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La colombiana que migró a Francia por amor habló de las situaciones que le hicieron tomar esa decisión: “Fue muy duro”
La mujer estudió fonoaudiología, pero sus planes cambiaron cuando conoció a su actual esposo.

Erika Muñoz, más conocida en redes sociales como Erika en Francia, es una mujer que conoció a su esposo europeo y, por amor, se fue a la capital de Francia, París, sin saber las dificultades que tendría que afrontar.
La colombiana estuvo como invitada especial en el reconocido pódcast Vos podés, dirigido por Tatiana Franko, en el que abrió su corazón, habló de su relación, sus difíciles experiencias y cómo logró ser reconocida en redes sociales.
“Mi vida era la vida de un colombiano promedio, Transmilenio, ‘coquita’ para el almuerzo de fríjoles con pata”, empezó afirmando la mujer, haciendo referencia a que usaba el transporte público para dirigirse a su trabajo con el cual mantenía a su hija, pues fue madre a los 21 años y su relación con el papá de la niña no funcionó.
En la empresa en la que Erika trabajaba conoció a su actual esposo. Él llegó de España para hacer una capacitación y, desde ese primer momento en que lo vio, le gustó. Al poco tiempo comenzaron a hablar y, a pesar de haber sentido una gran afinidad, el hombre tenía una vida en otro país y ella en Colombia.

Muñoz pensaba que se trataba solo de una atracción física y creyó que sería algo pasajero, pero cuando comenzaron a salir, se dio cuenta de que tenían mucho en común y sus sentimientos se hicieron más fuertes.
“Compartir las cosas que te llegan al corazón es algo que une realmente o que te ayuda a llegar a la decisión de querer compartir la vida con alguien”, añadió la mujer, quien, a pesar de lo que sentía, nadie de su entorno estaba de acuerdo y ella tampoco se lo había presentado a su familia porque quería estar segura.
Adicionalmente, Erika confesó que al inicio fue una relación a distancia, pero lo que más le llamó la atención del francés fue la sensibilidad que le demostraba, no solo con ella, sino con las situaciones, y ese espíritu aventurero que le permitió ver el mundo desde otra perspectiva.
Ambos viajaban constantemente para visitarse hasta que después de un tiempo decidieron vivir en Colombia durante un año y luego su esposo le propuso ir a Barcelona por un tiempo para determinar si sería un lugar donde podrían establecerse.
La colombiana se fue y dejó a su hija por tres meses, una decisión que le afectó emocionalmente porque la extrañaba y también sufrió un choque cultural muy fuerte al llegar al país europeo, en donde las mujeres con las que convivieron fueron xenófobas.

Al regresar, la relación entre el hombre y su hija fue muy buena: se adaptó a la situación y las costumbres de la familia de Erika. Pero cuando llegó la pandemia, el espacio era muy reducido y se enteraron de que estaban esperando un hijo, por lo que decidieron casarse e irse para Fusagasugá.
Sin embargo, la situación económica empeoró porque estaban viviendo de los ahorros y, con la llegada del nuevo bebé, los gastos aumentaron. Ese fue el momento en el que alistaron las maletas y se fueron para Francia, una nueva experiencia que cambió por completo la vida de Erika.