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Vista aérea de la plaza de toros la Santamaría, en Bogotá. | Foto: SEMANA

ANÁLISIS

¿Se acerca el fin de las corridas de toros en Bogotá?

El acuerdo del Concejo introduce fuertes restricciones y obligaciones que limitarán la llamada fiesta brava en la capital del país. Un precedente que pueden seguir otras ciudades. ¿Qué viene ahora?

10 de junio de 2020

El proyecto aprobado en las últimas horas en el Concejo de Bogotá, que protege la vida del toro en las corridas, aumenta los impuestos que deben pagar los empresarios dedicados a esta actividad, reduce las temporadas y exige que se hable de maltrato animal en la publicidad, es la estocada final a la fiesta taurina en la capital del país.

La iniciativa, con 35 votos a favor en la plenaria, recibió el respaldo de todos los partidos políticos y fue promovida desde enero por la concejal animalista Andrea Padilla (Alianza Verde), una mujer que de tiempo atrás, incluso antes de llegar al Concejo, venía promoviendo todo tipo de iniciativas para buscar ponerle límites al sufrimiento del animal en las plazas.

Su propuesta desincentiva fuertemente las corridas porque genera efectos inmediatos que impactan en la afición y en el negocio en sí mismo. En primer lugar se prohíbe el uso de elementos cortopunzantes en las corridas, lo cual garantiza la vida del toro.

Más allá de los intensos debates éticos, morales, históricos, culturales y constitucionales que se suscitan entre taurinos y antitaurinos, desde siempre la muerte del animal era el cierre de las corridas.

Desde el comienzo de su administración, la alcadesa Claudia López dijo que impulsaría restricciones contra la fiesta brava. Foto: Semana

Sin ese elemento y protegiendo la vida del toro por encima de todo, la fiesta brava pierde parte de su naturaleza como se había conocido hasta ahora.

“Se eliminan todos los instrumentos que laceren, corten, mutilen, hieran, quemen o lastimen en cualquier forma a los animales (banderillas, pica, estoque), así como la matanza del toro en la plaza”, explica la concejal Padilla.

En segundo lugar, cada vez se ven menos aficionados llenando la plaza de la Santamaría en Bogotá, la más grande e importante del país. Eso se explica, entre otras razones, porque hay más consciencia sobre el maltrato que sufre el toro en las corridas.

Con una afición cada vez más de nicho, el proyecto del Concejo incluye una obligación para los empresarios que sin duda puede alterar las cuentas del negocio.

A partir de ahora, la base gravable de sus obligaciones tributarias pasa del 10 al 20 por ciento. Adicional, el 30 por ciento de la publicidad debe advertir que se trata de una actividad donde hay maltrato animal, algo muy similar a lo que ocurre en las etiquetas de licor, cuando se advierte que su consumo excesivo puede generar problemas para la salud.

El acuerdo dice que no habrá nada que hiera al toro en las corridas. Lo que quiere decir que no habrá ni pica, ni banderillas ni espadas. Solo capote y muleta. Foto: Semana

Según el acuerdo aprobado, que será firmado por la alcaldesa Claudia López, dicha obligación en materia de publicidad incluye todo lo que se “despliegue en vallas, paraderos de buses, anuncios de prensa, radiales, televisivos o en cualquier otro medio masivo de comunicación”.

Pero además, las temporadas se reducen de ocho a cuatro corridas, lo que impacta en las finanzas de esta actividad.

A comienzos de año, la temporada taurina, que se da entre febrero y marzo, estuvo rodeada por manifestaciones de animalistas en los alrededores. De hecho, desde el año pasado, la Alcaldía tuvo que acordonar el barrio de La Macarena para evitar disturbios y hechos de orden público. Casi 1.000 policías tuvieron que hacer presencia para garantizar la seguridad en el centro de Bogotá.

Pese a que Enrique Peñalosa y Claudia López dejaron en claro que no estaban de acuerdo con las corridas, dieron vía libre a los contratos de arrendamiento de la plaza, debido a una sentencia de la Corte Constitucional. En enero cuando tomó posesión de su cargo, la alcaldesa había advertido que no invertiría recursos del Distrito en esa actividad. 

"Es una barbaridad que disfrutemos de atormentar a un ser vivo y a eso lo llamemos cultura. Por eso en mi gobierno no habrá un solo peso de dineros públicos para este tipo de espectáculos", dijo la alcaldesa López hace unos meses.

Hay corridas sin que el toro muera en la plaza, pero para los taurinos no es lo mismo. Foto: Semana

Felipe Negret, quien por años dirigió la Corporación Taurina, ha defendido su postura señalando que las corridas son “una actividad cultural con respaldo legal”.

En eso tiene razón, pero lo cierto es que los tiempos son otros y las corridas se enfrentan cada vez más a menos público y a más exigencias económicas que pueden volverlas inviables o limitadas a un público reducido que sigue fiel a esta afición. El contraargumento de la concejal Padilla ha sido “que no por ser una actividad cultural es buena”.

Con la decisión de este martes en la noche, el Concejo de Bogotá logró anotarse un importante triunfo político y legal en materia de protección animal. En esta discusión le ganó terreno al Congreso, a donde han llegado múltiples iniciativas en los últimos años tratando de desincentivar las corridas y hasta ahora no han tenido mayor suerte en el trámite legislativo.

También puede generarse un efecto dominó para que en ciudades como Cali o Manizales, con fuerte tradición taurina, se tramiten proyectos similares.

Esta iniciativa es un avance sin precedentes en la búsqueda de una #BogotáSinToreo. Mientras el Congreso de la República define si se eliminan o mantienen estos espectáculos en el país, tal y como lo dispuso la Corte Constitucional en sus sentencias C666 de 2010 y C133 de 2019, la capital se convierte en un referente nacional de la defensa de la vida de los animales”, dijo Padilla.

Los empresarios hasta ahora no han reaccionado al proyecto del Concejo, pero lo más seguro es que deban replantear lo que para ellos sigue siendo una tradición cultural, eso sí, cada vez más limitada y con menos afición.