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En quizás su formación más constante y brillante, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Carlos Nuñez Cortés, Daniel Rabinovich (fallecido en 2015) y Marcos Mundstock (murió hoy).

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Les Luthiers: el humor brillante despide a otro de sus integrantes

Con su mezcla de histrionismo cómico y talento musical, Les Luthiers festejaron 50 años de carrera en 2017. Para despedir a Marcos Mundstock, quien falleció hoy, SEMANA repasa la trayectoria del conjunto y la dimensión de un fenómeno que marcó varias generaciones.

Alejandro Pérez
22 de abril de 2020

Publicado en 2017, con motivo de los 50 años de Les Luthiers. Hoy, en un comunicado el conjunto informó que "el locutor y humorista argentino Marcos Mundstock, ícono del grupo artístico argentino Les Luthiers, murió este miércoles a los 77 años. Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, nuestro compañero y amigo, finalmente partió".

En Colombia, Les Luthiers se expandieron como un culto clandestino en los años setenta y estallaron en los ochenta. A su primera cita en el Teatro Colón de Bogotá, en 1981, llegaron muchos más seguidores de los esperados, confirmando que para ese entonces miles ya se habían contagiado por la infecciosa propuesta de los argentinos. Por eso, son un ejemplo curioso de viralización previa a internet. Con parodias, música y teatralidad cultivaron un nicho fiel que les volvió a cumplir en posteriores visitas a varias ciudades del país, en 1983, 1984 y 1986. Los encuentros con Colombia son mucho menos frecuentes estos días, pero no por eso sus seguidores han dejado de disfrutar de sus asombrosas ejecuciones musicales, reír a carcajadas con sus apuntes y maravillarse con los instrumentos que han creado en el camino: partiendo del ‘cellato’ o cello de lata, y el ‘latín’, o violín de lata (por mencionar solo dos de los más tempranos).

Desde los años noventa, muchos adultos contemporáneos que los conocieron gracias a sus padres, tíos o primos fueron a presenciar las composiciones del célebre Johann Sebastian Mastropiero (creador imaginario de casi todo el repertorio de Les Luthiers). El grupo, en toda su dimensión, brillaba en un teatro donde se escuchaba y se veía la minucia, pero expandió su audiencia por medio de discos que rotaban de amigo a amigo y de reunión en reunión. Y, a la manera de una banda de rock legendaria como The Beatles o The Rolling Stones, su efecto no se diluye pues va atado a las memorias de una vida, de una risa, y de la gente que lo compartió. Los creyentes siguen profesando su fe en el humor inteligente de Les Luthiers. En su parada más reciente en Colombia, 35 años después de la primera, en la era de YouTube y del humor fácil de cámaras escondidas, agotaron localidades en Bogotá y Medellín en cuestión de días.

Claro, su impacto alcanzó a América Latina y a España, país que les venera y que en marzo, en el año de su aniversario 50, les entregó el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. El jurado destacó que han atraído a “cientos de miles de espectadores de todas las generaciones”, siendo “uno de los principales comunicadores de la cultura iberoamericana desde la creación artística y el humor, un espejo crítico y un referente de libertad en la sociedad contemporánea”. A tanta pompa obviamente le sacaron el chiste. Marcos Mundstock, narrador excelso de voz profunda y ribetes humorísticos brillantes, celebró anotando que le ganaron el premio a “algunos monstruitos como Martin Scorsese”. Hoy el mundo despide a Mundstock y recuerda las muchas, muchas, risas que provocó con su versátil arte.

A pesar de golpes duros, como la muerte de su fundador Gerardo Masana (en 1973), del carismático Daniel Rabinovich (en 2015) -y ahora de Mundstock (2020)-, así como la partida de irremplazables como Ernesto Acher (entró en 1971 y salió en 1986) y de Carlos Núñez Cortés (se sumó en 1969 y se retiró después del festejo de su aniversario como grupo), la risa se seguirá propagando, pues, en sus propias palabras, “se rehúsan a morir”, y no solo desde la memoria.

Este matrimonio por conveniencia humorística nació en la cabeza de Masana, brillante arquitecto y músico. Fue él quien, desde el coro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, le dio un giro a la música clásica y se permitió jugar con ella. Compuso letras y música y construyó instrumentos para una función humorística, en 1965, que descrestó a los asistentes a un encuentro de coros en la ciudad de Tucumán. Dado el éxito de la misma, se presentaron en la capital argentina bajo el nombre de I Musicisti, replicando la gran recepción y dando pie a nuevas presentaciones. Pero en la interna del grupo había discrepancias, por las cuales el 4 de septiembre de 1967, Masana, Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna se separaron y dieron vida a Les Luthiers. No sabían que se embarcaban en una cruzada existencial.

Masana murió en 1973 por una leucemia, “sin saber que había fundado una religión”, como menciona Daniel Samper Pizano en el prólogo de Gerardo Masana y la fundación de Les Luthiers. Sus compañeros siguieron adelante, sobrellevando peleas y “17 años de psicoanálisis, muy argentinos” para prolongar la aventura que sigue dando de qué hablar. Tras la muerte de Rabinovich, la solución fue exactamente la misma según sus deseos: seguir, como Don Rodrigo en su épica cantata.

SEMANA le pidió a varios de sus seguidores en Colombia compartir sus sketches favoritos. Esto respondieron:

Antonio Sanint-Comediante

Nopol (La Tanda)

“Polillas audaces y canallas, Nopol, Nopol, Nopol, Nopol, las desmaya, aplique Nopol donde hay polillas, Nopol las mantiene a raya”

Es un de comercial de matapolillas, pero el narrador principal se tiene que retractar porque al otro narrador, Daniel Rabinovich, le da pesar matar a las polillas. El sketch termina siendo un comercial de vitaminas para polillas, para que “engorden y crezcan”.

El segundo es la Bella y graciosa moza, y el tercero es La gallinita dijo eureka. En esta última, la transformación de una cancioncita muy sencilla para niños que se va complicando -por las preguntas recurrentes de un ‘nene’- es genial. Les Luthiers le dan la vuelta y la convierten en una obra de humor muy inteligente. Esas son las tres piezas que me llaman la atención, pero es difícil escoger, todas realmente son increíbles.

Fabio Rubiano-actor, director de teatro

La bella y graciosa moza (…)

Este, mi favorito, tiene una estructura perfecta. Primero cuenta la historia de la bella y graciosa moza en cinco episodios, cada uno con una línea de relato absolutamente clara. Pero como a uno de ellos se le caen las hojas, las partes se desordenan. Desde ese momento toda la historia cambia de sentido pero la rima sigue coincidiendo. Entonces ya no es ella la que arrastra la ropa contra una piedra y ve un gracioso príncipe, como todo se trastoca es el príncipe quien restriega a la moza contra la piedra y ella, que le decía a las ovejas “qué bestia, qué animal”, ahora se lo dice al príncipe. Básicamente son cinco partes que se hilan, un rompecabezas que siempre coincide.

Eduardo Arias-Periodista

Pepper Clemens sent the messenger: nevertheless the reverend left the herd

De las que he visto en video es las que más me gusta. Marcos Mundstock está leyendo la introducción, y narra cómo el compositor (Mastropiero) va cambiando de parecer sobre qué instrumentos usar mientras los otros cuatro, que van a ejecutarla, se ven corriendo de un lado a otro para satisfacer sus caprichos. Primero plantea cuatro voces, elimina una, luego dice que necesita instrumentos de cuerda, luego pide un piano, y los otros van refunfuñando y haciendo mala cara mientras meten y sacan instrumentos de escena, un piano e incluso ellos, como voces.

Al final cantan, luego tocan esas zampoñas de tubos de ensayo, luego piano y al final unas tablas de lavar ropa a las que han pegado algunos instrumentos de percusión menor y cantan. Rabinovich siempre hace el bajo con una tuba inventada por ellos. Me parece genial como parodia al tema ceremonial de la música clásica.

Voglio entrare per la finestra

Es una parodia de un aria de una ópera tipo Mozart o Rossini, muy bien hecha. Incluso contrataron a un tenor que se llamaba Sergio Tulián que hace las voces, y es una mamadera de gallo a todos los dramas y los amores de la ópera. Incluso en la presentación tiene un apunte buenísimo que dice: “Sin embargo, Ludovico insiste en llegar hasta su amada; él quiere cantarle su aria de amor y solamente eso... aunque cada vez piensa menos en cantar y más en solamente eso”. Para mí ese álbum, Volumen III de Les Luthiers, es de lo mejor que hicieron.

Teorema de Thales

“Si tres o más paralelas, si tres o más parale-le-le-las,

Son cortadas, son cortadas, por dos transversales, dos transversales...”.

Me gusta muchísimo, le pusieron música al teorema de Tales de Mileto, y bueno, ponerle música a un enunciado de un teorema matemático, que además funciona, no es fácil. Lo hacen aparte parodiando con un canto a varias voces. Del primer álbum, Sonamos pese a todo.

Pamela Ospina-Comediante y música

Solo necesitamos

“Para ser felices solo necesitamos una guitarra y una muchacha... dos muchachas. La guitarra para tocar y las muchachas... para cantar. Pero no hay madera para hacer guitarras. ¿Por qué no hay madera para hacer guitarras? Porque talan los árboles. ¿Y por qué... por qué talan los árboles? Para hacer guitarras”.

Supuestamente es una canción muy ecológica, de unos hippies que cantan que solo necesitan “una guitarra y una muchacha”, pero en ese proceso Les Luthiers meten una crítica social y una burla misma a los seres humanos. Una pieza fantástica.

Boleros de los celos

“Celos, tengo celos de la brisa que acaricia tus cabellos; de la arena que roza tus pies; celos de los guantes que tocan tus manos; celos del collar que toca tu cuello; celos de la silla... que usas para sentarte…”.

Es maravillosa, explora lo absurdo del romanticismo y de cómo uno pone en un pedestal -y en palabras recontramágicas- a alguien que atraviesa las puertas igual que el resto y se sienta igual que uno en la silla. Retrata cómo, en el amor, uno se vuelve medio loco y le tiene celos a todo.

En general, Les Luthiers muestran esa conciencia de lo que somos como humanos, de poderlos criticar de una manera inteligente, de reírse con ellos. También de jugar con el idioma y sus equívocos y su doble sentido y metáforas, de hacer música maravillosa y de ser únicos. Parecen hacer crítica seria, mientras expresan “no nos tomemos todo tan en serio”.

Adrián Magnoli-periodista y presentador

Perdónala

Me gustan Perdónala porque es un himno, y las caras de los tipos cuando la hacen son inolvidables. También ‘La gallinita dijo eureka‘, sketch espectacular que vi en el estreno, La payada de la vaca y La yegua mía, temas fantásticos, autóctonos, muy de samba y folclor nuestro. Por último, La kermesse de los sábados, un sketch maravilloso.

Les Luthiers nos hace quedar bien a los argentinos en el mundo, son brillantes embajadores del buen humor y de la buena música, porque no hay que olvidar que lo que hacían con estos instrumentos que ellos mismos creaban era memorable.

Alexandra Montoya-Imitadora, humorista

La bella y graciosa moza (…)

“La he visto muchas veces, y por más que la conozco y la he repasado, vuelvo a reírme por el derroche de musicalización y creatividad. Me gustan por lo osados que son y que fueron, lo irreverente de sus propios instrumentos. Son geniales, y creo que esa pieza tiene ese sello distintivo de Les Luthiers. Usa un lenguaje sencillo, con poesía y humor especial, a pesar de que no sea para todo el mundo...”

¿Cuáles son sus favoritos? ¿Por qué?