El ajonjolí se convirtió en un medio de subsistencia y de esperanza para esta región colombiana que resistió y sobrevivió a la crudeza del conflicto armado.
El ajonjolí se convirtió en un medio de subsistencia y de esperanza para esta región colombiana que resistió y sobrevivió a la crudeza del conflicto armado. | Foto: Getty Images

Agricultura

Ajonjolí, la esperanza de las mujeres que regresaron a El Salado

En total son 35, muchas de ellas madres cabeza de familia. Viven en la vereda Nueva Pativaca y se asociaron para cultivar también papaya, maíz, ají, berenjena, fríjol. Muchos de estos productos ya se venden en Bogotá y los ingresos que reciben les han permitido poco a poco recuperar lo perdido y volver a empezar.

2 de septiembre de 2021

El corregimiento de El Salado, ubicado en los Montes de María, entre Sucre y Bolívar, fue uno de los lugares más afectados por el conflicto armado entre los años 90 y comienzos del 2000. Aunque su población sufrió varias olas de desplazamiento forzado, varios habitantes decidieron regresar para desarrollar actividades agrícolas y recuperar el tejido social. En la vereda Nueva Pativaca se creó la Asociación Agroindustrial, que se encarga del cultivo de papaya; y la Asociación de Mujeres (Asomupat), que está conformada por 35 mujeres de la zona.

Asomupat cultiva y comercializa berenjena, fríjol cuarentano, papaya tainung, maíz cariaco, ají dulce, auyama y ajonjolí. Desde el 2014 decidieron darle un valor agregado a estos productos y transformarlos para comercializar chips de berenjena, papaya deshidratada, conservas y pasta de ajonjolí. Estos productos se convirtieron en un medio de subsistencia y de esperanza para la región.

Yoleida Salcedo, una de las integrantes de la asociación, comenta que después de los años de violencia que tuvieron que resistir, decidieron volver al campo y dedicarse a cultivar la tierra. “La confianza se ha ido recuperando poco a poco, y entre todas buscamos la forma de proveer, ser independientes, apoyar al hogar y protegernos”, agrega.

Una de las prioridades de la comunidad de Nueva Pativaca es la conservación del bosque seco tropical de los Montes de María, un ecosistema en el que la lluvia es escasa, así que lo que se cultive no debe necesitar de ella en grandes cantidades. Por eso la pasta de ajonjolí se ha convertido en uno de los productos agrícolas principales. Ya se consigue en Bogotá a través de Somos Nodos, un proyecto que busca conformar una red de emprendimientos y productos que iniciaron en el marco del Acuerdo de Paz en el 2016.

Laura Rojas, una de las cuatro integrantes del proyecto, explica que desde la ciudad quieren aportar a la sostenibilidad de las iniciativas productivas y emprendimientos que se han creado en distintas regiones. “Nosotras le apostamos a la creación de nuevos puentes y canales de comunicación entre la ciudad y las iniciativas locales de paz. Creemos firmemente que para sostener la paz se requiere el esfuerzo sostenido desde distintos frentes, y necesitamos la acción de todos para crear, apoyar y fortalecer las alternativas que se proponen en distintos lugares del país para no repetir los hechos violentos y generar alternativas a la guerra”, añade.