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De acuerdo con el reporte de Medicina Legal, Lady murió por causa de heridas de arma blanca que comprometieron su vena aorta. | Foto: Cortesía Sebastián Castillo Cuéllar

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Lady Johana Morales: un año del feminicidio que conmocionó a Cali

La joven fue hallada en un canal de aguas lluvias con signos de tortura en su cuerpo. Su familia ha creado una fundación para ayudar a mujeres víctimas de maltrato. Aún no hay justicia para su caso.

30 de diciembre de 2019

Los padres y amigos de Lady Johana Morales recuerdan con detalle el día en que encontraron su cadáver. La escena era realmente dramática. El cuerpo de la joven yacía amarrado con alambres de púas a una reja y con un poste de concreto encima para que no resurgiera del fondo del canal de aguas lluvias que desemboca en el río Cauca, al sur de Cali.

El organismo, dicen, estaba en avanzado grado de descomposición, así que al comienzo nadie confirmaba que se trataba de Lady. Ni sus familiares fueron capaces de reconocerla en ese estado, y entonces guardaban un puñado de esperanzas de encontrarla con vida.

Al llegar a su casa, tras dejar el cadáver en manos de Medicina Legal, los tres perros de Lady –a los cuales trataba como verdaderos hijos- olfatearon a sus familiares y aullaron durante dos horas. En ese momento ya no había espacio para la duda: Lady estaba muerta.

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Lady Morales desapareció el 28 de diciembre del 2018 y fue encontrada muerta el 2 de enero del 2019, catorce días antes de su cumpleaños 26.

-Ella alcanzó a llegar hasta aquí ese día –dice Jesús Morales, padre de Lady, mientras apunta hacia el pequeño antejardín de su casa.

Alcanzó a sacar las llaves, agrega don Jesús, pero fue abordada por dos hombres –presuntamente conocidos- con quienes Lady se fue por voluntad propia a las 10:50 p.m.

La última persona de la familia que la vio con vida fue su papá, con quien estuvo trabajando ese día en un puesto de venta ambulante que tenían en la plaza de Cayzedo, centro de Cali.

- Yo la despaché como a las nueve de la noche y ella se fue en el MIO. Me dijo que apenas llegara me llamaba, pero nunca me llamó- agregó don Jesús.

Esa noche Lady no llegó a la casa. Según una vecina, ella pisó el antejardín, pero cuando iba a sacar las llaves de su bolso, llegó un hombre joven, hablaron por cerca de cinco minutos y se marcharon juntos. Otro los esperaba en la esquina.

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En el barrio Desepaz, oriente de Cali, Lady era muy conocida. Toda una vida viviendo en ese lugar le había valido para hacer decenas de amistades.

“Su hobby eran las cámaras: ponía un estado en redes sociales cada segundo. Ella se grababa bailando, haciendo aseo, contando chiste. Era toda una personalidad”, dice Brayan Eracliton, uno de los mejores amigos de Lady.


Recuerda que su amiga era muy “entradora y gestionadora”. Cuatro días antes de su desaparición, el 24 de diciembre, consiguió más de 30 regalos para los niños que celebraban la novena en el parque ubicado al frente de su casa.

-Es que usted la viera. Para ella no había imposibles. Me decía: espere que termine mi carrera y voy a lanzarme como presidenta de la Junta de Acción Comunal –rememora Brayan.


Foto: cortesía Sebastián Castillo Cuéllar.

Lady estaba en últimos semestres de Administración de Empresas en la Uniminuto, de Cali. Su grado estaba acordado para junio de 2019, seis meses después de su trágico asesinato.

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De acuerdo con el reporte de Medicina Legal, Lady murió por heridas de arma blanca que comprometieron su vena aorta. Y aunque desapareció el 28 de diciembre, su muerte se produjo el día 30. Por cuenta de las horas que su cuerpo pasó bajo el agua, el cadáver no fue encontrado completo.
Con los datos que había, las autoridades iniciaron una investigación que terminó con la captura el 8 de marzo de Didier Mauricio Giraldo, de 21 años, y Camilo Alexis Martínez, de 23 años, en Baranoa, Atlántico, y Cartagena.

Ambos, que tienen como parentesco primos, abandonaron el barrio tan pronto fue encontrado el cuerpo de Lady. A pesar de ser amigos cercanos a la víctima no asistieron a la velación, al entierro, ni a las tres movilizaciones que se hicieron en Desepaz para rechazar el crimen.

Camilo sostenía una relación sentimental no oficial con Lady. Mientras que su primo, Didier Mauricio era amigo de la víctima y muy allegado a sus familiares.

Según la Fiscalía, el crimen habría estado motivado por unos supuestos comentarios de Lady contra Camilo, a quien tildó de homosexual y mal amante. Por estos señalamientos, este último pidió colaboración a su primo para ejecutar el asesinato.
La historia inédita del crimen que nunca se cometió en el Valle

Sin embargo, y de acuerdo a versiones recogidas con amigos, hay un pedazo de este cuento que no cuadra en el rompecabezas. Didier Mauricio estaba enamorado de Lady –y aunque ella no lo correspondía–, no tendría los suficientes motivos para hacerle daño simplemente por un pedido de su primo.

Para la familia, ellos serían los responsables del crimen, pero no por las razones que expone la Fiscalía. Hay otra causa que deberá ser revelada ante la justicia.

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El cuarto de Lady aún está decorado y acomodado como ella lo dejó la última vez: las paredes conservan el rosado que la caracterizaba a la hora de vestir y sobre ellas reposan más de veinte cuadros entre menciones de honor y diplomas de transición, primaria y bachillerato.

Sobre la cama –que también tiene un tendido rosado- hay 15 muñecos de tela. En el armario aún sobresalen la variedad de bolsos que utilizaba y debajo de la mesa de noche tres pares de tacones y cuatro de sandalias. Para Lady era importante la comodidad en su vestir.
 
-Ella era como una niña grande. Siempre estaba jugando, haciendo chistes y si se enojaba con vos, duraba sin hablarte máximo dos horas –dice Brayan.

Recuerda que en las fiestas, el baile no era uno de sus atributos, pero ella salía sin pena. “Yo le decía merenguito, porque era lo único que sabía bailar”.

Su único hermano, Andrés Camilo Morales, siempre la recuerda con la canción que Lady ponía todo volumen:

 “¿Por qué la vida es así?
¿Por qué la vida es así?
Todo el mundo se pregunta
¿Por qué la vida es así?
Naces pero nunca sabes cuándo
te vas a morir, es una gran realidad
que tenemos que admitir”

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Tras aullar por más de dos horas ese 2 de enero, uno de los tres perros de Lady no aguantó la pena moral y falleció a los pocos días del entierro de su dueña. Los otros dos aún custodian la entrada a su cuarto. Es como si no quisieran que nadie se les lleve los recuerdos.

Rubiela Hurtado, madre de Lady, también se resiste a hacer el duelo completo y a permitir el ingreso al cuarto de su hija mayor que está en el segundo piso de la vivienda.

En el primer piso ya funciona la fundación Lady Johana Morales, memorias que transforman, que está dedicada a atender mujeres víctimas de violencia intrafamiliar o de abusos sexuales. Quiere evitar más casos como el de su hija.

Entre 2018 y 2019 en Cali ocurrieron 32 feminicidios tipificados por la Fiscalía. “El problema tiene como origen los procesos de socialización de niños y niñas”, explica Consuelo Malatesta, socióloga y defensora de derechos de las mujeres.

Para ella, hay un modelo de identidades masculina y femenina en el que a los niños se les instruye para ser agresores y a las niñas para ser receptoras de esa agresividad.

“Por eso seguimos viendo crecimientos en casos de violencia contra la mujer en todos los rincones del país”, concluye.

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Doña Rubiela aún llora cuando la fiscal encargada del caso reconstruye el crimen en las audiencias. Las casi 30 personas que acompañan a la familia Morales Hurtado en estas diligencias tampoco pueden aguantar el llanto.

La primera vez que se encontraron con los supuestos asesinos cara a cara fue a finales de julio. Las dos audiencias de acusación anteriores no se pudieron realizar porque el Inpec no trasladó a los reclusos hasta el Palacio de Justicia de Cali, aduciendo falta de gasolina en sus vehículos.

Fue necesaria una presión mediática para evitar que se cumpliera el tiempo de 90 días estimado por la justicia. De lo contrario, los sospechosos habrían quedado en libertad.


Foto: cortesía Fiscalía.

A ese primer encuentro Didier Mauricio llegó con la mirada clavada al piso; mientras que su primo, Camilo, tenía la cabeza en alto con cierta burla, como cuando fue paseado por miembros de la Fiscalía por el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón un día después de su captura. El joven, de pelo castaño y ojos verdes se reía ante las cámaras.

Ambos se declararon inocentes ante el juez. Pero la Fiscalía insiste en que tiene pruebas suficientes para comprobar su participación en el asesinato de Lady, por eso la fiscal pidió una pena máxima de 50 años, sino se acogen a una negociación.

Así se han desarrollado tres audiencias, dos de ellas con la participación de testigos, pero el proceso no avanza muy rápido. Aún quedan por lo menos cuatro diligencias judiciales para que el juez emita su veredicto.

En cada una de las audiencias, la actitud de los presuntos asesinos es igual. Uno clava la mirada al suelo y el otro sonríe. Mientras tanto, los familiares y amigos de Lady los ven pasar sin decir una sola palabra, solo lloran. Tan solo en la última diligencia la abuela de la víctima rompió el silencio y lanzó un certero grito que borró la sonrisa de Camilo:

¡Que Dios los bendiga, muchachos!

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