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Anabelle López Ochoa, coreógrafa en el salón de ensayos
Anabelle López Ochoa | Foto: Derecho de fotografía autorizado por Ballet Metropolitano de Medellín

Arte y Cultura

Maestro Fernando Botero inspira en danza y es protagonista en nueva obra del Ballet Metropolitano de Medellín

En entrevista con SEMANA, Anabelle López Ochoa, coreógrafa encargada de imprimirle el toque ‘boterístico’ a la nueva obra ‘GaBotero’, relata cómo fue este proceso creativo.

30 de octubre de 2021

Si hay alguien de quien los colombianos –y principalmente los paisas– se sienten orgullosos, ese es el maestro Fernando Botero. Debido a sus obras de gran volumen, se ha ganado reconocimiento en el campo del arte a nivel mundial. Por esta razón, la experimentada coreógrafa colombo-belga, Annabelle López Ochoa, con sus aportes estéticos y dancísticos, tiene la tarea de imprimirle el toque de “boterización” a la puesta en escena de ‘GaBotero’, la nueva obra realizada por el Ballet Metropolitano de Medellín.

Anabelle le contó a SEMANA cómo fue el proceso para llevar a cabo ‘GaBotero’, así como sus expectativas con esta obra a la que le ha puesto alma y corazón.

SEMANA: Anabelle, ¿puedes hablarnos un poco de la obra? ¿De tu inspiración para crearla?

Annabelle López Ochoa (A. L.): La obra realmente se llama Botero, por ahora, y es una obra donde yo pensé entrar en el mundo y la imaginación de Botero. Vi muchos documentales y leí mucho sobre el personaje Botero, que tiene mucha disciplina, que está en su estudio cada día, y él es muy sistemático con ese trabajo.

Imagino que él está en su cuarto de pintura y que hay una mosca que le da la inspiración. La mosca es un personaje que no es voluminoso, pero que le inspira a jugar con su imaginación. Es un dúo.

Entramos con siete escenas en sus pinturas y él forma parte de las pinturas. Y, de vez en cuando, es observador de las pinturas y porque yo me imagino que él ha elegido temas que lo tocan; por eso que de vez en cuando él se toma el papel principal en sus pinturas.

Desde que yo era pequeña, yo tenía esa fascinación con las pinturas, porque yo creía que los sujetos en las pinturas eran una profesión y que cuando yo me iba a dormir las pinturas se ponían en movimientos y salían de sus marcos... y creo que esa fascinación, esa imaginación que yo tenía a los seis o siete años, todavía la uso como coreógrafa, porque en mi trabajo yo he usado a muchos pintores como fuente de inspiración.

SEMANA: ¿Hay obras puntuales de Botero en las cuales te inspiraste para imprimirle a la obra? ¿O te basaste en un concepto general de lo que evoca el maestro?

Fernando Botero "Bailarina en la barra" (2001). Cortesía de la exposición.
"Bailarina en la barra", de Fernando Botero. | Foto: Fernando Botero "Bailarina en la barra" (2001). Cortesía de la exposición.

A. L.: Sí. Yo usé pinturas de parejas de tango, de sus caballos, gorritos, de la paloma –que no es una pintura, pero es una escultura–. Me inspiré también en la bailarina, que es la primera pintura de Botero que yo vi y me llamó la atención.

Yo estaba en de gira –o estaba en Bogotá, no sé dónde– y cuando vi esa pintura pensé: ¡pero qué falta de respeto poner a una bailarina tan gorda! Pero todos estaban “gordos”, estaban voluminosos. Por eso, yo quería realmente que la obra se terminara con la bailarina clásica... también la muerte o el asesinato de Escobar está.

Yo creo que a través de la pintura de Botero se habla de Medellín y de la cultura colombiana.

SEMANA: ¿Cómo fue trabajar con bailarinas y bailarines? ¿Con ritmos como la música tradicional antioqueña, con tango?

A. L.: Fue muy lindo. Siempre es una aventura encontrar un nuevo equipo y escoger quién va a ser el papel de Botero, de la mosca o de Escobar, así que esto siempre dura como una semana. Cuando los conocí a todos, pudimos realmente montar la obra y creo que cada día descubro más de ellos; son muy abiertos a intentar recrear los cuadros de Botero, porque ellos le conocen. Yo no tengo que explicarles quién es Botero o el qué o cómo de sus pinturas, o de la historia de Medellín. Yo siento que sí fue más fluido con esa compañía que si yo lo hubiera montado en otro país, porque ahí me hubiese tomado mucho más tiempo para explicar el porqué de estos momentos.

Así que, nada... fue muy lindo y todavía estamos en el camino a la función y hay mucho que trabajar en término de precisión, ritmos y musicalidad porque, claro, la música cada uno la escucha distinto.

La obra cuenta con la música de Juan Pablo Acosta. Él compuso una muy linda melodía para el principio de la obra, que es como un hilo conductor en los 28 minutos que dura.

Anabelle López Ochoa, coreógrafa en el salón de ensayos
Anabelle se percibe a sí misma como una profesional exigente. | Foto: Derecho de fotografía autorizado por Ballet Metropolitano de Medellín

Yo trabajé también con él en su estudio y es un lujo. Fue realmente una muy linda colaboración y él tuvo mucha paciencia conmigo, con todas mis inquietudes y sugerencias. Yo sé que es difícil trabajar conmigo, porque ya tengo la idea tan clara en mi cabeza, mi intuición es muy fuerte, y de vez en cuando no puedo explicar en palabras por qué necesito esa música o por qué una música no es buena para el final de una obra; pero cuando yo espero que cuando él vea el resultado, entenderá el porqué de las decisiones que tomé.

Pero sí. Su música es divina y creo que en las dos obras su música es fantástica.

SEMANA: ¿Cuáles son tus expectativas con esta obra?

A. L.: Bueno. Como yo soy en parte extranjera –soy mitad belga, mitad colombiana– espero que el público sienta que le tengo respeto a la obra y al trabajo del gran maestro Fernando Botero; y que, a través de su obra, yo también pueda compartir mis observaciones sobre la la cultura colombiana.