Home

Cultura

Artículo

El barranqueño Óscar Hernández y el nativo de Ovejas, Sucre, Owen 'Chiri' Chamorro, cruciales en la música de la película.
El barranqueño Óscar Hernández y el nativo de Ovejas, Sucre, Owen 'Chiri' Chamorro, cruciales en la música de la película. | Foto: Archivo particular

Música

Detrás de la música de gaita de ‘El árbol rojo’ están Óscar Hernández y ‘Chiri’ Chamorro: hablamos con ellos

Dos músicos, uno de Barrancabermeja, Santander, el otro, un referente de Ovejas, Sucre, relatan sus caminos en la música y lo que inspiró ‘Pájaro de la montaña’, la canción que marca el espíritu de la película y compusieron juntos.

Alejandro Pérez Echeverry
2 de septiembre de 2022

En el centro de la bella y emotiva experiencia en cine que es ‘El árbol rojo’ hay un instrumento que es belleza y legado. La gaita es protagonista y el universo de los gaiteros también. Y si bien en la película suenan varias canciones, entre ellas una interpretación fantástica del legendario “El mochuelo” y de “Olor a Tierra Mojá”, una en particular marca la producción y su espíritu. Se llama “Pájaro de la Montaña” y pone la piel de gallina desde una melodía aparentemente sencilla que habla por miles de palabras. De sus arreglos musicales se encargó Óscar Hernández, inspirado y alentado por las letras y el guion melódico de Chiri Chamorro. Uno de Barrancabermeja, el otro de Ovejas, atados por el arte y el instrumento, la música y la vida, se unieron para crear algo que hoy tiene emocionados a quienes se han dejado permear por esta ‘road movie’ colombiana.

Hablamos con ambos, y si reproducimos aquí ambas charlas es porque cuentan la historia de caminos hermanos que se cruzaron para hacer magia.

Óscar Hernández - Grupo Gaimará

SEMANA: ¿Cómo empezó en la música y con este instrumento?

Óscar Hernández.: Es una historia algo larga, pero seré breve. Soy de Barrancabermeja, Santander, y fui criado en un barrio llamado La Esperanza, que en aquella época, en los noventas, fue uno de los más marcados por el conflicto armado. Allí nace el grupo donde conozco esta música, el grupo Gaimará, del cual actualmente soy el director. Ahí conocí la música por un primo folclorista que llegó y quiso, por así decirlo, rescatarnos un poco de la violencia haciendo música. Llevó unos tambores y poco a poco fue comprando gaitas. Armó un grupo en el barrio. Y bueno, se puede decir que gracias a la música de gaitas logré hacerle un quite al conflicto que en ese tiempo estaba pegando tan fuerte aquí en la ciudad.

Comenzamos como una agrupación de tamboras cantadas; ya luego conocí la gaita por unas personas que vienen de Cartagena a Barrancabermeja a vivir. Así conocí el instrumento y me comencé a enamorar de él. Y comencé a aprender a tocarlo y luego a ir al Festival Nacional de Gaitas, que se hace en Ovejas, Sucre. En el 99 fue el primer año en el que fui, en la categoría infantil. Ahí conocí el Festival, conocí maestros y me enamoré más del instrumento. Y bueno, después de unos años, en 2002, con mi agrupación ganamos el Festival en categoría aficionada y en 2010 nos llevamos el primer puesto como mejor grupo en categoría profesional. Actualmente estamos ahí, este año pretendemos volver al festival a seguir manteniendo ese ritmo.

Se puede decir que gracias a la música de gaitas logré hacerle un quite al conflicto que en ese tiempo estaba pegando tan fuerte aquí en la ciudad

SEMANA: Cuéntenos sobre su actualidad y sobre la canción principal de “El árbol rojo”...

O.H.: Con el tiempo comencé a escribir y a componer. Actualmente soy compositor y arreglista. Y aquí nace todo el tema de “El pájaro de la montaña”. Es un tema compuesto por Owen Chamorro, un gran amigo compositor de Ovejas, Sucre. Él me dio un escrito en un papel de la letra tan bonita y el guion melódico, y me pidió que le hiciera ese arreglo musical. Y lo hicimos, lo terminamos, lo grabamos y lo subimos a las plataformas. Ahí se enteran del tema Joan Gómez y Sonia Barrera, y les pareció interesante, bonito, y nos contactaron para que ese tema hiciera parte de la banda sonora de la película.

Pájaro de la montaña - Proyecto 40 CARNAVALADA 2018

SEMANA: Denos sus impresiones de la película. Más allá de escuchar ahí su música, ¿cómo le pareció?

O.H.: Primero, me da mucho orgullo que a la gente le guste la música que hacemos y se interese por conservar esta tradición tan bonita que es la música de gaita. De la película me gustaron muchas cosas. De hecho, hacía mucho tiempo quería ver una película que contara la historia de un gaitero, y esta historia es muy bonita, es la historia de un campesino, que su padre fue un gaitero toda la vida, y que él en parte le heredó esa vena artística también, aunque en un comienzo él está resabiado a “cargar ese palo”, como lo dice él (el personaje de Eliécer). Muy contento, la verdad, con todo esto.

Hacía mucho tiempo quería ver una película que contara la historia de un gaitero, y esta historia es muy bonita, es la historia de un campesino, que su padre fue un gaitero toda la vida, y que él en parte le heredó esa vena artística también

SEMANA: ¿Qué es la gaita para usted?

O.H.: Ha sido un proceso de más de 25 años lleno de amor por esta música. Todos dicen que el que escucha una gaita se enamora de una vez de ella, de ese sonido tan magistral. Y toda mi vida hemos sido una familia con mi grupo. En estos 25 años hemos sido los mismos. Tenemos familias y diferentes trabajos, pero cada vez que podemos nos reunimos a hacer música de gaitas, a participar de eventos como el festival. Y seguiremos en la lucha hasta que la vida, el universo, el creador nos permita seguir haciendo música.

Todos dicen que el que escucha una gaita se enamora de una vez de ella, de ese sonido tan magistral

SEMANA: Se habla de lo ancestral que carga, y eso parte de los materiales que se usan al hacerla...

O.H.: Por decirte, lo que es el madero, donde hacemos los orificios para luego poder generar las notas, es el corazón del cactus. El encabezado es de cera, cera de la que se saca de los panales de miel de abejas; y esta se revuelve con carbón mineral y por eso coge la contextura negra. La embocadura o boquilla, es la pluma de un pato, de un pisco. Entonces es un instrumento natural, hecho con productos de la tierra. Hay agrupaciones que las hacen en tubos de pvc pero el sonido no es el mismo. El sonido indígena siempre va a ser elaborado con la naturaleza.

SEMANA: Sobre la identidad y el presente de la música de gaita, se sabe que hay tradición. ¿Hay futuro?

O.H.: Lo bonito del instrumento es que cada vez nacen más agrupaciones. Hay muchos niños a los que les gusta. A muchos otros les gusta el reggaetón, la electrónica, pero también hay muchos gaiteros, esos grupos que nacen y se enamoran y trabajan todo un año para poder ir al festival son masa. Eso es muy interesante. Más allá de las nuevas tecnologías y la nueva música que sale, y así opaque nuestras tradiciones, siempre habrá agrupaciones, gestores, artesanos y personas que cada día se esfuerzan por evitar que esta música se extinga y siga viva siempre. Eso es muy agradable.

Nuestros antepasados elaboraban la gaita con el fémur

SEMANA: Este sonido viene desde antes de la conquista. El legado indígena del instrumento es esencial...

O.H.: No sé si sepas que nuestros indígenas, nuestros antepasados, inicialmente elaboraban la gaita con el fémur, el hueso. Así fueron las primeras gaitas. Es una cosa mágica, tradicional y mágica que no sé qué tiene pero… de verdad, conozco mucha gente que va a estos festivales y, hermano, siguen yendo todos los años y llevan gente. Y yo con muchos otros vamos yendo 20 años y más. Es una familia enorme. Esta música nos une mucho y cada día crece más. Sabemos que con el tiempo vamos a crecer. Esta música no va a acabar.

'El árbol rojo' de Joan Gómez Endara es una emotiva 'road movie' colombiana en la que confluyen legados familiares conflictivos, un instrumento único como la gaita, el conflicto armado y los sueños de boxeo. Se estrena en julio.
'El árbol rojo' de Joan Gómez Endara es una emotiva 'road movie' colombiana en la que confluyen legados familiares conflictivos, un instrumento único como la gaita, el conflicto armado y los sueños de boxeo. Se estrenó esta semana en el país. | Foto: FICCI 61

Owen ‘Chiri’ Chamorro - Los gaiteros de Ovejas

SEMANA: ¿Porqué le dicen Chiri?

Owen Chamorro: El apodo me lo coloca el marido de una tía. Pero él muere y me quedo con la incógnita de por qué me decía así. Un amigo escritor hace relación a la canción “El pájaro de la montaña”. Yo compongo mucho, y en mis composiciones siempre las aves están presentes. Hay un pájaro que se llama parecido al apodo, es pequeñito y anda en los árboles. Tiene un sonido muy agradable.

SEMANA: Cuéntenos de su relación con el instrumento y con la música.

O.C.: Aquí en Ovejas abrieron una escuela de gaitas, y un primo que se llama Argemiro Carreño me iba a buscar todas las noches para ir a la escuela. En ese momento, de nueve años, qué conocimiento iba a tener yo de gaita. “N’ombe, qué voy a hacer yo por allá”, le decía. Pero siguió yendo una semana completa hasta que mi mamá me dijo “Ve y mira qué es lo que pasa, qué es la gaita”. Entonces llegamos a la escuela del señor José Álvarez y, claro, quedé emocionado con el instrumento. El sonido que emanaba me dejó enamorado. Y yo continué. Mi primo y los amigos que entraron conmigo se retiraron pero yo seguí.

SEMANA: La gaita parece haberle ido a tocar a la puerta... (o quizá un pajarito)...

O.C.: Mire que diagonal a mi casa vivía la hermana de Toño Cabrera, un gaitero de Ovejas. Él fue el que me hizo mi primera gaita. Mi papá siempre nos apoyó a mí y a mis hermanas (son gaiteras también), y quiso que nos instruyéramos en la música. Creía que esa era una buena costumbre. Y me compró la gaita del señor Cabrera. Al señor Cabrera también le aprendí a hacer las mochilas ovejeras, unas mochilas muy bonitas en fique, muy tradicionales, y también sigo con esa tradición que me enseñó. Con la gaita que él hizo en ese momento empecé el camino que me tiene donde estoy.

Muchas veces los viejos la estigmatizaban diciendo “No aprendan eso, que el que aprende gaita va a ser un borrachín”. Es una falsedad

Y ha sido muy satisfactorio, porque con la gaita he conseguido todo... Y eso a pesar de que muchas veces los viejos la estigmatizaban diciendo “No aprendan eso, que el que aprende gaita va a ser un borrachín”. Es una falsedad, la gaita tiene su encanto y te da vivencias, es algo muy lindo para mostrar y para transmitir.

SEMANA: Háblenos del tema que brilla en la película del que usted compuso la letra, “El pájaro de la montaña”. Pone la piel de gallina.

O.C.: Es una composición que yo hago sobre momentos en los que uno se siente muy atrapado por una situación, puede ser familiar, amorosa. Porque el pájaro tiene una característica: si usted lo mira en una jaula, él busca la forma de salir, con esa ansiedad y esa agonía de no sentirse en libertad; quiere dejar de ser prisionero. Y siente uno, como compositor, todas esas cuestiones que va mirando en el ambiente las va plasmando en la música.

El pájaro tiene una característica: si usted lo mira en una jaula, él busca la forma de salir, con esa ansiedad y esa agonía de no sentirse en libertad; quiere dejar de ser prisionero

En la composición varios amigos le aportaron. Óscar Hernández me ayudó a hacer los arreglos musicales. Con él nos sentamos, le dije “tengo esta canción, vamos a mirarla”, y la sacamos en guitarra. Y así se fue plasmando y cuajando. Y sé que la canción toca a mucha gente que se siente de esa manera. Uno en su vida cotidiana, en su trabajo, en la vida personal, se siente encerrado y busca un camino, una puerta que le abran por la cual salir y volar libre de las situaciones que lo aquejan. Muchas personas buscan esa libertad, esa paz para dejar volar a la mente, que vuele libre y regrese en el momento en el que pueda.

SEMANA: ¿Cómo entró a participar en la película?

O.C.: Primero hicimos la canción y la montamos en las redes sociales. Fue grabada por el grupo Gaimará, cuando yo vivía en Barrancabermeja...

SEMANA: Paréntesis, es en Barranca que conoce a Óscar Hernández...

O.C.: Sí, a Barranca fuimos hace tiempo, como en 1999, cuando la guerra estaba cruda en el Magdalena Medio. Y fuimos y ellos tenían un grupo (Gaimará) y estaban incursionando en la música de gaita. Estuvimos un mes dictándoles charlas, compartiendo nuestro conocimiento, y al cabo de varios años ellos tuvieron un rendimiento excelente, incluso ganando el Festival Nacional de Gaitas. Ahí empezamos esa amistad que ha perdurado. Yo estudié en Barranca, estuve mucho tiempo allá. Y con el gaitero a la mano, con mis composiciones, empezamos a trabajarle a todo eso.

SEMANA: Volvamos al encuentro de su música y la película...

O.C.: La música siempre ha influenciado todo lo que hago. Entonces, cuando montamos la canción en las redes tuvo una aceptación tan bonita que ha sumado cualquier cantidad de reproducciones. Y noté que gustaba pues recibíamos muchas felicitaciones. Y cuando las productoras escucharon la canción, la involucraron en ese mundo. Se contactaron con nosotros.

Uno no es profeta en su tierra. Uno piensa en cómo quiere encontrar apoyo en su gente y a veces ese no está, pero sí lo encuentra en foráneos

Para mí, como gaitero, como compositor, es muy agradable sentir un impacto tan grande. Tanto que, a veces, me recuerda que “uno no es profeta en su tierra”. Llega otra gente y escucha sus proyectos y cosas y se interesa mucho en lo que uno hace. Y uno piensa en cómo quiere encontrar apoyo en su gente y a veces ese no está, pero sí lo encuentra en foráneos. Para mí eso fue muy satisfactorio. Imagínese, hacer parte de un proyecto tan bonito como es El árbol rojo con el tema principal. Es un orgullo, algo muy importante para un artista, que su obra sea escuchada y valorada. A cualquiera que mire la película sé que le va a impactar de forma bonita; se se van a ver reflejados en ella.

SEMANA: ¿Le gustó la película?, más allá de la participación de su obra…

O.C.: Imagínese para nosotros vernos reflejados en la película. La música de gaita es algo increíble. Tú la escuchas por primera vez y quedas emocionado, con ganas de venir a Ovejas. Y aquí, en mi tierra de Ovejas, Sucre, si tú vienes al Festival por primera vez, alístate porque vas a regresar. La gente queda maravillada. Eso mismo tiene “El árbol rojo”. Es una historia donde la gaita es el tema principal, el gaitero, que muchas veces no es valorado en su trabajo. Pero ese sentir, esa identidad que nos caracteriza como gaiteros es bonita. Ese mundo lleno de vivencias, de historias para contar, de anécdotas, es lo que hace más interesante esta música, porque el gaitero hoy te puede mostrar el corazón noble y también te puede mostrar un corazón más duro, un corazón lleno de fantasía. Y es una mezcla de todas esas emociones, y tú te puedes ver reflejado en alguna de ellas.

Si tú vienes al Festival por primera vez, alístate porque vas a regresar. La gente queda maravillada. Eso mismo tiene “El árbol rojo”. Es una historia donde la gaita es el tema principal, el gaitero, que muchas veces no es valorado en su trabajo. Pero ese sentir, esa identidad que nos caracteriza como gaiteros es bonita

Entonces, en la tradición, la gente que aprendía de su papá o de su abuelo era porque le gustaba mucho eso. Los métodos de enseñanza eran un poco obsoletos. Los viejos eran muy regañones con esa cuestión de “si vas a aprender, aprendes a las buenas o a las malas”... algo así. Y muchas veces no querían enseñar porque no querían que sus hijos fueran eso, sino que tuvieran otro pensamiento de estudio que quizá con la gaita no iban a lograr. Así pensaban.

En lo actual, la gaita te sirve para muchas cosas, y me pongo como referencia. Por cuenta de la música de gaita hice una carrera universitaria, gracias a todo el recorrido que hice. Hace poquito me dieron un diploma de ‘Técnico laboral’ en Música y me inscribí también para profesionalizarme en gestión cultural. Es lo que me está saliendo y lo que tengo que aprovechar. Si yo no tuviera ese recorrido de más de treinta años, ninguno miraría hacia acá. Todo esto ha sido el aliciente, el impulso para seguir adelante y para que el gaitero no se siga estigmatizando como “el borrachín”.

Es un instrumento netamente autóctono, de nosotros, no solamente de la zona Caribe, de los Montes de María, o de Santa Marta, sino de Colombia. Es la impresión que nosotros tenemos, pero no se le da el valor que tiene. Miramos otra música en vez de sacar a relucir lo que nosotros tenemos, lo propio del país.

Es importante ir cambiando esa metodología por una en la que la gente diga “la música de gaita es de lo más importante que hay”. Así se le tiene que dar valor en este país. Es un instrumento netamente autóctono, de nosotros, no solamente de la zona Caribe, de los Montes de María o de Santa Marta, sino de Colombia. Es la impresión que nosotros tenemos, pero no se le da el valor que tiene. Miramos otra música en vez de sacar a relucir lo que nosotros tenemos, lo propio del país.

SEMANA: La película aborda un año de violencia, que se manifiesta en varios momentos. Cuéntenos de si esa violencia lo tocó en su camino...

O.C.: Sí hemos tenido contacto, pero, escuche, la gaita es un instrumento de resistencia y de paz. Montes de María ha sido un foco de violencia en toda su extensión territorial, como se vio en noticias. Era zona roja, donde nadie quería venir. Pero yo siempre le decía a la gente que llegara a Ovejas para que viera cómo era un mundo diferente a lo que se contaba.

Sí hay y hubo violencia, y se escuchaban combates entre guerrilla y fuerza pública y paramilitares, pero la gaita ha sido el único instrumento que ha reunido en el festival a guerrilleros, paramilitares y fuerza pública en cuatro días. Es increíble, la gente no se lo cree. Y yo le digo que vaya y mire cómo es el festival.

Yo he estado en partes donde la violencia ha estado cruda, la misma Barrancabermeja, en Antioquia también. Y yo soy de Ovejas, ovejero neto, y el territorio siempre fue catalogado como un lugar de gente guerrillera. Aún así, dentro de lugares donde los paramilitares tenían y tienen su poder, la gaita los mueve. Los mueve a todos.

SEMANA: Qué poder el de ese instrumento...

O.C.: Es un instrumento ancestral, lo usaban para rituales. No evoca un mal pensamiento ni un mal actuar. Y en el festival nunca se han visto peleas entre gaiteros. Es un instrumento que te lleva a conocer, pues si no conoces a una mujer, la sacas a bailar. Los mejores recuerdos y amoríos han nacido en el festival.

SEMANA: ¿Les ha enseñado a sus hijos esta tradición?

O.C.: Sí. Yo tengo dos hijos, uno en Barranca. Y las veces que ha estado conmigo le he metido ese amor por la gaita. Mi hija, que vive conmigo, de tres años, canta mis canciones, las baila, y es increíble. Una niñita de tres años, que entabla conversaciones como si fuera adulta. Le encanta, y le tengo su vestido de cumbiambera para que baile en el festival. Cuando digo “Voy a tocar” es la primera que se monta en la moto, y dice “Voy con mi papá”. Y si no puede ir, porque son toques de noche, se queda llorando. ¡Ella busca música de gaita en el celular!

SEMANA: Cuéntenos de su vaivén entre Ovejas y Barranca...

O.C.: En los pueblos uno tiene muy pocas oportunidades de estudiar, de salir adelante. Pero a mis alumnos yo siempre les cuento mi historia y la resumo: tuve que salir de Ovejas, pero si yo no hubiese aprendido a tocar la música no hubiese conseguido esto. Con esto la universidad me da beneficios, y al artista lo valoran. Uno tiene que aprovechar eso. Y antes de que cojan el instrumento los estudiantes es importante que escuchen las historias, que tengan ese conocimiento amplio de cómo es el mundo en realidad, desde cómo lo viví yo y del ejemplo que les doy.

Antes de que cojan el instrumento los estudiantes es importante que escuchen las historias, que tengan ese conocimiento amplio de cómo es el mundo en realidad, desde cómo lo viví yo y del ejemplo que les doy.

SEMANA: Cuéntenos de esos gaiteros que lo han marcado a usted, sus referentes.

O.C.: Aquí en Ovejas el señor Toño Cabrera era un gaitero reconocido y también los señores Arias. Incluso hoy vamos a enterrar con gaita a un señor, tambolero. La gaita tiene cabida en todo, y esa es la tradición de aquí de Ovejas. Todo el gaitero que muere aquí se lleva al cementerio, y se va tocando en el camino.

Otro referente han sido los Gaiteros de San Jacinto. Para nadie es un secreto que ellos fueron pioneros, un referente que crecimos escuchando. Pero teníamos la referencia mayor de los gaiteros de aquí. A ellos los escuchamos y escuchamos sus historias. Eran incluso más viejos que los gaiteros de San Jacinto, y nos nutrió mucho su forma de tocar. Hay varias formas de tocar, varios estilos, entonces fuimos mezclando toda esa gama de estilos en uno solo, el nuestro, el que estamos cosechando con todo el semillero que viene creciendo y escuchando esta música.

SEMANA: ¿Dónde enseña?

O.C.: Cuando estaba en Barranca, enseñaba allá, en escuelas de formación y en la casa de la cultura. Ahora que regresé a Ovejas, hace ya unos años, lo hago aquí. Pero yo miro al concepto de todo, porque he salido muchísimo. Me pasa lo mismo del gaitero que llega, sale, sale, pero llega otra vez a su nido. Como el pájaro, que vuela, se va, se va, pero termina llegando al sitio donde nació. Ovejas es un encanto. La vida de los pueblos es otra, más agradable, menos complicada, la gente se conoce. Y lo que aprendiste tú lo estás devolviendo a tu tierra. También comparto conocimiento donde voy, estoy devolviendo lo aprendido.

Me pasa lo mismo del gaitero que llega, sale, sale, pero llega otra vez a su nido. Como el pájaro, que vuela, se va, se va, pero termina llegando al sitio donde nació

Actualmente, soy el vicepresidente del Festival Nacional de Gaita de Ovejas, y estamos luchando y trabajando para que la cultura en nuestro territorio siga. Con todo este proyecto que ha venido pasando y lo que hemos luchado para sacarlo adelante, tenemos que seguir en ese mismo plan para que la gente tenga el conocimiento y mire que la gaita ha trascendido fronteras. En Barranca trabajé con Gaimará, en Bogotá hay muchísimos grupos que trabajan por la música de gaita. Se ha multiplicado. En el festival nos toca hacer convocatoria y eliminatorias, porque hay muchos grupos. Quisiéramos tener los recursos para traerlos a todos y el tiempo, que es lo que nos mata, porque son cuatro días, poco para toda la gente que quiere participar.

Hay que seguir dándole impulso. Y con proyectos como esta película la gente puede darse cuenta de qué es lo que tenemos, lo nuestro, lo ancestral... A esa identidad y cultura hay que darle más valor.