Gracias a su proyecto, Luis Miguel Bermúdez redujo de 70 a cero el número de niñas embarazadas en su colegio. | Foto: Mauricio Beltrán

EDUCACIÓN

Lucha contra el embarazo adolescente

Luis Miguel Bermúdez estuvo nominado el año pasado al Global Teacher Prize. Incluso quedó entre los mejores 10 maestros del mundo. Su pedagogía de educación sexual es ampliamente reconocida como un caso de éxito en la reducción de embarazos adolescentes en Bogotá.

21 de marzo de 2019

En este barrio ponerse la P de planificar era ponerse la P de puta. Así incluso me lo dijo una niña”, cuenta Luis Miguel Bermúdez, resumiendo lo que era el grave problema de educación sexual en el colegio Gerardo Paredes.

Y es que en esta institución educativa distrital, ubicada en la localidad de Suba, en Bogotá, hasta 70 niñas llegaron a dar a luz en un solo año.

Bermúdez llegó a la escuela en 2010 y se encontró con esa problemática. Estaba haciendo un doctorado en Educación, y tuvo la ‘epifanía’ de hacer su tesis doctoral sobre eso: las diferentes violencias de género que replican los roles tradicionales de machismo y feminidad, donde no se habla de sexo con las niñas por el miedo social a que pierdan la virginidad y se empuja a los niños a que tengan relaciones sexuales heterosexuales tempranas por el miedo social a que ‘resulten’ homosexuales.

“En nuestro modelo tradicional de construir una feminidad hegemónica se les niega la sexualidad. Entonces planificar significa expresar públicamente que ya es sexualmente activa, y eso le va a implicar señalamiento y exclusión desde su ámbito familiar al escolar”, explica el profesor.

“La sociedad cree que entre menos información tenga de los derechos sexuales y reproductivos, más protegida va a estar de tener relaciones sexuales. Y resulta que no”, agrega.

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También sucedía otro tipo de violencia con los niños. A uno de sus estudiantes, cuenta Bermúdez, le hacían bullying y lo tildaron de homosexual por haber jugado en sexto un juego, ‘cauchito’, similar a saltar lazo y considerado ‘de niñas’.

La solución: en octavo embarazó a una compañera. Nunca más lo tildaron de gay, naturalmente.

Empoderar a los alumnos
Por esas dinámicas negativas, Bermúdez ideó un currículo de educación sexual para hablarles de frente sobre sexualidad a los estudiantes. Sin tapujos; que investiguen métodos anticonceptivos, que aprendan a abrir un condón en clase, que hablen de sus experiencias y dudas sexuales.

“Dejamos hablar al estudiante, que él mismo construyera el currículo con nosotros. Entonces ellos nos dan claves para que sea exitoso”, dice el profesor.

Empezó por cambiar los imaginarios machismo, feminidades, masculinidades de los estudiantes. “¿Para qué vamos a enseñarles métodos anticonceptivos si igual no los van a usar por su bagaje cultural?”, señala. Si estudiaste en una cultura donde una mujer que planifica es una empoderada, pues funciona perfecto, pero si estás en una cultura donde la que lo hace es considerada contraria a la virtud, pues no va a haber planificación”, le dijo a Semana Rural.

En una parte del currículo, llamado ‘Nuevas masculinidades y nuevas feminidades’, cambiaron los referentes culturales de los estudiantes, de la institución y de los padres de familia.

Por otro lado, atacó el concepto errado de que enseñar educación sexual promueve la promiscuidad o que se limita a enseñar el funcionamiento biológico del ser humano.  

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“Teníamos que alejarnos de ese contexto biologista y extremadamente moralista de la educación sexual. Entonces construimos un modelo basado en la promoción y ejercicio de los derechos humanos sexuales y reproductivos reconociendo la función erótica que tiene la sexualidad”, dice.

Así, Bermúdez logró que los estudiantes aprendieran de sus derechos. Que desde los 14 años pueden -legalmente- empezar una vida sexual cuando, como y con quien ellos prefieran. Que tienen derecho a comprar un anticonceptivo y a pedir una cita médica sobre sus derechos reproductivos sin presencia de sus papás, entre otras cosas.

Gracias a esta intervención pedagógica, hoy los embarazos casi desaparecieron de la institución. También recibió el Premio Compartir a Gran Maestro en 2017 y quedó entre los 10 mejores maestros del mundo del Global Teacher Prize 2018. No ganó, pero es el colombiano que más cerca ha estado de lograr esa distinción.

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Un maestro global
“Pasé de ser un maestro local a ser uno global, a pertenecer a redes de investigación con los mejores maestros del mundo”. En el Global Teacher Prize 2019, Bermúdez expondrá los resultados de su investigación y la Coalición Latinoamericana para la Excelencia Docente, que busca mejorar la formación de maestros en toda la región y de la cual hace parte.

Espera intercambiar experiencias sobre prevención del embarazo con docentes de India y África (regiones con las tasas más altas de embarazo temprano) y así revalidar su trabajo desde otros contextos para que, a futuro, su currículo se vuelva una tecnología educativa escalable en otras partes del mundo.

“Me hace sentir orgulloso representar esta nueva generación de maestros que tienen todo el perfil para cambiar la educación. Yo tengo mucha esperanza en eso. Quiero poner al país en el mapa de la educación”, concluye.