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Sebastián cuenta con Juan Pablo como su mentor, quien le enseñó que en la pista la relación familiar pasa a un segundo plano y el padre se convierte en el coach más exigente. En la imagen, en Daytona, en enero de 2018. El hijo de Juan Pablo Montoya Sigue los pasos de su padre Sebastián Montoya quiere repetir la hazaña de su renombrado progenitor en la Fórmula 1, y su carrera promete. Ya es uno es uno de los diez mejores pilotos de | Foto: CORTESÍA PONY MALTA

PROMESA

Sebastián: el hijo de Juan Pablo Montoya que sigue los pasos de su padre

Sebastián Montoya quiere repetir la hazaña de su renombrado progenitor en la Fórmula 1, y su carrera promete. Ya es uno es uno de los diez mejores pilotos de karts del mundo y en 2020 se va a correr a Europa. Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.

8 de octubre de 2019

A sus 14 años, Sebastián Montoya, el primogénito del piloto colombiano Juan Pablo Montoya y su esposa, Connie Freydell, persigue la huella en el asfalto que dejó su papá y quiere imprimirle un acelerón a su destino en las carreras.

Con este propósito deja la escuela del kartismo en la que se forjó durante los últimos seis años, para lanzarse el año que viene, de una buena vez, a lo que toca: la Fórmula 4 de Italia, con el equipo Prema. Se trata del automovilismo europeo puro y duro, el bautizo de fuego para quienes, como Sebastián, están empeñados en ser pilotos de Fórmula 1.

Su debut en los karts no ha sido un juego de niños. Actualmente está en el ranking de los diez primeros del planeta, y no en la categoría júnior sino en la sénior. Su nivel es muy alto, al punto que cuando no ha clasificado en alguna final no se debió a bajo rendimiento, sino por hechos fortuitos en la pista. Su familia y un equipo de psicólogos deportivos se han encargado de inculcarle que ser el mejor piloto es su trabajo y responsabilidad. Los resultados saltan a la vista.

Juan Pablo destaca que a los 14 años su hijo ya es capaz de cosas que él no lograba a los 20, como interpretar la información transmitida por los sensores de un bólido.

La ruta a seguir es difícil y de eso sí que puede dar fe el team Montoya. En primer lugar, el motor financiero nunca puede apagarse, pues de ello depende llegar a los equipos importantes con sólidas posibilidades de triunfo. Pero el dinero de nada sirve, si no hay además una buena preparación mental, una condición física de hierro y un trabajo más que arduo en el simulador. 

Sebastián lleva una buena ventaja pues, según su padre, quien por supuesto es su principal guía en la preparación, a los 14 ya es capaz de hacer cosas que él mismo no lograba a los 20. Una de ellas, por ejemplo, es saber interpretar la información transmitida por los sensores de un bólido.

Además, tiene un estilo de manejo muy apropiado para los circuitos europeos, en el que combina hábilmente la suavidad de conducción de su abuelo Pablo Montoya, con la bravura y determinación para adelantar de Juan Pablo.

La trayectoria deportiva de Sebastián ha seguido un bajo perfil en los medios colombianos por decisión de Juan Pablo y Connie, quienes prefieren que se destaque más por sus logros en carreras importantes frente a rivales de peso, que por la exposición en la prensa. Por eso, evitaron que corriera en la Fórmula 4 francesa y española, y en Estados Unidos. Más bien, tomaron el camino difícil de la F4 italiana y algunas carreras de la F4 alemana.

Montoya y su esposa, Connie Freydell, con Sebastián y Paulina, su segunda hija, en la Sprint Cup Series Lifelock 400 del campeonato NASCAR, en Brooklyn, Michigan, en 2008. Aún no había nacido Manuela, la otra integrante de la familia.

A la final, será Sebastián quien decida dónde se quedará, siempre con el apoyo de sus padres y con la mira puesta en la Fórmula 1.

Según una fuente cercana a la familia, Sebastián ya conoció a sir Frank Williams, fundador y director de la legendaria escudería Williams de Fórmula 1, la misma en que hace 22 años dio inició la exitosa carrera de su papá en las grandes ligas del automovilismo. Todo parece indicar que la historia se repetirá y nada de raro tiene que Colombia vuelva a tener en un Montoya a su nuevo embajador de la velocidad.

* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.