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La nueva ministra de Educación, María Victoria Angulo, hizo el anuncio. El programa dejó centenares de historias inspiradoras de éxito.

EDUCACIÓN

Ser Pilo se apaga

El gobierno anunció que no continuará con Ser Pilo Paga, que hoy beneficia a 40.000 estudiantes brillantes de escasos recursos. Aunque es un ejemplo de meritocracia, su elevado costo y dudas de equidad en la educación llevan a buscar un nuevo modelo.

8 de septiembre de 2018

A miles de jóvenes, el programa Ser Pilo Paga les cambió la vida. Estudiantes de lugares como San Vicente del Caguán, Quibdó o El Charco, que no tenían posibilidades de acceder a la educación superior pudieron matricularse gratis en las universidades de Bogotá, Cali, Medellín o Barranquilla. Una parte de ellos ya están terminando sus carreras, haciendo prácticas y a punto de graduarse.

Un programa como Ser Pilo Paga resultaba esperanzador en un país con acceso a la educación superior no solo bajo sino repartido muy inequitativamente. De hecho, un bachiller del estrato 6 tiene cerca del 60 por ciento de posibilidades de ingresar a la universidad, mientras que otro de estrato 1 apenas tiene alrededor del 10 por ciento, según el Icfes.

Desde que comenzó en 2014, han salido a la luz centenares de historias de jóvenes que en muchos casos no habían viajado en avión, pero que gracias a este programa pudieron irse a estudiar a una ciudad, con la expectativa de tener un mejor futuro.

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Esta semana, sin embargo, menos de cuatro años después de lanzado, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, anunció ante el Congreso que Ser Pilo Paga no continuará . “Estamos diseñando un nuevo programa que el presidente Duque promoverá para no solo tener en cuenta criterios de mérito, sino apuntarles a la equidad y a fortalecer las universidades públicas”, dijo Angulo.

La ministra explicó que el programa estaba desfinanciado en por lo menos 2 billones de pesos y que no tenía sentido invertir casi el 50 por ciento de los recursos de la la educación superior en menos de 50.000 estudiantes. Garantizó que el gobierno le cumplirá a quienes ya hacen parte, pero señaló que no habrá nuevos beneficiarios.

Ser Pilo Paga “dejó que los estudiantes escogieran la universidad, lo cual condujo a que el 75 por ciento se concentrara en 3 ciudades y que eligieran las más costosas”

Y la ministra no está sola en sus críticas. Casi desde el nacimiento de esta iniciativa surgieron voces que la consideraban una estrategia costosa, que financiaba a las universidades privadas en detrimento de las públicas y que los recursos destinados podrían producir mejores resultados de otra forma. “La necesidad del país en educación superior es enorme. Hay que apoyar cada año alrededor de 400.000 chicos y dedicar un billón de pesos para apoyar a 40.000 en cuatro años, realmente, es un despropósito, sobre todo porque el país no tiene los recursos”, afirma Francisco Cajiao, exrector de las universidades Distrital y Pedagógica.


La nueva ministra de Educación, María Victoria Angulo, hizo el anuncio. El programa dejó centenares de historias inspiradoras de éxito.

Pero para Fabio Sánchez, investigador de la Universidad de los Andes, que participó en una evaluación del programa para el Departamento Nacional de Planeación, el impacto de Ser Pilo Paga no se puede medir de esa manera: “Se dice que es mucha plata para tan poca gente. Pero lo mismo se podría decir de la Universidad Nacional. En sus sedes hay alrededor de 50.000 estudiantes y el costo anual es alrededor de 1,3 billones de pesos, mientras que el costo de Ser Pilo Paga en todo el año son 700.000 millones”.

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Los investigadores de Los Andes resaltan indicadores positivos: las posibilidades de ingresar a la universidad aumentaron el primer año en 31 puntos porcentuales para los jóvenes de estrato bajo que habían tenido un alto puntaje en las pruebas Saber.

Y esa era la esencia del programa, una estrategia dirigida a una población muy específica, los más pilos y los más pobres. “Las universidades públicas no han atendido a ese segmento de la población. El hecho es que el programa cambió las estadísticas para ellos”, dice Francisco Piedrahíta, rector de la Universidad Icesi.

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Pero, pese a sus virtudes, los errores en el diseño de Ser Pilo Paga a llevaron a su terminación. “Dejó que los estudiantes escogieran la universidad, lo cual condujo a que el 75 por ciento se concentrara en 3 ciudades y que eligieran las más costosas”, explica el catedrático Julián de Zubiría. Y otra grave falla, dice, es que no tuvo cofinanciación. “El caso colombiano es el único que yo conozca en el que el Estado pagó el 100 por ciento del valor”.

Aunque el gobierno solo revelará en unas semanas el programa sustituto, se sabe que la estrategia incluirá fortalecer las universidades en las regiones, para que los estudiantes no tengan que desplazarse a las capitales.

Pero a pesar de sus deficiencias, los expertos esperan que el gobierno no abandone lo positivo de Ser Pilo Paga. “Yo creo que el programa es un éxito. Lamentablemente, el éxito en educación solo se ve con el tiempo. Yo quiero ver dentro de cinco años cómo van, ya graduados y comenzando a vincularse a la sociedad, los pilos que de otra manera no hubieran tenido acceso a una educación de calidad”, afirma Piedrahíta.