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"A los genios que inspiraron la medida no parece importarles el deterioro físico y psicológico que sufre un viejo enclaustrado, ni cómo esto afecta sus relaciones familiares", Enrique Santos

CUARENTENA

"No somos incautos adolescentes que no sabemos protegernos": Enrique Santos

Para el periodista, pocas veces ha resultado tan cierto aquello de que el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones. Asegura que un confinamiento tan drástico para los mayores de 70 años es "denigrante".

30 de mayo de 2020

Lo que más choca de esta medida es la presunción de que los mayores de 70 somos unos incautos adolescentes que no sabemos protegernos, o que vamos a salir a la calle a abrazarnos, aglomerarnos y a contagiarnos.   

Señores del Gobierno: se les agradece la preocupación y también sus aciertos en el manejo de la crisis, pero por favor no exagerar ni  sobreactuarse, (suficiente tenemos con el  Presidente  todos los  días por la tele). Si somos tan adultos y tan mayores merecemos  un mínimo respeto por nuestra capacidad para cuidarnos. Sin esperar privilegios.

Estoy seguro de que la mayoría de mis coetáneos estaría dispuesta a renunciar a tratamientos hospitalarios prioritarios, o a cupos en las UCI que pudieran ser ocupados por personas más  jóvenes, con mejores posibilidades de recuperación.

Lo que resulta denigrante es un tan drástico confinamiento que, sin garantía  sobre su real eficacia,  vulnera derechos elementales y la propia dignidad de la población más adulta. A los genios que inspiraron la medida no parece importarles el deterioro físico y psicológico que sufre un viejo enclaustrado,  ni cómo esto afecta sus relaciones familiares. Para no hablar de las endebles bases jurídicas de este enjaulamieto por decreto. “Aislar a los ancianos dizque para protegerlos es éticamente inaceptable” dijo la sabia Ángela Merkel.

Hay que entender  que el drama mayor de esta pandemia es  el de la población más vulnerable que ha perdido todo, y no  las afugias de ancianos acomodados. Y vale la pena recordar las recientes palabras del  Premio Nobel de Química, Michael Lewitt, cuando  advierte que no es necesario sacrificar la calidad de vida de las personas con cuarentenas mal concebidas, que agudizan el daño social y no salvan a nadie.

Vea el video del reportaje de SEMANA rebeldes con canas

No se pueden ignorar la gravedad de lo que está sucediendo, ni las normas de protección personal y distanciamiento social que promueve  el gobierno, pero tampoco la improvisación, el tufillo populista y el desconocimiento científico que acompañan a muchas de ellas. El radical confinamiento de la población más adulta puede ser un  ejemplo. Sin mencionar la  lastimosa lentitud  del Estado para practicar exámenes y pruebas que muestren la dimensión real del problema.   

Como van las cosas, aquí puede generarse una reacción como  la de Francia, donde la iracunda reacción de viejos y jubilados, que se sintieron “infantilizados y discriminados”, llevaron al presidente Macron a echar marcha atrás y  apelar a la “responsabilidad individual”.

Así debe ser. Sin acudir a ridículos paliativos, como el de ofrecer tres medias horas por semana de aire libre. Pocas veces ha resultado  tan cierto aquello de que el  camino del infierno está sembrado de buenas intenciones.