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Muerte súbita, qué se juega en la disputa de Difútbol y Dimayor

El duro enfrentamiento de las cabezas del fútbol deja ver, una vez más, la poca transparencia en este deporte y los intereses en juego, como el canal prémium, un negocio de 600 millones de dólares. Llegó la hora de la renovación.

12 de mayo de 2018

Los fanáticos del fútbol criollo no habían visto un enfrentamiento a muerte en el seno de la dirigencia de este deporte. Lo protagonizaron esta semana Jorge Perdomo, presidente de la Dimayor, que reúne a los 36 equipos profesionales, y Álvaro González Alzate, presidente de la Difútbol, que representa a la rama aficionada que agrupa a las 34 ligas de este deporte.

Desde que el entonces presidente de la federación, Luis Bedoya, se enfrentó a González para limitar su poder, este curtido dirigente nunca había tenido que hacerle frente a una oleada de acusaciones y ataques de sus compañeros jerarcas. Un enfrentamiento poco usual, pues el fútbol nacional siempre ha tratado de manejar sus diferencias en privado y por fuera de los micrófonos, precisamente para no atraer los reflectores a un mundo en el que hay sombras y oscuridades. Esta batalla, en la que también combate Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, va más allá de lo personal y esconde una lucha de poder y negocios multimillonarios.

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Durante más de 35 años Álvaro González ha sido uno de los hombres más poderosos del fútbol. Gracias a su control sobre las ligas aficionadas, siempre ha jugado un papel clave a la hora de poner o quitar al presidente de la federación y a sus directivos. Esto porque controla 34 de los 70 votos que participan para elegir el comité directivo de la federación y, por ende, al máximo jerarca del fútbol nacional.

El firme sillón de González empezó a desvencijarse con el trabajo que Perdomo empezó a liderar en noviembre de 2015, cuando asumió la presidencia de la Dimayor tras la crisis generada por la huida de Luis Bedoya a Estados Unidos. Abogado de formación y con una carrera más de político que de dirigente deportivo, había sido presidente del Atlético Huila en 2005 y después había integrado el comité directivo de la federación.

Creó la liga profesional femenina sin reconocer los derechos de formación a los clubes aficionados, firmó con Bavaria un contrato para llevar el exitoso Pony Fútbol de Medellín a todo el país, sin contar con la Difútbol, y celebró un convenio con el Bayern Múnich para llevar jugadores juveniles a Europa. Todo ello sin participación de González.

Esto se suma la disputa por el manejo del arbitraje nacional. González Alzate logró en una reunión del comité ejecutivo de la federación que el órgano considerara exigir a los árbitros tener el visto bueno de los colegios de las ligas departamentales para poder pitar. Aunque el comité no aprobó expresamente la medida, en la práctica se viene aplicando, como denunció a esta revista el exárbitro Rafael Sanabria.

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Perdomo se opone, y con razón. Con esa jugada González busca apropiarse del poder para manejar al arbitraje, tal y como lo hizo durante muchos años hasta que una demanda obligó a la federación a asumir esa actividad como una entidad autónoma. González utilizó a los hombres de negro como alfiles para ejercer su poder. Aún se recuerda que en los años ochenta adelantó una campaña secreta para limpiar el arbitraje. Se valió de los jueces Víctor Ochoa y Hernán Patiño para que, con plata de la federación, ofrecieran a otros arreglar partidos, y de esa manera descubrir a los dispuestos a hacerlo. Así cayeron 17 referís, pero nunca se supo cuáles partidos alteraron ni cómo manejaron el dinero.

Gracias a su inteligencia, conocimiento y habilidad, González Alzate sobrevivió a los años ochenta y parte de los noventa, cuando buena parte de los equipos y del fútbol estuvieron en manos del narcotráfico. También sobrevivió a la presencia de nuevos capos y a la oleada del paramilitarismo, en la que comandantes como Don Berna, Macaco, Jorge 40 o el Pulpo tuvieron equipos y cientos de jugadores. Incluso impusieron, con la ayuda de la Oficina de Envigado, a Luis Bedoya como presidente de la federación.

Hace un par de semanas, 14 ligas aficionadas trataron de promover un proceso disciplinario contra Perdomo. Frente a esto, y ante la baja popularidad que tiene entre los equipos, este optó por jugar su última carta para “limpiar al fútbol”.

El 2 de mayo le solicitó a la Comisión de Gobernanza y Transparencia de la Confederación Sudamericana (Conmebol) explicar por qué Álvaro González recibió entre 50.000 y 150.000 dólares por asesorías a la entidad. Y fue más allá, al decir que, como miembro de la Difútbol y segundo vicepresidente de la federación, González Alzate “está impedido para contratar asesorías con la Conmebol, por ser el órgano rector y a quien debe vigilar”. Y, para finiquitar su declaratoria de guerra a muerte –o su suicidio como dirigente–, le informó a Jesurún, el presidente de la federación, que no se sentaría más con González. Este a su vez ha dicho en varios medios que el contrato y las asesorías que prestó son legales, que no tiene ningún impedimento para hacerlo y que todo se trata de una estrategia de Perdomo para ocultar su pésima gestión.

En respuesta a las acusaciones Monserrat Jiménez, directora jurídica de la Conmebol, dice en una carta que efectivamente González recibió 50.000 dólares de esa entidad, pero que se deben a “honorarios por funciones desempeñadas, gastos de representación y reembolso de gastos entre otros conceptos”. No menciona ni identifica operaciones “sospechosas” o pagos indebidos. Sin embargo, Jiménez le dijo a SEMANA que no tenía ni había visto el contrato, los informes o la justificación para dichos pagos, ya que estos seguramente están en el archivo. A su vez, González, quien no ha logrado explicar puntualmente qué hizo, dónde y por qué, le dijo a esta revista que esa información es confidencial y personal, y que no podía entregarla. Perdomo sostiene que la Conmebol defiende a González Alzate, pues los votos que este maneja garantizan la permanencia en su cargo de Jesurún, quien a su vez es el vicepresidente de la Conmebol.

En medio de esta pelea hay un negocio de 600 millones de dólares. Perdomo, junto a un grupo importante de equipos, quieren renegociar el contrato que tiene Win Sports (RCN y DirecTV) por los derechos de televisión. Proponen crear un canal prémium, por el que aspiran a cobrar a sus suscriptores entre 15.000 y 30.000 pesos mensuales.

RCN, dueña de Win Sports, ha mantenido una dura posición frente a los equipos. En medio de las negociaciones del canal prémium, aparecieron propuestas de Caracol Televisión y Fox Sports Latin America. Se sabe que una parte importante de los equipos cree que hay suficientes argumentos para terminar el contrato con Win y hacer uno nuevo que le dé más plata a los equipos, que en su mayoría pasan por un momento económico delicado. Jesurún, quien se la estaría jugando por González, ha aprovechado la crisis para deshacerse de Perdomo y poner a alguien cercano a él como encargado en la Dimayor, no solo para que calme las aguas y saque del foco mediático esta batalla, sino para que defina lo del canal.

A lo largo de esta semana, varios equipos trataron de reunir los votos para convocar a una asamblea extraordinaria de la Dimayor para definir la suerte de Perdomo. Mientras la suerte de éste es incierta, sobre la de González Alzate no debería haber dudas.Tras 35 años debería dar un paso al costado para gozar de su merecido retiro y permitir la renovación en esa rama.