Política
La historia secreta de la derrota de Petro en el Congreso tras la elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional. Así fracasó el plan del presidente
El presidente no logró sumar respaldos contundentes en el Senado en sus más de tres años de gobierno. Tras la derrota que sufrió esta semana con la elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional, lo más probable es que sus más de 40 votos empiecen a desmoronarse.

Si algo quedó demostrado esta semana con la elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional y la derrota de Patricia Balanta, la candidata de Gustavo Petro, es que el presidente, contrario a lo que le ocurre en la Cámara, no logró mayorías en el Senado a 11 meses de culminar su poder en la Casa de Nariño. El Ministerio del Interior lo han manejado cuatro funcionarios curtidos en política, como Alfonso Prada, Luis Fernando Velasco, Juan Fernando Cristo y Armando Benedetti, y ninguno pudo.
A seis meses de las elecciones parlamentarias y a ocho de las presidenciales, el panorama pinta oscuro para los intereses de Petro en el Senado, pues los congresistas empezarán a desplazarse a sus regiones para empujar sus campañas y reducirán sus asistencias a la plenaria. Pocos querrán comprometerse con un presidente que los ataca verbalmente cuando votan en contravía a sus intereses y con un Gobierno que empezó a abrazar el ocaso y cuya desaprobación es del 61,6 por ciento, según AtlasIntel y Bloomberg.
En la elección del nuevo magistrado de la Corte Constitucional, el ministro Benedetti y la directora del Dapre, Angie Rodríguez, desplegaron un intenso lobby en el Congreso buscando cumplir el interés del presidente: elegir a Patricia Balanta en reemplazo del magistrado José Fernando Reyes y, de paso, obtener las mayorías en la Corte Constitucional.
Pero las cuentas de servilletas que sumaban y restaban en el palacio presidencial no se hicieron realidad. Como casi nunca ocurre, el silencio de los congresistas se apoderó del Capitolio y nadie se atrevió a apostar o hacer pronósticos. El miércoles 3 de septiembre, horas antes de la votación, se especulaba que el nuevo togado ganaría por un escaso margen. Al final, la paliza que recibió el presidente no la esperaba nadie. Camargo obtuvo 62 votos y Balanta, 41. ¿Qué pasó?, preguntó SEMANA.

“La gente tiene límites y es la independencia de poderes. Con eso no se juega, no se hace política, no se hace campaña, con eso se hace país. Por eso, el Senado votó responsablemente”, respondió el senador Mauricio Gómez Amín, del Partido Liberal. El miedo a los aparentes planes de Petro en 2026, entre ellos un posible decreto de emergencia y otro de conmoción interior para, supuestamente, prorrogar dos años las elecciones, avalados jurídicamente por una Corte Constitucional mayoritaria, suscitó pánico legislativo.
Otros senadores que pidieron la reserva de su identidad coincidieron en que Petro concretó su propia derrota. Desde el primero de septiembre, en una salida con poco cálculo político, el presidente lanzó una advertencia al Senado: “La elección de la nueva magistrada o magistrado definirá todo el cuadro de alianzas en el Congreso. No podemos ceder a quienes han apoyado el fascismo”.
El mensaje no cayó bien. Que un jefe de Estado fije su mirada en la Corte Constitucional no es nuevo, pero casi nunca lo confiesan abiertamente y menos van a retar públicamente al Congreso.
Senadores independientes del Gobierno, que estaban dudosos sobre por quién votar, interpretaron la advertencia de Petro como una sentencia y se inclinaron por Carlos Camargo. “La gente se cansó del irrespeto y abuso”, explicó uno de ellos.

Como si fuera poco, cuando el Partido de la U respaldó, en medio de la votación, el impedimento de la senadora Isabel Cristina Zuleta, del Pacto Histórico, algunos congresistas de ese partido recibieron mensajes en sus teléfonos con advertencias que provenían desde la Casa de Nariño. Una fuente de esa colectividad le dijo a SEMANA que les recordaron los respaldos burocráticos.
La cereza del pastel la puso el propio Petro cuando atacó a la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, en la alocución del martes 2 de septiembre, un día antes de la elección del nuevo magistrado. “Se están robando la plata en algunos departamentos (...). En el Tolima, el dinero que entregamos para el PAE no llega a los niños”, dijo el jefe de Estado. Y añadió: “Creo que pasa lo mismo en otros departamentos. En el Valle del Cauca, ¡ojo!”.
Dilian Francisca Toro –una voz importante en el Partido de la U– le pidió a Gustavo Petro informarse. “O pídales a sus asesores que le entreguen las cifras antes de señalar sin fundamento. Le solicito que respete al Valle del Cauca y me respete”, le dijo.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, consciente de las consecuencias, quiso enderezar los señalamientos del presidente. Cuando Petro abandonó el consejo de ministros, pues debía viajar a Japón, el jefe de la política le pidió al ministro de Educación, Daniel Rojas, que interviniera. “Decirle a la gobernadora del Valle que, en este caso, las palabras dichas por el presidente tienen relación con la ciudad de Cali”, precisó el ministro.

El daño estaba hecho. Y, como era de esperarse, la molestia de Toro no terminó. “Presidente, rectifique públicamente. Desinformar con señalamientos falsos confunde al país, atenta contra la verdad, mi dignidad y la de los vallecaucanos”, le pidió la gobernadora en redes sociales. Petro no rectificó. A juicio de varios congresistas, ahí pueden estar parte de los 21 votos que le aventajó Carlos Camargo a Patricia Balanta porque gran parte de La U se solidarizó.
La inclinación de Petro por Patricia Balanta fue poco entendida en el Congreso, pues no era la mejor candidata de la terna y era la más desconocida. En cambio, Jaime Tobar, el otro ternado por la Corte Suprema, hubiera obtenido más respaldos porque es la segunda vez que se hace medir en el Congreso.
La pelea de Patricia Balanta y Carlos Camargo era similar a la de un tigre con un burro amarrado, le resumió otro senador a SEMANA. Al fin y al cabo, Camargo ya se mueve como pez en el agua en el Legislativo, pues en tres oportunidades se ha medido: cuando fue elegido en el Consejo Nacional Electoral, como defensor del Pueblo y ahora como magistrado de la Corte Constitucional.
En la historia reciente del país, es el único que se ha hecho contar tres veces en el Congreso y ha resultado victorioso. “El Gobierno se metió a una elección que estaba destinada a perderla. Era muy difícil ganarla”, contó otro senador.

Ahora, sin el cuarto magistrado a su favor, Petro parece dispuesto a ajustar cuentas a quienes no votaron por Patricia Balanta, pese a que el voto fue secreto. Ordenó desde Japón a su directora del Dapre, Angie Rodríguez, solicitar las cartas de renuncia de los ministros del Trabajo, Antonio Sanguino, cercano a la Alianza Verde; la ministra de Comercio, Diana Morales, con respaldo de un sector del Partido Liberal; y el ministro de las TIC, Julián Molina, quien tiene el apoyo de algunos senadores de La U.
Los tres ministros, entre ellos Morales, quien está embarazada, radicaron sus cartas de renuncia el miércoles 3 de septiembre, pero hasta el cierre de esta edición no les habían aceptado las dimisiones. Hay expectativa por la decisión final que tome Petro a su regreso a Colombia.
Ya con cabeza fría, el presidente no puede enfrentarse con todos los sectores políticos que lo apoyan, porque en la actualidad –a juzgar por la votación de Patricia Balanta– tiene 41 votos en el Senado y no puede perder más respaldos. Necesita recomponer las mayorías para que le voten la ley de financiamiento y la reforma a la salud, entre otros proyectos de importancia que se tramitarán en el segundo semestre.

En el petrismo están buscando responsables, entre ellos, en el Pacto Histórico. El precandidato presidencial Gustavo Bolívar denunció que varios senadores de la coalición de gobierno “se voltearon a última hora. ¿Les llegaron al precio?”, preguntó. “Hay manguitos en el Pacto Histórico y van a seguir llegando. ¿Los vamos a permitir?”, añadió.
Hay fotografías de las senadoras Sandra Ramírez, de Comunes, y Gloria Flórez, de la Colombia Humana, abrazando a Carlos Camargo tras su triunfo, pero ambas ratificaron que votaron por la candidata del Gobierno. “Semejante campaña de desprestigio por un abrazo”, se defendió Flórez.
Olvida la izquierda que Carlos Camargo fue defensor del Pueblo y tuvo relaciones con varios senadores progresistas que fueron líderes de derechos humanos. Gustavo Petro difícilmente conquistará el Senado, cada vez más esquivo, en lo que le resta de su gobierno, que ya está en la recta final.