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El desempleo, las críticas al modelo virtual y el temor al contagio causarían una fuerte caída de las matrículas en las universidades. | Foto: Afp

EDUCACIÓN

Bajonazo en las aulas

Algunas universidades prevén que las matrículas se desplomen entre el 25 y el 50 por ciento. Eso significaría entre 600.000 y 1,2 millones de alumnos menos.

13 de junio de 2020

“Estaba a un paso de coronar la carrera, pero por la pandemia ya no están los recursos para seguir el próximo semestre”, dice Johana Rodríguez, estudiante de la Universidad La Gran Colombia. Para pagar sus estudios, ella enseña inglés en un colegio privado al sur de Bogotá, pero por la crisis muchos padres de alumnos no han podido pagar las pensiones. Por eso su ingreso en los últimos meses se ha reducido a la mitad. “Con esta incertidumbre debemos tener prioridades en la familia. Espero retomar mis estudios tan pronto la situación lo permita”.

El caso de Johana refleja una situación que, por cuenta del coronavirus y sus efectos, se puede incrementar: la deserción universitaria y la caída en las matrículas.

Hace unos meses la agenda estaba concentrada en las protestas sociales. También en el debate con el sector privado en torno a la pertinencia de la formación ante los cambios tecnológicos y la denominada cuarta revolución industrial.

Ya entonces causaba preocupación la caída de las matrículas. Pero llegó el virus y su dramático impacto podría acelerar esa tendencia: más de 5,4 millones de puestos desaparecieron en abril y la tasa de desempleo, que bordea el 20 por ciento, podría aumentar. Este factor crítico dejará a miles de familias sin ingresos y tendrán que aplazar los estudios de sus hijos.

De acuerdo con un estudio hecho por la firma Bersoft, en Colombia, uno de cada dos alumnos no logra graduarse, y el 72 por ciento de los ellos abandona la educación superior entre el primero y el cuarto semestre.

A esto se suma que con el aislamiento los centros educativos tuvieron que pasar a dar clases virtuales. Muchos estudiantes se quejan porque consideran que así reciben una educación de menor calidad, y pierden la experiencia universitaria. Y, paradójicamente, también persiste el miedo al contagio con la reapertura de las universidades.

Cuando el 16 de marzo el Gobierno decidió suspender las clases presenciales, cerca de 40 universidades enviaron una carta al presidente Iván Duque para advertirle que la matrícula podría caer hasta un 50 por ciento. Luego, la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), que reúne más de 80 instituciones, alertó que la deserción para el segundo semestre estaría entre 23 y 25 por ciento, con un agravante: podría mantenerse en 2021 en un 20 por ciento.

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En cualquiera de estos escenarios, la situación sería catastrófica. Desde hace un par de años se ha venido reportando una crisis de matrículas, con caídas cercanas al 1,5 por ciento (es decir, 38.000 alumnos menos al año). No obstante, un desplome de las magnitudes previstas no solo pondría en riesgo el empleo de miles de docentes y administrativos, sino el futuro de algunas instituciones. Según las proyecciones de las universidades, para el segundo semestre podría haber entre 600.000 y 1,2 millones de alumnos universitarios menos.

La rectora de la Universidad EAN, Brigitte Baptiste, explicó a SEMANA que las universidades que dependen de la matrícula de cada semestre, la inmensa mayoría, viven una situación de vulnerabilidad, “especialmente las más pequeñas, que no logran constituir un fondo de respaldo para estabilizar ingresos: un poco como los pequeños productores agropecuarios o las pymes”, explica.

Baptiste

Brigitte Baptiste, La rectora de la Universidad EAN.

Los actores del sistema educativo coinciden en el desplome de matrículas. Aunque una encuesta que realizó Ascún a casi 16.000 estudiantes de 78 universidades del país muestra un descenso no tan estrepitoso como el que proyectan las instituciones. Según el informe, 12 por ciento de los alumnos cancelaría el próximo semestre por la emergencia. 

No obstante, esta cifra podría aumentar, dado que un 22 por ciento adicional dijo que solo volverá a clases si hay regreso a las aulas, mientras que un 21 se matricularía si hay una enseñanza mixta que combine clases remotas con las presenciales, como plantea el modelo de alternancia del Ministerio de Educación que empezará a regir el primero de agosto. Apenas un 36 por ciento aseguró que continuaría estudiando sin importar cómo.

Andrés Felipe Castro, alumno de Ingeniería Agronómica en la Udca, cree que la calidad de las clases virtuales ha disminuido, lo que le hace dudar de seguir el próximo semestre aunque tenga los recursos. “Mi carrera se basa en mucho trabajo de campo en cultivos, y con clases virtuales siento que no aprendo ni la mitad. No sé si valga la pena”. Este no es un caso aislado. De acuerdo con la encuesta, el 65 por ciento de los estudiantes consultados considera que su aprendizaje ha desmejorado, y solo el 4 por ciento cree lo contrario.

Para el director del Observatorio de la Universidad Colombiana, Carlos Mario Lopera, la caída en las matrículas es inevitable. Explica que, por la crisis económica, un grupo importante de alumnos de estratos medios y bajos, que dependen de su trabajo, no va a volver a clases. A este grupo, asegura, se sumarán estudiantes de semestres avanzados que van a empezar a hacer prácticas o trabajos de campo, talleres y laboratorios, y por calidad o por seguridad no se movilizarán a las ciudades y esperarán al menos un semestre.

¿Por qué seguir estudiando?

De acuerdo con un estudio hecho por la firma Bersoft, en Colombia, uno de cada dos alumnos no logra graduarse, y el 72 por ciento de los ellos abandona la educación superior entre el primero y el cuarto semestre. Esas cifras podrían dispararse por la deserción que genere la pandemia.

El viceministro de Educación Superior, Luis Fernando Pérez, aseguró que dejar la universidad por la coyuntura podría crear el riesgo de no volver a engancharse. “El costo social de la deserción es muy alto, dos o tres semestres después es difícil que regrese. El costo en el futuro de ese joven será irrecuperable”.

Viceministro de Educación

Viceministro de Educación Superior, Luis Fernando Pérez

Tanto las universidades como el Icetex han tomado medidas para flexibilizar las formas de pago y han incluido facilidades financieras para no interrumpir la carrera. “Si un estudiante tiene problemas para seguir estudiando, lo ideal es que se acerque a nosotros, buscaremos soluciones; aquí el mensaje es que nadie puede quedarse sin estudiar”, dice el rector de la Universidad de La Salle, Niky Alexánder Murcia.

Muchos han reclamado descuentos en el costo de matrículas debido al paso a la virtualidad. Algunas instituciones lo han hecho, pero otras han mantenido sus tarifas. El rector de la Universidad Javeriana, padre Jorge Humberto Peláez, aclaró que los costos se mantendrán dado que no se puede decir que la educación virtual sea más barata. “Hemos seguido pagando la totalidad de la nómina; bajar las matrículas significaría recortar personal y proyectos de infraestructura, desconociendo la inversión que estamos haciendo para brindar una virtualidad con los más altos estándares de calidad. Las cuentas de las universidades son transparentes”, dice.

Katherine Vargas, estudiante de Comunicación Social en la Universidad Central, resume gran parte de la situación. Asegura que seguirá estudiando a pesar de que considera que la calidad ha desmejorado. “Claro que tengo incertidumbre, cada día hacen un anuncio nuevo y no se sabe cuándo volveremos a la normalidad. Pero no veo sentido en no seguir estudiando, tenemos que acoplarnos”.