Los activistas de Queens se opusieron a la llegada de las oficinas de Amazon a Nueva York. | Foto: afp

TECNOLOGÍA

Amazon sale de Nueva York y se va con su riqueza a otra parte

El miedo a la gentrificación, fenómeno que hizo invivible a San Francisco, llevó a que esa ciudad rechazara a Amazon, que deberá buscar otra ciudad para su nueva sede.

Álvaro Montes
23 de febrero de 2019

¿Qué ciudad rechazaría la tentadora oferta de recibir a la empresa más grande del mundo, que quiere instalar allí su sede y generar 25.000 empleos directos? Nueva York lo hizo. Le dijo “no” a Amazon, y renunció a los beneficios que traería la llegada de esta poderosa compañía de comercio electrónico a la Gran Manzana. Exactamente, fue la ciudadanía quien la rechazó porque la administración de la ciudad ya tenía preparado el recibimiento, con una rebaja de impuestos de 1.200 millones de dólares, más otros incentivos.

En teoría, ningún alcalde desestimaría la oportunidad de convertirse en sede de una de las tres compañías más grandes del mundo, con el consiguiente impacto positivo en el empleo y en otros indicadores económicos. De hecho, 238 ciudades de Estados Unidos le hicieron propuestas a Amazon, cuando la empresa de Jeff Bezos dio comienzo a un criticado concurso para escoger la ciudad que será sede de su segundo cuartel general. Después de 13 meses de puja entre candidatas, decidió dividir en dos lugares la nueva sede: Arlington y Nueva York.

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Amazon tiene su base en Seattle y allí paga al sistema municipal de transporte 43 millones de dólares en subsidios de movilidad para sus empleados; solo los visitantes que la empresa recibe cada año por negocios generan una ocupación hotelera de 233.000 noches. Muchas ciudades quieren ser Seattle, pero no Nueva York. Los empleados de Amazon en Seattle reciben en total 25.700 millones de dólares en salarios, que encarecen el costo de vida local.

Un movimiento ciudadano, liderado por activistas de Queens, el distrito donde estaría la sede, se opuso a la decisión de la alcaldía. La gentrificación es el fenómeno por el cual las empresas élite de la economía digital impactan negativamente a una ciudad. Los altos salarios de sus empleados y los despliegues logísticos estrambóticos encarecen a tal punto el costo de vida que para los habitantes tradicionales –los que no trabajan ni en Amazon, ni en Apple, ni en Google– la vida allí se convierte en un infierno. Como el que vive San Francisco, la ciudad más grande del Silicon Valley: esta fue una de las urbes más encantadoras y originales en la cultura norteamericana por su “color local”, hasta que la expansión de las gigantes tecnológicas la convirtió en la más costosa del país y perdió sus rasgos históricos distintivos, sustituidos por la cultura de los ejércitos de ejecutivos e ingenieros de las start-ups que encabezan la economía mundial. Hay continuas protestas de quienes no laboran en la industria tecnológica, pero que deben pagar arriendos como si trabajaran en ella. “La gentrificación no agrega cultura, simplemente la reemplaza”, escribió la periodista Shakina Blake, y el analista de tecnología Alex Madrigal publicó en The Atlantic que “una ciudad rica es ideal para los ricos, pero es muy difícil para todos aquellos que no tienen un trabajo valioso”.

Amazon se negó a pagar subsidios para los habitantes pobres de Queens.

No solo los habitantes de Queens estaban en contra. La prensa especializada criticó el reality que se puso en marcha para seleccionar su sede, con el propósito de lograr los mejores incentivos fiscales. Nueva Jersey y Maryland ofrecieron 7.000 millones de dólares en rebajas de impuestos para ganar el concurso. Las ciudades norteamericanas gastan al año cerca de 90.000 millones en reducciones tributarias para que las empresas no se vayan o lleguen a ellas, en una absurda competencia por atraer negocios.

Líderes cívicos y políticos locales de Queens emprendieron la resistencia. Los empleados de Amazon recibirían salarios promedio de 100.000 dólares al año, por lo que exigieron a la empresa pagar subsidios a los habitantes pobres de Queens para compensar el efecto de la gentrificación. Tras muchas conversaciones sin resultado, Amazon desistió de instalarse en Nueva York.

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Su retirada ha sido vista como una derrota del gobernador Andrew Cuomo y del alcalde Bill de Blasio, que hicieron hasta lo imposible por facilitar la llegada de Amazon; y como una victoria del ala progresista de la política neoyorquina, liderada por Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva celebridad del Partido Demócrata, quien comenzó su corta y vertiginosa carrera política, justamente, en Queens.