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A pesar de que cesó el paro indígena, todavía no hay un acuerdo definitivo con el Gobierno. | Foto: PARO INDÍGENA ESTEBAN VEGA

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Duque llega a Popayán, en medio del escepticismo de los pueblos indígenas

SEMANA está en el Cauca. El equipo periodístico de la revista acompañó las primeras horas del despeje de la Vía Panamericana, luego de 28 días de bloqueos. Esto es lo que se vive en ese departamento.

6 de abril de 2019

Pasaron 28 días -unas 720 horas- sin que ningún carro pudiese traspasar por la que se volvió la vía de la discordia. Bloqueando esa carretera, la minga indígena puso en aprietos al establecimiento y a comerciantes y cerró filas para hacerse escuchar.

Este sábado, sin embargo, luego de que se hiciera oficial Gobierno e indígenas habían llegado a un acuerdo, en la vereda El Pital se alivianaron los ánimos.

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Un enorme camión azul con las llantas pinchadas estuvo apostado al lado de la carretera durante los días que duró el paro. Ese vehículo se convirtió en el símbolo de la resistencia. En la carrocería, los manifestantes habían pintado un letrero que decía: “No somos terroristas, que viva la minga”.

La Minga indígena se reunió en el Cauca para protestar contra las políticas del gobierno de Iván Duque: Foto: Estaban Vega. 

Pero no bastaba con que se hicieran los anuncios del acuerdo. Faltaban las garantías. El coronel Fabio Rojas, comandante de la Policía del Cauca, organizó a sus hombres para que lanzaran una avanzada desde Popayán. Parado sobre un andén de Tonea, el primer peaje que sale al paso cuando se sale de Popayán, les dio instrucciones. Les ordenó que tomaran fotografías para que quedara registro del daño ambiental y les pidió precaución y sigilo por si se encontraban con artefactos explosivos. Pero nada de eso hallaron los policías.

Con lo único que se toparon en El Pital fue con las caras -algunas sonrientes, otras recelosas- de los indígenas que ayudaron a derribar dos metros cúbicos de tierra y los barriles con los que estaba taponado el paso.

A la tarea se unieron hombres del cuerpo de Bomberos de Popayán y de las empresas públicas. Al capitán Juan Carlos Gañán, jefe de ese grupo, se le notaba la cara de satisfacción. “Estamos limpiando la puerta de entrada de nuestra casa”, decía.

Entre los indígenas no había asomos de júbilo. Varios miembros de la guardia miraron con desconfianza el paso del primer camión. Los acuerdos no implicaban que se hubiese acabado la minga.

De hecho, la carpa central, donde deliberaron durante un mes arriba sobre un cerro, estaba abarrotada. No eran pocos los que hablaban de la esperada visita del presidente Iván Duque. El Primer Mandatario, anunció vía Twitter, que ya está en Popayán en compañía de la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez y los ministros de Defensa, Interior, Comercio, Transporte, Agricultura y Minas, así como de los directores de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y de Planeación Nacional.

El Plan del equipo de Gobierno consiste en reunirse en con autoridades locales, empresarios y gremios, para analizar las afectaciones por bloqueos y avanzar en soluciones.

Foto de Esteban Vega/Revista Semana

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Antes de viajar a Popayán, el presidente había expresado su solidaridad, desde Aracataca, con todas las personas afectadas por tantos días de bloqueo, aunque afirmó que no dará concesiones imposibles a las comunidades indígenas ni prometerá "ilusiones" que no permitan dialogar de manera sensata ni llegar a acuerdos reales. "Lo que hemos acordado es lo que es viable. No existe ni puede existir en nuestro país ninguna justificación para que se bloquee la movilidad de los ciudadanos y para que los derechos de unos valgan más que los de otros”, sostuvo.

Hay que recordar que Iván Duque fue enfático en otras ocasiones en sostener que solo se reuniría con los líderes indígenas del Cauca cuando se levantaran las "vías de hecho y los bloqueos". Por lo que se espera que, ahora que ha cesado el paro transitoriamente, el presidente llegue a la región en los próximos días. 

Dentro de la minga, este sábado en la mañana aún estaban concentradas más de 2.500 personas de etnias de distintos rincones del país. Reunidas discutían los acuerdos y se seguían organizando para lo que vendrá luego.

Una caravana de buses, camiones y motos cruzó la carretera, que yacía sin tierra pero con las manchas negras de hollín que dejaron las llantas quemadas.

Foto de Esteban Vega/Revista Semana

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En las pocas casas de El Pital todo siguió como si nada hubiese pasado. En las tiendas no quedaron casi abarrotes ni alimentos. Y los indígenas se devolvieron para su carpa a reflexionar sobre todo lo que lograron en 28 días de una minga que, por ahora, sigue firme.