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'sicarios.com'

Un colombiano que ofrecía por Internet sus servicios de pistolero a sueldo se ha convertido en pieza clave para resolver los enigmáticos asesinatos de dos famosas millonarias en Perú y Argentina. Increíble periplo de un asesino internacional.

8 de agosto de 2009

El martes 15 de agosto de 2006, la sociedad peruana se estremeció con el crimen de la excéntrica multimillonaria Myriam Fefer Salleres, de 51 años. Ese amanecer alguien entró a su residencia en el lujoso barrio San Isidro, en Lima, y la estranguló con el cable de la computadora. Nadie advirtió la presencia del asesino: ni su hijo de 16 años, ni su hija de 17, ni el mayordomo, ni siquiera la celosa perra que Myriam tenía por mascota.

Tres meses después, el 26 de noviembre, un caso muy parecido impactó en Argentina. Alguien entró a la mansión de Nora Dalmasso, de 50 años, en la exclusiva zona de Villa Golf, en la ciudad de Río Cuarto (Córdoba), y la ahorcó con el cinturón de su bata de dormir.

Cada uno de los crímenes ocupó los principales titulares noticiosos en su respectivo país. Se trataba de mujeres ricas, herederas de fortunas y, como decía alguien, "amigas de la noche, las joyas y el sexo".

Tres años después, los investigadores de uno y otro país están a punto de establecer que el asesino de las dos podría ser la misma persona, Alejandro Trujillo Ospina, un colombiano que para esa época ofrecía sus servicios de matarife por Internet y que está en una cárcel argentina gracias a que las autoridades le tendieron una trampa cuando iba tras una nueva víctima: el abogado argentino Arturo van Cawlaert, sobrino del Ministro de Educación.

SEMANA investigó y encontró nuevas piezas del rompecabezas de esta empresa del crimen multinacional.

Alejandro Trujillo Ospina nació en Manizales. Tiene 33 años y un prontuario que incluye órdenes de captura en Colombia por extorsión, porte ilegal de armas de fuego y hurto. Sin embargo, usando documentos de sus hermanos (tiene tres) logró moverse por diversos países del continente. De hecho, en abril de 2008, cuando fue capturado y remitido a la cárcel de Villa Las Rosas, en la provincia argentina de Salta, quedó reseñado con el nombre de Hugo Alberto, uno de sus hermanos.

Allí lo condenaron a tres años por extorsionar al abogado Van Cawlaert, a quien le exigió mil dólares a cambio de no asesinarlo. Según el expediente del caso, el sicario logró meterse en el correo electrónico del abogado y de allí tomó la información necesaria para chantajearlo, sabía hasta cómo se llamaba su empleada doméstica, y le hizo saber que alguien lo había contratado para asesinarlo, pero que estaba dispuesto a reversar el pacto criminal a cambio de la suma necesaria para volver a Colombia. "Es como si estuviera hablando con un muerto", le advirtió a su víctima. Cuando acordaron la entrega de la plata, el abogado asistió con agentes de la Policía y sorprendieron al colombiano.

El caso habría terminado ahí, de no ser porque Trujillo llevaba consigo varias memorias electrónicas que le permitieron a la Policía argentina atar cabos sueltos que fueron apareciendo en la investigación. Primero, un preso les contó que Trujillo Ospina, para ganar respeto en el penal, alardeaba de ser el autor de un famoso asesinato en Perú. Después, en junio pasado, una mujer los llamó desde Colombia y dijo que conocía a Trujillo. No sólo les habló del mismo caso de Perú, sino que le dio al comisario Reinaldo Choque, del área de homicidios en la provincia de Salta, los datos para acceder a una cuenta de correo electrónico del acusado: demonioreincidente@hotmail.com.

"La mujer informante se enteró de que acá teníamos detenido al colombiano y nos contactó para hablarnos de sus supuestos asesinatos. Al comienzo no le creímos porque no veíamos en Trujillo Ospina el perfil de un criminal internacional, pero luego nos aportó los datos de un correo al que ingresamos y encontramos detallada información de muchos crímenes en distintas partes del mundo", le aseguró a SEMANA desde Argentina Vicente Cordeyro, jefe de investigaciones de la Policía en la provincia de Salta.

Cuando el comisario Choque ingresó a la cuenta descubrió que el crimen al que se referían el preso y la colombiana era el de la millonaria peruana Myriam Fefer gerente de una empresa de bienes raíces y esposa de uno de los dueños del hotel Bracamonte de Huanchaco. El oficial de inmediato llamó a los investigadores del caso en Lima y, para su sorpresa, estos le dijeron que en el expediente ya aparecía el nombre de Alejandro Trujillo Ospina, pero que no tenían ninguna pista sobre qué papel había jugado en el homicidio.

La información encontrada en la cuenta fue tan contundente, que al poco tiempo, con la mediación de las cancillerías, le tomaron una muestra de saliva a Alejandro Trujillo Ospina para cotejar su ADN con los restos de piel y sangre que quedaron en las uñas de Myriam Fefer cuando rasguñó a su agresor la madrugada en que fue asesinada.

Hace dos semanas se reveló el resultado, que indica el 99,9 por ciento de coincidencia. Es decir, para las autoridades peruanas no hay duda de que Alejandro Trujillo Ospina es el asesino de Fefer. Su solicitud de extradición ya está en trámite.

Ahora los ojos de los sabuesos están dirigidos a Eva Bracamonte, la hija de Fefer. Todo indica que ella contrató vía Internet al sicario para quedarse con la fortuna de su madre, calculada en casi tres millones de dólares, algo que ella ha negado enfáticamente en todos los noticieros del país inca. Pero varios indicios la comprometen. El asesino se robó el celular de su mamá e hizo una llamada minutos después del crimen, al de Eva. Misteriosamente también desapareció el computador de la residenci a, y el hermano menor de Eva hizo una declaración pública en la que afirmó: "No puedo jurar la inocencia de mi hermana".

Tras el homicidio, Eva empezó a estudiar teatro y desde cuando se conoció el examen de ADN que compromete a Trujillo, no ha respondido a los medios y no se sabe dónde está.

Best seller en Argentina
Pero si el asesinato de Myriam Fefer Salleres en Perú es digno de novela, el de Nora Dalmasso en Argentina no se queda atrás. En su ciudad la conocían como 'la regia' por su obsesión por el cuerpo. Su familia es dueña de cines, centros comerciales y hasta una funeraria. Por eso tras su muerte se han tejido diversas hipótesis con gran despliegue en los medios de comunicación, al punto de que el reconocido periodista Hernán Vaca Narvaja, director la revista argentina El Sur, escribió el libro Las cuatro muertes de Nora Dalmasso. La trama oculta del crimen del country.

Entre los sospechosos están desde el viudo de la millonaria hasta un joven pintor de brocha gorda que cenó con "Norita" la noche del homicidio. Pero ni la publicación, que ha sido un éxito editorial que ya va por su cuarta edición, ni el FBI, al que las autoridades argentinas pidieron ayuda para estudiar la escena del crimen, pudieron resolver el caso. Por eso, fue toda una sorpresa para los argentinos el giro que tomó la investigación en las últimas semanas y que centró todas sus baterías en el sicario colombiano. Con el material que le hallaron a Trujillo en el momento de detenerlo -aparecen correos desde esa región de Argentina dirigidos al asesino- y las pistas dadas por la informante colombiana -que "comprende datos escalofriantes", según los investigadores- ha surgido con fuerza inusitada la tesis de que el manizalita asesinó a Nora Dalmasso.

Ahora las autoridades de ese país han enviado el ADN del sicario colombiano a Estados Unidos para cotejarlo con el que conserva el FBI sobre el crimen de la millonaria gaucha. De resultar positivo el cotejo, este otro caso también quedaría resuelto y daría pie para investigar otros homicidios en varios países sobre los que hay rastros en las memorias que cargaba Trujillo.

Con la información hallada en el buzón virtual y en las memorias incautadas, los investigadores se inclinan a pensar que Alejandro Trujillo Ospina trabaja en sociedad con sus hermanos. Uno de ellos, llamado David Fernando, está radicado en Buenos Aires y será procesado pronto.

SEMANA investigó y encontró que, según los registros de inmigración, Alejandro Trujillo Ospina no ha salido del país. En cambio, sus hermanos Hugo Armando y David Fernando -o Alejandro haciéndose pasar por ellos- han salido con destino a Guatemala, San José, Caracas, Ciudad de México y Quito, entre 2006 y 2007. Aunque los tres registran antecedentes en Colombia, de lejos el prontuario de Alejandro es más extenso y complicado. Un indicio más para sospechar que, tal como lo señaló la informante, este sí ha viajado usando identificación falsa.

En Argentina se aguarda con impaciencia la evaluación del ADN de Nora Dalmasso para saber si de verdad este es el final de la investigación de un crimen que han seguido como una serie de televisión por entregas. Alejandro Trujillo tiene asignado un abogado de oficio y no ha querido atender ninguna pregunta de los medios de comunicación.

¿Cuántos crímenes más habrán sido contratados por Internet?