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Señales mixtas en la economía colombiana

El consumo de los hogares y el gasto del gobierno impulsaron el repunte de la economía. Sin embargo, la inversión decrece ante la fuerte incertidumbre electoral. Lo bueno y lo malo de las cifras del primer trimestre.

27 de mayo de 2018

La economía colombiana por fin da señales de vida. En las últimas semanas el Dane ha divulgado varios datos que muestran cómo fue la actividad productiva en el primer trimestre. De algunos de ellos se deduce que por fin comenzó el cambio de tendencia y la recuperación. Pero como no todos los resultados fueron positivos, hay quienes consideran que por ahora solo se puede hablar de señales mixtas.

La buena noticia es que luego de varios años de desaceleración, la economía colombiana habría tocado fondo y estaría comenzando a recuperarse, impulsada por el mayor consumo de los hogares y el gasto del gobierno, así como por sectores como el financiero y el comercio. Esto significa que lo peor del ajuste provocado por el desplome del precio del petróleo desde finales de 2014 ya pasó.

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La mala noticia es que el repunte todavía es moderado, podría continuar así y el país está muy lejos de su potencial de crecimiento. Al menos hasta que el panorama electoral se despeje y la inversión, que viene de capa caída, vuelva a repuntar y recupere la confianza. ¿Qué pasó y qué se puede esperar en el panorama económico este año?

Durante el primer trimestre la economía colombiana creció 2,18 por ciento, es decir 0,9 puntos porcentuales más que lo registrado en el mismo trimestre de 2017, cuando aumentó 1,29 por ciento. Esto significa un repunte de casi un punto en el ritmo anual de crecimiento de la economía colombiana, que habría alcanzado sus niveles más bajos hacia mediados del año pasado.

Nueve de los doce sectores que ahora mide el Dane crecieron, encabezados por el sector financiero, la administración pública y el comercio. Este último sin duda presentó el mayor cambio de tendencia y genera mayor optimismo, pues cuando despega, se convierte en toda una locomotora. Algo similar muestra el PIB por el lado del gasto, al evidenciar que el consumo del gobierno nacional y, sobre todo, el consumo de los hogares están jalonando la mejor dinámica de la economía ante su mayor peso.

El consumo privado –es decir, el de las empresas y los hogares– representa más de dos terceras partes del PIB (un 68 por ciento) y su mejor panorama está relacionado con la recuperación de la confianza. De hecho, el Índice de Confianza del Consumidor de Fedesarrollo volvió a tener en abril un registro positivo luego de 27 meses en que las cifras estuvieron en terreno negativo.

Este repunte se asocia con la baja de la inflación, que permite que el salario de los colombianos tenga mayor poder de compra; con la reducción en las tasas de interés, que facilita el endeudamiento de los consumidores; y con la dilución de los efectos negativos del incremento de IVA que se registró a comienzos del año pasado. También factores como el próximo Mundial de fútbol estarían ayudando a reactivar el consumo.

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Los pronósticos

Pero no todo es color de rosa. Las cifras del PIB también traen datos preocupantes que podrían afectar la recuperación. Entre ellos, precisamente, los sectores con mayor impacto sobre el empleo, como la industria y la construcción, presentan los peores desempeños en lo corrido del año. Esto podría impactar los niveles de desocupación y afectar por esa vía el consumo. Para Credicorp el mal desempeño de la construcción, que tuvo su mayor contracción desde 2010 debido a los altos precios de la vivienda y su alto nivel de inventarios, es el principal desafío para la economía.

También genera alarma que se haya contraído la inversión y el hecho que las exportaciones no aporten al crecimiento, a pesar del aumento en los precios internacionales del petróleo. En el primer caso, hay señales que indican que muchas empresas estarían postergando sus decisiones de inversión hasta que se conozca al nuevo presidente de la república, y otras están a la espera de la baja en el impuesto de renta que comenzará a operar a partir de 2019. Incluso, en el sector empresarial hay versiones de que en algunos negocios que se están cerrando una de las partes ha anunciado que podría reversar su decisión dependiendo de quién sea el nuevo presidente.

Con todo esto, el promedio de los analistas del mercado estima un crecimiento de la economía de alrededor del 2,5 por ciento para este año. La mayoría espera un segundo semestre más dinámico, una vez se supere la incertidumbre asociada al ciclo electoral, y un crecimiento más balanceado. Como afirma Bancolombia en uno de sus informes, “actividades como la minería, la construcción y la industria pasarían a terreno positivo ante hechos como un ritmo más favorable de ejecución en los proyectos de infraestructura”.

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Otros analistas menos optimistas creen que si bien este año habrá un repunte frente al 1,8 por ciento de crecimiento de la economía en 2017, el país está muy lejos del crecimiento potencial, ubicado entre el 3,5 y 4 por ciento. Además, persisten grandes riesgos como un aumento en el desempleo que restaría potencial de recuperación al consumo de los hogares, y hasta la victoria de un candidato que no sea promercado, que también asusta.

Las señales más recientes de la economía muestran que lo peor ya pasó y que 2018 será un año positivo después de dos años consecutivos de desaceleración. No obstante, la debilidad de muchos sectores y la vulnerabilidad que todavía se percibe en la economía siguen encendiendo alarmas.

Por eso, el próximo gobierno deberá recuperar la senda de mayor crecimiento económico. Para lograrlo, tendrá que emprender las grandes reformas estructurales a nivel tributario, pensional y la que permita combatir la alta informalidad. También buscar nuevos sectores productivos que jalonen el crecimiento y permitan diversificar la economía, sin tener que sacrificar ningún sector.

Sin duda, el reciente incremento en los precios internacionales del petróleo traerá un alivio a las finanzas públicas del país para el próximo año, pero esto no puede llevar al gobierno a relajar sus metas en el tema de la regla fiscal o aplazar las tareas de promover las reformas estructurales pendientes, fundamentales para volver a crecer de manera robusta. n