista, se presenta como el más estadista de los cuatro. No cree ni en la demagogia ni en los requisitos cosméticos que los expertos en campañas políticas recomiendan.
Cualquier observador advierte de entrada que se propone marcar distancias frente a su adversario Betancur, cuya campaña, generosa en ofertas, tiene ese tinte populista y muy poco ortodoxo en términos de pura doctrina, que ha crispado siempre, y crispa aún, a muchos de sus copartidarios, incluyendo a su socio político Gómez Hurtado.
López habla en la televisión de la misma manera que lo hace en los foros universitarios. Evidentemente le interesa demostrar su conocimiento de los problemas y sólo ofrece lo que considera factible. Para él la inexperiencia administrativa de Bentacur es su talón de Aquiles y quiere demostrarlo. Sutilmente en la TV, abierta y cáusticamente en las plazas.
Palabras duras, que reflejan el fondo de un pensamiento y el sentido de su estrategia electoral. En su primera intervención televisada, López Michelsen, se propuso poner en tela de juicio la credibilidad de Betancur, explicando detalladamente por qué los dos pilares de su campaña, la vivienda sin cuota inicial y la universidad a distancia, carecían de fundamento.

BETANCUR
Betancur intentó demostrar que su proyecto es viable. Presentó delante del televidente toda clase de datos cifras y argumentos, que aun cuando rebatibles para los entendidos, sirven de base a su nuevo lema publicitario del "sí se puede" (ver sección publicidad).
La frase se convirtió inmediatamente en el leit motiv de la campaña belisarista. En realidad, la estrategia de Betancur se sitúa en el polo opuesto a la de de López. Grosso modo, consiste en decirle a la masa lo que quiere oír, en un tono a la vez intimista y paternal. En este sentido ha aprovechado bien la información de las encuestas. No hay hombre o mujer de extracción popular en las zonas urbanas que no haya cultivado el sueño de adquirir una casa sin cuota inicial. En esto no hay duda de que ha sido efectivo, pues con ello consigue dar la impresión de identificación y la cercanía con los problemas cotidianos de los sectores populares.
Todo ello a nombre de un gobierno nacional en donde la palabra "conservador" aparece lo menos posible.
En vano, el empecinado Alvaro Gómez Hurtado, habla donde quieran oírlo, del fracaso de los gobiernos liberales y de la alternativa color azul de Prusia del partido conservador representada por su candidato. Belisario Betancur deja que esta voz disonante naufrague en las columnas de "El Siglo". El no se ve solamente azul, y mientras Gómez y Pastrana cuidan sus propias tropas, Belisario se adentra en otros sectores políticos. Es uno de los pocos conservadores que ha logrado raspar en las canteras electorales de otro partido. En 1978, por ejemplo, en proporción suficiente para cortale la respiración, durante unas horas al estado mayor de Julio César Turbay.

GALAN
Esta vez, sin embargo, hay un tercero en discordia. Luis Carlos Galán es el enfant terrible y también el boy scout de esta campaña. Actuando por fuera de la lógica política tradicional, ha quemado sus naves con el establecimiento político.
No le queda alternativa diferente que derrotarlo. Su proyecto es futurista, y sus seguidores lo saben. Para Galán, las elecciones de este año, son apenas una rampa de lanzamiento, una etapa y no una meta. Después del 14 de marzo, ha perdido, por una parte, algunos concejales elegidos bajo su nombre, así como liberales de provincia alarmados por la división del partido, mientras sus seguidores, especialmente los jóvenes, están dispuestos a acompañarlo a lo que el mismo llama "sus últimas consecuencias".
Sus intervenciones de TV, especialmente la primera, han sido de excelente efecto. En sus cálculos realistas, él espera obtener 700.000 votos. Sus entusiastas asesores, Emilio Urrea y Lara Bonilla, viéndolo naufragar en brazos de electores fervorosos, que le están saliendo, como a todo el mundo, en provincia, mencionan la cifra mágica de un millón.
Detrás de él, hay importantes del partido que lo alientan abiertamente: por ejemplo, el ex-Presidente Lleras Restrepo, quien con una prudencia paternal prefiere no comprometer la independencia de Galán, evitando aparecer al lado suyo en las plazas públicas.
En su fuero interno, está convencido de que el partido debe caerse. Piensa en la derrota como en un baño expiatorio, tan amargamente ve la posibilidad del regreso al poder de López Michelsen. Sobre la derruida maquinaria política de su partido, espera con Galán, un renacimiento político.

OPCIONES
Tales son, pues, las estrategias de los candidatos. ¿Cuáles son sus opciones al llegar, como ahora, a la recta final de la campaña? Los lopistas, por su parte, admiten victorias conservadoras, sólo en 4 de los 23 departamentos:
Nariño, Boyacá, Norte de Santander y Caldas. Observadores políticos consideran este cálculo optimista, pues Julio César Turbay perdió en ocho departamentos hace cuatro años.
Se anticipan sorpresas en el comportamiento electoral tradicional de algunos departamentos. En Antioquia, por ejemplo, tierra de Belisario, en donde Turbay perdió cien mil votos, los dirigentes lopistas están contando con un triunfo de López.
Por otro lado, el Valle, abrumadoramente liberal en el pasado, registró un sorprendente aumento en la votación conservadora en las elecciones de marzo. Los márgenes tradicionales de mayoría que el partido invariablemente aportaba, seran esta vez más estrechos. En Huila, no obstante una victoria liberal en marzo, parece que hay posibilidades de un triunfo conservador en mayo.
En Bogotá, a pesar de problemas de organización, se ve una lenta recuperación del liberalismo oficialista, después del desastre electoral del 14 de marzo. Sin embargo, con la alternativa de Galán presente, una victoria lopista está aún distante. En todo caso los partidarios de López cuentan con que cualquier déficit en Bogotá sería compensado por Cundinamarca, en donde sus fuerzas se han venido fortaleciendo.
López seguramente ganará en los siete departamentos de la costa, que le han sido tradicionalmente fieles. Sin embargo, la clave está en el margen de victoria. Este margen ha sido considerado tradicionalmente el sobregiro del partido liberal, ante cualquier eventualidad en el resto del país.
El mantenimiento de este amplio margen depende de que los dirigentes políticos locales puedan repetir los scores de marzo. Betancur conoce esta situación. Por eso ha lanzado una ofensiva de relaciones públicas dirigidas a la Costa, presentándose familiarizado con su geografía y sus problemas.
López inició su recta final en la segunda etapa de la campaña con una ventaja ya adquirida en marzo, de aproximadamente 250.000 votos. A estos se han sumado unos cien mil votos, de galanistas y sectores independientes, que no lo acompañaron en la primera.
Los conservadores, por su parte, aspiran a superar estra franja por medio de un gran aumento en la votación de mayo. Al respecto señalan que esta fue de cerca de 700.000 votos en 1978, y la posibilidad del triunfo se basa en la convicción de que en esta oportunidad, podría repetirse.
Los seguidores de la candidatura liberal no lo ven posible. Recuerdan que, como dice el mismo López, los conservadores ya "rasparon paila". Recuerdan también que en 1978 Betancur, pese a haber partido de las elecciones de marzo con un margen de ventaja sobre Turbay de 200 mil votos, perdió las elecciones presidenciales. En esta oportunidad es López quien arranca con una ventaja de 350.000 votos. Además, liberales desafectos que hace cuatro años, por falta de otras alternativas, votaron por Belisario, ahora en buena parte están matriculados en la candidatura de Galán.
Desde luego, tal como está la situación, en las tres semanas siguientes muchas cosas pueden ocurrir. Se anticipan hechos importantes, como la adhesión de "El Tiempo" a la candidatura de López y probablemente, según se rumora con insistencia, el pronunciamiento público, en el mismo sentido, de García Márquez. Los conservadores cuentan esencialmente con otro tipo de factores a su favor en especial con la posibilidad de que la franja electoral decisoria se movilice con base en las apariciones de televisión, en las cuales consideran que su candidato tiene ventajas.