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John McCain detuvo su tratamiento contra el cáncer. | Foto: @senjohnmccain

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John McCain, el héroe de guerra que enfrentó a Trump desde su propio partido

A los 81 años, a causa de un tumor cerebral, murió el senador republicano que llegó a ser uno de los políticos más influyentes de Estados Unidos. Secuestrado cuando era piloto de combate, soportó torturas, intentó suicidarse y vivió la guerra como pocos. Hasta sus últimos días, pese a ser republicano como él, fue un duro opositor de Trump.

24 de agosto de 2018

Político, aviador, prisionero y veterano de guerra. John McCain fue cinco veces senador de Arizona y aspiró a la presidencia por el partido republicano en 2008. Aunque perdió el pulso contra Barack Obama, el fracaso electoral lo fortaleció y se convirtió en una de las figuras más representativas de su partido en el Congreso. En sus últimos días, como lo hizo con las duras pruebas que tuvo en su vida, enfrentó con valor la inminencia de la muerte, luego de ser diagnosticado con un tumor canceroso en el cerebro.

Cuando ya el pronóstico era irreversible, McCain mismo decidió suspender el tratamiento. "El envejecimiento inexorable han dado su veredicto. Con su habitual determinación, él decidió poner fin en lo sucesivo a su tratamiento médico", anunció su familia a través de un comunicado, apenas unas horas antes de que se produjera su muerte, a los 81 años de edad y desde hace varios meses ya venía preparando su partida: escribió un libro de sus memorias, dejó listo un documental y definió cómo serían sus exequias en las que no quería que Donald Trump estuviera presente.

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Una vida heroica: de la Armada a la política

Cuando se conoció el diagnóstico sobre la salud de McCain, las redes sociales de Estados Unidos se llenaron de mensajes. "El senador McCain siempre ha sido un guerrero. Melania y yo mandamos nuestros mejores deseos y plegarias a John McCain, a Cindy y a toda su familia. Mejórate pronto" decía el texto publicado por el presidente Donald Trump. "McCain es un héroe americano y uno de los guerreros más valientes que conozco. El cáncer no sabe contra quién se enfrenta" escribió por su parte el expresidente Barack Obama en su cuenta de Twitter. En esa red social miles de personalidades del mundo entero dejaron sus mejores deseos para el senador.

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Casi que todos esos mensajes describían a McCain como un guerrero que había salido victorioso de múltiples batallas, pero que quizás por cuenta de la enfermedad se estaba enfrentando a la más dura de toda su vida.

McCain fue verdaderamente un héroe rebelde. Nació el 29 de agosto de 1936, en la base aérea norteamericana de Coco Solo en el Canal de Panamá. Su padre, John McCain y su abuelo fueron almirantes de la Armada de los Estados Unidos. Siguió sus huellas y se alistó en las fuerzas navales, en donde se entrenó como piloto de guerra. Durante su periodo de entrenamiento adquirió la fama de fiestero y tomatrago. Estos fueron los momentos clave de su vida.

El piloto de combate

McCain en el entrenamiento para volar un T - 2 Buckeye en 1965. Foto: US Navy - Library of Congress

Completó la escuela de vuelo en 1960, y se convirtió en un piloto de cazabombarderos desde portaaviones, una de las actividades más peligrosas.

Se casó en 1965 con una modelo oriunda de Filadelfia, Carol Shepp. A pesar de su reciente matrimonio, solicitó ser enviado a una zona de combate durante la guerra en Vietnam, y fue asignado al portaaviones USS Forrestal, pilotando A-4 Skyhawks. Sus misiones de combate se iniciaron en 1967 cuando tenía 30 años. McCain estuvo a punto de morir. El Forrestal se incendió y su avión estaba muy cerca del centro del incendio. Logró escapar del avión en llamas y trató de ayudar a otro piloto cuando estalló una bomba. McCain fue impactado por esquirlas en sus piernas y pecho.

Las torturas contínuas

Su segundo contacto con la muerte sucedió en octubre de ese mismo año. Estaba llevando a cabo una misión de combate sobre Hanoi cuando su avión fue impactado por un misil que lo lanzó a tierra. McCain se fracturó ambos brazos y una pierna al lanzarse de su cabina y estuvo a punto de ahogarse. Algunos norvietnamitas lo llevaron a la orilla y otros lo atacaron inclementemente, golpeándolo con una bayoneta. Le destruyeron los hombros. Después fue transportado a la principal prisión de Hanoi, que de manera irónica era llamada el “Hanoi Hilton”. 

Las penalidades de McCain apenas comenzaban: aunque estaba seriamente herido, sus captores se negaron, en un principio, a tratarlo. Lo golpeaban inclementemente para tratar de obtener información. Finalmente, lo llevaron a un hospital en donde estuvo seis semanas.

Francois Chalais capturó esta imagen en un hospital de Hanoi, Vietnam, en el que McCain estuvo hospitalizado como prisionero de guerra.

En diciembre de 1967, McCain fue encerrado en una celda junto con otros dos americanos, quienes pensaron que el piloto no sobreviviría más de una semana. Al año siguiente lo pusieron en arresto solitario.

El punto de quiebre

Cuando su padre fue nombrado comandante de las fuerzas norteamericanas en el Pacífico, los norvietnamitas le ofrecieron a McCain su liberación. Buscaban crearse una imagen más favorable respecto del tratamiento de los prisioneros. Rechazó su repatriación, a menos que junto con él fueran liberados todos los hombres que hubieran sido tomados como prisioneros antes que él. Hizo honor a una interpretación del código militar de conducta, en la que los oficiales podrían aceptar ser liberados, si se hacía en el orden en que habían sido capturados.

Fue sometido entonces a un programa muy severo de torturas. Era amarrado y golpeado cada dos horas. Fueron tales sus heridas que, en desesperación, trató de suicidarse. Los guardas se lo impidieron. Llegó a un punto en que, ante tanta presión, McCain aceptó firmar una confesión con críticas a los Estados Unidos. Después diría que cada hombre tiene su punto de quiebre, “yo había alcanzado el mío”.

John McCain a su regreso a los Estados Unidos se encuentra con el presidente Richard Nixon. Foto: Archivo personal

Fue liberado en marzo de 1973, después de estar cinco años y medio como prisionero. La dirigencia militar, la política y la opinión en general lo calificaron como un verdadero héroe. Y así sigue siendo considerado, con la excepción de Donald Trump, quien sin haber servido ni un solo día en el Ejército o en la guerra de Vietnam, se atrevió a decir que John McCain no era un héroe porque había sido capturado.

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Su vida personal después de la guerra

Cuando regresó a los Estados Unidos, McCain se reunió con su familia. En 1969, su esposa Carol había tenido un accidente de tráfico que le dejó graves secuelas físicas. Eso creó tensiones muy grandes ya que ambos necesitaban rehabilitación.

McCain inició una serie de terapias que duraron hasta finales de 1974. Pudo entonces recobrar su estatus como piloto militar. En 1976 fue designado comandante de un escuadrón de entrenamiento con sede en la Florida. En lo profesional le fue muy bien, ya que mejoró los niveles de eficiencia y los récords de seguridad de su escuadrón, por lo cual mereció una condecoración al mérito. En lo personal, las cosas fueron más complicadas: McCain inició una serie de relaciones extramatrimoniales que afectaron su unión con Carol.

En 1979 McCain había conocido a Cindy Hersley, la hija del rey de la industria de la cerveza de Arizona, Jim Hersley, dueño y fundador de la cervecería Anheuser-Busch, con una fortuna que se calculaba en 200 millones de dólares. McCain le pidió el divorcio a Carol, quien finalmente se lo concedió. John McCain y Cindy Hersley se casaron en 1980.

John y Cindy McCain, 1982. Foto: @senjohnmccain

De héroe a político

En 1981 se retiró de la Armada como capitán y se trasladó a Arizona, en donde se vinculó a la política. En 1982 fue elegido para la Cámara de Representantes y allí sirvió durante dos periodos. En 1986 se lanzó al Senado y ganó fácilmente. Ganó su reelección por cinco periodos consecutivos, la última vez en 2016.

Cuando se lanzó por primera vez al Congreso recién movido a Arizona, un votante lo calificó de oportunista. La respuesta pública que McCain le dio fue devastadora:

“Mire, compadre. Yo duré 22 años en la Armada. Mi padre estuvo en la Armada. Mi abuelo estuvo en la Armada. Nosotros en el servicio militar tenemos que movernos mucho. Tenemos que vivir en todas partes del país y del mundo. Ojalá yo hubiera tenido, como usted, el lujo de haber crecido y vivido toda mi vida en un lugar tan agradable como el primer distrito de Arizona, pero yo estaba haciendo otras cosas. De hecho, al pensarlo ahora, creo que el lugar en donde viví más tiempo en mi vida fue en Hanoi”.

Como miembro del Comité del Senado a cargo de los temas de los prisioneros de guerra, presidido por su colega John Kerry, McCain investigó el asunto de los prisioneros de guerra en Vietnam. En el informe final presentado al comité, después de viajar a ese país y entrevistar a múltiples personas, se concluyó que no existían “evidencias convincentes de que algún norteamericano permanece vivo en cautividad en el sureste asiático". Gracias a los esfuerzos de McCain en 1995, los Estados Unidos normalizó sus relaciones diplomáticas con Vietnam.

El exsenador de los Estados Unidos, John McCain, siempre fue difícil de catalogar: fue republicano toda su vida, pero mantuvo independencia frente a varios programas y posturas de ese partido. Estuvo de acuerdo con las uniones civiles entre parejas del mismo sexo, mucho antes que otros republicanos. Pero no con el matrimonio.

Fue autor de una iniciativa de ley para aprobar una reforma migratoria integral, que pasó por mayoría de votos en el Senado pero que se estancó en la Cámara.  De acuerdo con ese proyecto de ley, muchos indocumentados podrían trabajar. Se opuso al programa económico de Bush dirigido a recortar impuestos, sobre todo a los ricos.

Foto: @senjohnmccain

Tuvo una postura sobre temas medioambientales más cercana a los demócratas y contraria a la de los republicanos, muchos de los cuales niegan el calentamiento global. Sin embargo, en materia de política exterior y en temas de guerra y paz, mantuvo una posición promilitarista. Por eso, apoyó decididamente la invasión a Irak por parte del gobierno de Bush, aunque expresó su total rechazo a los programas de torturas con el fin de lograr confesiones de los terroristas presos. Así mismo, fue un crítico de la manera como se manejó la posinvasión y la presencia norteamericana en el territorio iraquí.

McCain, el candidato presidencial

En el año 2000 aspiró a la nominación por su partido pero perdió frente a George W. Bush, quien contaba con el respaldo de todo el establecimiento republicano y con aportes de miles de millones de dólares.

Jhon McCain y su fórmula vicepresidencial para el 2008, Sarah Palin. Imagen: Flickr

En su segunda campaña por la Presidencia de la República en 2008, McCain logró la nominación de su partido. En esta oportunidad, pensó en llevar como su compañero de fórmula para la vicepresidencia al senador Joe Lieberman, perteneciente al partido demócrata. Finalmente no lo hizo, pensando en que iba a crear una revolución durante la convención republicana. Quiso entonces llevar a una mujer, lo cual era, en teoría, una excelente idea. La gran equivocación fue haber seleccionado a Sara Palin, a quien no conocía. Le hizo unas cortas entrevistas y la lanzó. Lo que no sabía era que, además de ser una ignorante en temas de relaciones exteriores y economía, a la ‘loca’ Sara Palin nadie la dirigía u organizaba. Ella andaba por su propia cuenta y riesgo. Por supuesto, competir por la Presidencia con un candidato joven, inteligente y fresco como Barack Obama, era casi imposible. Pero Sara Palin lo hizo todavía más difícil.

McCain fue un contrincante agresivo pero decente. Tenía  un sentido del humor ácido que podía llevarlo a decir cosas inconvenientes. Por ejemplo, una vez en una manifestación se preguntó por qué Chelsea Clinton era tan fea. “Porque su padre es Janet Reno” (fiscal general durante el gobierno de Bill Clinton). Después pidió mil excusas a los Clinton y a la propia Chelsea.

En 2008, las últimas semanas de la campaña se volvieron bastante agresivas. Durante una manifestación, cuando se escuchaba el nombre de Barack Obama, las multitudes republicanas respondían con groserías y epítetos. En una oportunidad, una mujer de cierta edad dijo que no le gustaba Obama “porque es un árabe”. McCain tomó el micrófono y le respondió “No señora, no señora. Él es un hombre de familia decente, un ciudadano con el que tengo serias diferencias en asuntos fundamentales”.  Y añadió,  “queremos luchar, y yo quiero luchar pero con respeto”.

Las tensas relaciones entre McCain y Trump

Desde que Donald Trump se lanzó como precandidato para las primarias del partido republicano, McCain fue un duro y constante crítico de él. Afirmó, por ejemplo, que las posturas de Trump en materia de inmigración atraían una manada de locos. Trump respondió que le gustaban las personas “que no han sido capturadas”.

Cuando Trump ganó la nominación de los republicanos, McCain estaba en campaña para su reelección y tuvo que ser cuidadoso. No asistió a la convención nacional republicana pero anunció que respaldaría a quien fuera nominado por su partido. Después le retiró su apoyo a Trump cuando se conocieron las cintas en las que el millonario hablaba en términos groseros sobre las mujeres.

En contexto: Partido Republicano en mil pedazos antes de la nominación de Trump

Denunció a Rusia decididamente por haber tratado de intervenir en la elección norteamericana y solicitó que un comité especial del Senado investigara las actividades cibernéticas rusas.

Criticó las declaraciones de Trump quien afirmó que las acciones de Vladimir Putin eran equivalentes a lo que los Estados Unidos habían hecho durante largo tiempo en otros países.

Junto con el senador Lindsey Graham, atacó la orden ejecutiva firmada por el presidente Trump para limitar los viajes de personas originarias de siete países musulmanes. La calificó de una herida autoinfligida que enajenaría a países musulmanes socios en la lucha contra los extremistas.

Igualmente, McCain afirmó que la decisión de Trump de sacar a los Estados Unidos de la Alianza Comercial Transpacífica significaba crear una enorme apertura y oportunidad para China. De acuerdo con The New York Times “si el primer mes de la administración sirve como indicación, podrá haber un conflicto perpetuo entre el senador y el presidente”. Y así ha sido. 

Por su enfermedad, McCain se retiró de la vida política pero esta no logró que su voz desapareciera de la opinión pública. En junio de 2017, mientras se recuperaba de su primera cirugía en la cabeza, sorprendió con una rápida jugada: tomó un vuelo de más de cuatro horas y viajó a Washington sin compañía para apoyar la iniciativa que pretendía derogar parcialmente la reforma de salud del Barack Obama. Llegó al Capitolio y su aparición terminó por definir el fracaso de la propuesta.

Luego de las votaciones, McCain reclamó el regreso del proyecto a comisiones. El exsenador manifestó sus reservas a la que denominó una forma partidista del debate. Esa fue una de las derrotas más humillantes que ha sufrido Trump desde que llegó al poder. McCain ha sido una de las voces más críticas contra el presidente. Con el paso de los años, ha hecho una fuerte oposición a la carrera presidencial del exmagnate que hoy lleva las riendas en la Casa Blanca. 

Durante la campaña, manifestó varias veces su desacuerdo con el aval otorgado por su partido a la candidatura de Trump. Una y otras vez, McCain se fue en contra de las políticas tomadas por el presidente. Sus mayores reparos han sido a las polémicas decisiones que ha tomado sobre los migrantes y los programas que fueron creados en administraciones pasadas para ellos, como el Obamacare. El político defendió en otras ocasiones a la prensa. Los ataques constantes de Trump dirigidos a los medios de comunicación le molestaron a McCain. El mandatario puso el dedo en la herida y él le respondió jactante: “lo primero que hace un dictador”.

La supuesta interferencia rusa en las elecciones del 2016 en el país americano fue otro de los grandes pulsos que McCain intentó dar contra el gobierno Trump. Él se convirtió en uno de los promotores de un comisión que investigaría el supuesto papel de los rusos en los comicios. Incluso, llegó a calificar como una locura las estrategias diplomáticas del presidente, de quien ha dicho que no quiere que asista a su funeral. 

Marcado por la milicia, el exsenador cruzó varias veces la línea entre su partido y la oposición. Supo sacudirse con agilidad de las derrotas y se ganó el respeto de buena parte de la clase política americana. Gozó de buena fama por su sencillez y los apuntes divertidos en los que en muchas ocasiones se le vió. Vivió hasta el final de su vida con la valentía de un héroe de guerra. 

Semana actualiza este perfil escrito en 2017 por María Carmenza Arenas.