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En una ocasión, un preso dejó escrita una carta pidiendo disculpas a los dragoneantes por fugarse. | Foto: Fotomontaje /SEMANA

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Los presos que emborracharon a un dragoneante del Inpec y otras fugas absurdas en Colombia

El escape de Aida Merlano no es el único que parece sacado de una película. El Inpec se ha visto en aprietos por dejar que varios de los internos abandonen los lugares de reclusión, en algunos casos, con complicidad de los dragoneantes.

2 de octubre de 2019

Disfrazarse de enfermera, deslizarse por una cuerda y salir huyendo en una motocicleta es una operación digna de una película. Sin embargo, el escape de la excongresista barranquillera Aida Merlano es mucho más que eso: es un caso que deja al descubierto las graves fallas y la presunta corrupción que ronda al sistema carcelario colombiano. Merlano fingió estar durante tres horas en cita odontológica para diseñar su sonrisa mientras fraguaba su plan. 

Merlano burló la seguridad de la dragoniante que la acompañaba y de los vigilantes de la clínica en la que estaba, incluso uno de los guardias por poco la ayuda a subirse a la moto de su cómplice, segundos después de pegarse un duro golpe tras tirarse desde el tercer piso del edificio. Pero hay más, ella no solo no estaba esposada, sino que tenía un nivel 2 de seguridad, es decir "de confianza", por lo que su esquema de vigilancia se había reducido a tal punto que fue fácil entrar al consultorio del doctor Javier Guillermo Celis, y ejecutar su plan.

Este no es el primer interno que se le escapa al Inpec. Miembros de esta institución han permitido que varios de sus presos abandonen sus lugares de reclusión. SEMANA recopila algunos casos.

1. "Vamos por trago y volvemos"

En abril del año pasado, Jhon Gutiérrez Rincón y Olmedo Vargas, dos exguerrilleros de las Farc, estaban tomando alcohol artesanal,  aparentemente elaborado dentro de las mismas instalaciones de la cárcel con el dragoneante Gilberto Vargas. Sobre las 9 de la noche, los reclusos del pabellón de Justicia y Paz de La Picota pidieron permiso al guardia para salir y buscar más trago, pero no volvieron. Según las versiones dadas por cuatro miembros del Inpec a La W, el dragoneante Vargas tenía aliento a trago, pero se negó a realizarse la prueba de alcoholemia. 

Según dijo el Inpec en el momento de la fuga, Gutiérrez Rincón tenía encima una condena a 40 años por secuestro y concierto para delinquir. Olmedo Vargas, por su parte, se desmovilizó de la guerrilla, pero el año pasado fue capturado por hurto.

Conozca más de este caso aquí: Versiones de la fuga de dos presos de La Picota

2. "Gracias por todo señores dragoneantes"

José Muñoz Echavarría había sido condenado a 13 años de prisión por acceso carnal violento a una menor de catorce años en 2009. El preso pagaba su condena en la cárcel de Bellavista, en Antioquia y, tras pasar ocho años en este centro de reclusión, gozaba de restricciones de mínima seguridad e incluso tenía como función cuidar a los cerdos de una de las granjas del penal. El 2 de abril de 2018, Echavarría aprovechó la confianza que tenía con los guardias del plantel para huir del recinto con facilidad, allí mismo donde no había cámaras de seguridad. 

No obstante, el preso sintió algo de remordimiento de irse sin despedirse de los miembros del Inpec y les dejó una carta explicando el porqué de su escape. "Me viene un proceso ensima de más de veinte años, así que lo siento mucho. Gracias por todo señores dragoneantes. Les suplico me perdonen fueron buenos conmigo. De nuevo gracias”, (sic). 

A pesar de su mala ortografía, el preso no quiso ser descortés con los guardias y les dejó el mesaje escrito a mano en una hoja de cuaderno.

3. No una, sino dos veces

Brayan Camilo Peláez Guzmán le hizo la misma jugada a miembros del Inpec en dos oportunidades y en dos cárceles distintas. En marzo de este año, el joven huyó de la prisión de Coiba Picaleña, en Ibagué, junto a otro recluso. Peláez había sido capturado en flagrancia cometiendo un hurto en una vivienda del barrio La Esperanza y sobre él pesaba el homicidio de una mujer a la que apuñaló después de que lo descubrió robando su casa, en otro barrio de la capital tolimense.

Cuando el hombre se dio a la fuga, la Policía Metropolitana de Ibagué y el grupo de investigación criminal SIJÍN instalaron un operativo de búsqueda por las zonas aledañas a la cárcel que lo obligó a entregarse voluntariamente cuando se vio acorralado. Después de esto, Peláez fue trasladado a La Picota, en Bogotá, para terminar de pagar su condena, sin embargo, cinco meses después de su primer escape, el preso demostró que era capaz de fugarse otra vez.

El Inpec tuvo que salir a reconocer que al hacer el conteo de los internos, en la madrugada del 6 de agosto, Brayan Camilo Peláez no se encontraba en su celda. Al parecer, se escabulló de los controles nocturnos del penal a las tres de la mañana y, para la hora de la revisión, el recluso ya le llevaba varias horas de ventaja a las autoridades. 

4. Otro que fue a cita médica y no volvió

Las citas médicas son una excusa ya conocida por las autoridades penitenciarias que pueden desencadenar en fugas. Pero aun así, los esquemas de seguridad del Inpec siguen siendo vulnerables cuando un recluso es trasladado a un centro hospitalario. En 2013, Cristian Fabián Buitrago, condenado por el delito de estafa, estaba saliendo de la clínica Corpas, en compañía de un guardia -uno solo como en el caso de Aida Merlano- cuando dos sujetos se acercaron para encañonar al dragoniante y permitir la huída del preso. 

Vea más de este caso aquí: Otro interno se fuga cuando asistía a una cita médica

Ese mismo año, Alexander Urrego Guerrero, preso en la cárcel Modelo, asistía a una cita médica en una sede de la eps Compensar cuando fue rescatado por varios hombres armados que se enfrentaron a miembros del Inpec. Las autoridades tardaron dos años para recapturarlo, después de que el hombre huyera de tres operativos. 

5. "Como Pedro por su casa"

La cárcel de Bellavista en Antioquia fue escenario de otra fuga muy particular. Los reclusos no tuvieron que ingeniar un plan estrella para salir del plantel, tan solo esperaron el descuido de los guardianes en uno de los centros más congestionados del país. En febrero de este año, cuatro hombres salieron por la puerta principal del lugar como si hubieran ido de visita, mientras los funcionarios del Inpec hacían el ingreso de más de cuarenta detenidos, sindicados de haber cometido delitos graves. 

En medio del proceso de registro, los cuatro presos solo tuvieron que empujar la puerta para quedar libres. Una cámara de seguridad mostró que ellos salieron corriendo, ante el riesgo de ser sorprendidos, pero nadie iba tras su paso. Horas después, tres fueron recapturados, pero el episodio dejó ver la flaqueza en seguridad de este centro penitenciario. En el segundo 28 de esta grabación se observa la huída.