Estados Unidos

Trump activa la ‘Misión Génesis’: la apuesta más ambiciosa de EE. UU. para dominar la ciencia con inteligencia artificial

La Casa Blanca busca integrar supercomputadoras, datos federales y laboratorios del país para convertir a EE. UU. en el centro global de innovación científica y tecnológica frente al avance de China.

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Margarita Briceño Delgado

Margarita Briceño Delgado

Periodista en Semana

25 de noviembre de 2025, 9:25 p. m.
Trump firmó la orden ejecutiva que activa la Misión Génesis, un plan que busca acelerar descubrimientos científicos mediante el uso intensivo de inteligencia artificial.
Trump firmó la orden ejecutiva que activa la Misión Génesis, un plan que busca acelerar descubrimientos científicos mediante el uso intensivo de inteligencia artificial. | Foto: Composición Semana/ X @elnuevodiariord

El presidente lanzó una orden ejecutiva que ordena crear una plataforma nacional de inteligencia artificial (IA) capaz de acelerar descubrimientos en energía, biotecnología, física cuántica y otros campos estratégicos, en un movimiento comparado con el Proyecto Manhattan.

La apuesta por una revolución científica con la Misión Génesis de Trump

En un momento clave para la geopolítica tecnológica, el presidente Donald Trump firmó el 24 de noviembre de 2025 una orden ejecutiva que pone en marcha la llamada Misión Génesis.

Se trata de un ambicioso programa nacional que pretende convertir la inteligencia artificial (IA) en el motor principal de los descubrimientos científicos en Estados Unidos.

Esta iniciativa, descrita por la Casa Blanca, es comparable en su trascendencia con hitos históricos como el Proyecto Manhattan.

Según se explica en medios como Antena 3, bajo la coordinación del secretario de Energía, Chris Wright, y con el respaldo del asesor presidencial en ciencia, Michael Kratsios, el plan exige que en apenas 90 días se complete un inventario de todos los recursos de cómputo disponibles para poner en marcha una plataforma integrada de IA.

Esa plataforma combinará supercomputadoras federales, datos científicos del Estado y laboratorios nacionales para entrenar “modelos fundacionales”, automatizar flujos de trabajo de investigación y acelerar el ritmo de los descubrimientos.

La Misión Génesis no solo aspira a reforzar la competitividad tecnológica de EE. UU., sino también a reorientar las inversiones privadas hacia objetivos estratégicos.

Los desafías de la Misión Génesis

En palabras de Wright, el Gobierno busca que la ola de inversiones en IA no se limite a aplicaciones empresariales, sino que se traduzca en avances en ingeniería, energía, biotecnología y más, como se registra en Fox News.

Según la orden ejecutiva, el Departamento de Energía deberá elaborar en un plazo de 60 días una lista de veinte desafíos científicos prioritarios para guiar el rumbo de la Misión Génesis.

Además, la Casa Blanca exige que, en un máximo de 90 días, las agencias federales completen un inventario nacional de recursos computacionales y redes disponibles para respaldar la plataforma de inteligencia artificial.

La orden también establece que, dentro de los próximos 270 días, la IA deberá aplicarse de manera demostrable a problemas científicos o tecnológicos considerados de importancia nacional, marcando las primeras metas medibles del proyecto.

Para sus defensores, esta misión es la respuesta de Washington a la urgencia de mantener el liderazgo global en IA, especialmente frente a la creciente competencia de China.

Al combinar recursos públicos con tecnología privada y académica, la administración Trump pretende recrear una movilización científica sin precedentes desde la era de la carrera espacial.

La Misión Génesis marca el inicio de una carrera científica que podría redefinir la posición global de Estados Unidos en la próxima década.

Si el proyecto logra coordinar recursos, proteger datos sensibles y mantener un ritmo sostenido de innovación, el país podría encabezar una nueva era de avances tecnológicos.

El éxito o el fracaso de esta estrategia determinará no solo el liderazgo en IA, sino también el papel de la ciencia estadounidense en un mundo cada vez más competitivo.