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Premios líderes

Es tiempo de creer en la esperanza

La octava entrega del premio Los Mejores Líderes mostró que, en un clima de pesimismo generalizado, un sector de la sociedad colombiana trabaja silenciosamente por lograr grandes transformaciones sociales, mientras desmiente la idea de que el país va de mal en peor.

7 de diciembre de 2018

Este ha sido un año convulsionado. La última etapa de la elección presidencial culminó con una profunda polarización entre los colombianos. Algunos políticos, opinadores y periodistas cercanos a las campañas se dedicaron a sembrar valores negativos como la desesperanza y el odio. Y esa campaña obtuvo resultados. En las encuestas sobre percepción, la mayoría de los colombianos decían que el país iba por mal camino.

En nombre del Hogar de Paso Divina Providencia, el padre José David Caña y monseñor de la diócesis de Cúcuta Manuel Ochoa recibieron el galardón de Fabián Hernández. 

Los escándalos de corrupción como el de Odebrecht, que coparon las páginas de los periódicos y los noticieros, han aumentado el pesimismo. Según la última encuesta de Datexco, el 71 por ciento de los colombianos consideran que el país va por mal camino.

No se puede tapar el sol con un dedo. Colombia atraviesa momentos difíciles y enfrenta problemas que debe solucionar en el corto, mediano y largo plazo. Pero esa desesperanza se está convirtiendo en un círculo vicioso, no permite ver más allá. Pese a los graves problemas de los últimos años, el país también ha tenido grandes transformaciones. Como dicen el exministro de Salud Alejandro Gaviria y el historiador Jorge Orlando Melo, Colombia es un mejor país que hace un par de décadas. En efecto, ha logrado hacer grandes cambios sin recurrir a gobiernos populistas o autoritarios.

Por transformar el mercado de las plataformas digitales, los fundadores de Rappi, Simón Botero y Felipe Villamarín, recibieron el galardón de Fabián Hernández.      

A pesar del clima de negativismo, lo cierto es que en el país líderes anónimos, que no figuran en los medios, impulsan grandes cambios. En los últimos años han logrado importantes hazañas, desde preservar la Amazonia junto con la memoria de las poblaciones indígenas, responder a la crisis humanitaria de los venezolanos, hasta velar por los derechos de los consumidores.

Los líderes premiados esta semana muestran la capacidad de la sociedad colombiana de responder de manera inmediata a los problemas. Es el caso de la crisis migratoria. De distintas maneras y desde diversos sectores (público, privado y comunal), los colombianos se han solidarizado con los venezolanos y han mitigado los efectos negativos de la mayor migración de la historia de Colombia. En este caso, quienes han liderado la atención a los venezolanos no solo han contribuido a resolver sus necesidades básicas, sino que con su ejemplo contribuyen a impedir que la xenofobia y otros fenómenos negativos relacionados se expandan por el país.

Alfonso Gómez entregó a Carlos Vives el premio por impulsar la recuperación de Santa Marta.

Los ganadores de hoy también prueban que Colombia se ha convertido en un Estado pluricultural y más incluyente. Personas como la lideresa misak Liliana Pechené, que se ha dedicado a escribir la historia de su pueblo, o los investigadores del Instituto Sinchi, que mediante la ciencia han recuperado el conocimiento ancestral de las comunidades de la Amazonia y lo utilizan para proteger al pulmón del mundo, muestran que el liderazgo está presente a lo largo y ancho del territorio nacional.

Por eso, el premio Los Mejores Líderes, al igual que el año pasado, ha querido reconocer el liderazgo colectivo. Cuando grupos de funcionarios, comunidades religiosas, centros de investigación lideran soluciones a los problemas que aquejan al país, se convierten en un ejemplo de cómo es posible dejar a un lado las diferencias políticas y trabajar por un interés común. Todos ellos prueban que los cambios se pueden hacer de manera colectiva.

La lideresa Liliana Pechené Muelas recibió el galardón de Alejandro Gaviria por visibilizar la historia del pueblo misak. 

Los líderes individuales y colectivos premiados han brindado soluciones a grandes problemas de interés nacional, con el faro de la ética y el bien común. Precisamente, esa es la principal característica de los liderazgos públicos: conducir transformaciones sociales en ambientes complejos, basados en valores positivos que generen la unión. Estos líderes han construido una visión de progreso, han fortalecido la acción colectiva y han movilizado personas y recursos por una causa. Y, con su trabajo, han desarrollado formas innovadoras para cambiar al país, con agendas de acción pública que se convierten en guías para otras comunidades o instituciones y con el diálogo entre distintos sectores de la sociedad.

Ellos también representan la resiliencia, ese concepto psicológico que tanto necesita la sociedad colombiana para superar los traumas de una violencia que poco a poco comienza a quedar atrás. Casos como el de la defensora de los derechos de las mujeres afrocolombianas Yolanda Perea Mosquera, que convirtió su trágica historia en una manera para ayudar a otras víctimas de violencia sexual, dan cuenta de la importancia de la resiliencia y de sus efectos sanadores tanto en el ámbito individual como en el social.

Por supuesto, hoy el país afronta grandes retos de cuya solución depende su futuro. También es entendible el sentimiento de frustración que produce ver que esas trasformaciones, como por ejemplo la paz, no avancen a una mayor velocidad. Y que varios sectores sociales, en vez de contribuir a sacarlas adelante, se conviertan en un palo en la rueda. Pero también hay razones para ser optimistas y reemplazar ese pesimismo por la esperanza. Y los líderes premiados lo demuestran.