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María Isabel Rueda habla sobre el lanzamiento de la campaña a la presidencia de Íngrid Betancourt. | Foto: Semana

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Tik Tak | Íngrid al agua

María Isabel Rueda considera que era impensable que Betancourt no reapareciera tarde o temprano en el tablero por la sangre política que corre por sus venas. Pero primero estuvo muchos años sanando, con la ayuda de la teología, las heridas que le dejó la ordalía de su largo secuestro.

18 de enero de 2022

A las 7:12 a. m. suena el primer Tik Tak de hoy martes 18 de enero en SEMANA y suena por los lados de la candidatura presidencial de Ingrid Betancourt. No hay duda de que ella lleva el instinto político en la sangre desde muy joven, se lanzó prácticamente desconocida a las calles de Bogotá en un intento que resultó exitoso por llegar a la Cámara de Representantes mediante un curioso mecanismo de campaña repartiendo ella personalmente condones en las esquinas de la ciudad.

Su paso por el Congreso fue sonoro y combativo. Mucho discurso contra la presencia de dineros calientes en las campañas y contra la corrupción política. Precisamente ella, quien militaba en un comienzo en el Partido Liberal, renunció a él y fundó su propio partido, Verde Oxígeno, con el cual primero llegó al Senado, al que renunció en el 2001 para lanzarse a la campaña presidencial. Pero ese intento terminó con ella secuestrada seis años y pico hasta que fue rescatada en la Operación Jaque.

Desde entonces se alejó del escenario público y se dedicó a estudiar teología. Recientemente, reapareció en el tablero político colombiano vinculada a la Coalición de la Esperanza donde, desde luego, su candidatura será vistosa y dará mucho que hablar. Con un pequeño pero, el que quién sabe si todos los candidatos de esa coalición estén igualmente contentos con su aterrizaje.

Porque al principio Ingrid fungió como mediadora en la coalición por invitación de los propios candidatos y como tal tuvo un papel destacado y protagonista. Hoy se vuelve competidora, ya no es árbitro, sino competidora de aquellos a los que coordinó en un comienzo.

Pero la candidatura de Íngrid cae bien en el país por su posición reflexiva frente al tema de la paz, que urgentemente requiere nuevos mecanismos, nuevas ideas que combinen orden y conciliación en sus debidas proporciones porque el orden público se nos despertó.

Íngrid es una mujer de caracterizada templanza y fuertes posiciones, si algo no es, por fortuna, es persona de aguas tibias. De manera que su presencia en esta contienda electoral promete muchas sorpresas.