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En 'Parásito', Bong Joon-ho elabora una aguda crítica social en la que una familia pobre va haciéndose un lugar en la casa de una familia de clase alta.

INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA

El éxito de ‘Parásito’ y el glorioso momento del cine de Corea del Sur

La nueva película del director coreano Bong Joon-ho, que muestra un ejemplo del glorioso proceso por el que pasa el cine surcoreano en el mundo desde hace 20 años, hizo historia en la entrega 92 de los premios a la academia. Una de las claves de su éxito: la apropiación crítica de géneros populares del cine occidental.

11 de enero de 2020

“La categoría tiene un nuevo nombre ahora, pasó de mejor película en idioma extranjero a mejor película internacional”. El director Bong Joon-ho pronunció esas palabras al recibir el premio mayor de la noche con su película Parásito, en los premios de la academia

La producción cinematográfica “Parasite” se llevó cuatro estatuillas doradas en los premios de la academia. La película ganadora de la codiciada Palma de Oro del Festival de Cannes en 2019, triunfó en la categoría de mejor guión original, mejor película extranjera, mejor director y obtuvo el galardón más anhelado y esperado de la noche: el de mejor película. 

“Agradezco a nuestra audiencia coreana -a los que van al cine y siempre apoyan nuestras películas- quienes nunca dudan en darnos sus opiniones directas sobre las cintas que hacemos”, dijo Bong al recibir el galardón. El hombre, que hizo historia en Hollywood al ganar el máximo premio con una película de habla no inglesa, aseguró que no hizo nada especial con relación a sus películas anteriores. Sin embargo, toda la industria celebró su trabajo y lo calificó de brillante

Bong Joon-ho, que fue vitoreado por los asistentes, también hizo historia en el camino a la aceptación de los subtítulos en el cine norteamericano. Anteriormente, en los premios concedidos por los  93 miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, el cineasta se pronunció sobre el tema. 

"Una vez superada la barrera de los subtítulos, descubrirán películas maravillosas”. El director Bong Joon-ho hizo la irónica invitación en coreano, el fin de semana pasado, al aceptar el Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa por Parásito (Gisaengchung). Ese, su octavo largometraje, le ha valido aclamaciones mundiales y ahora cuatro estatuillas doradas. 

Con este gesto, Bong retó a los espectadores norteamericanos y cuestionó en la cara de la élite de la industria cinematográfica occidental la práctica de jerarquizar el cine por su lengua. De paso, condensó la floreciente y cada vez más incisiva etapa de creatividad crítica que ha vivido el cine de Corea del Sur en las últimas dos décadas. Como ha detallado la investigadora Christina Klein, durante ese tiempo el cine de ese país ha vivido una revitalización comercial sin precedentes. Un gran caudal de películas populares, aplaudidas por la crítica internacional, ha dislocado el dominio de Hollywood en las pantallas de la República de Corea y de ciertos circuitos asiáticos.

El resultado: Corea del Sur se ha vuelto un faro para los ejecutivos de la industria del cine en el mundo. Lo ha logrado con un diálogo fructífero entre lo global y lo local, y la implementación de fuertes políticas estatales para reducir la predominante presencia del cine norteamericano en sus propias salas. Juan Carlos González lo explica en la presentación del dosier especial de cine surcoreano de la revista Kinetoscopio: su industria audiovisual se ha nutrido de estímulos y apoyos de la empresa privada. También con cuotas de pantalla y una nueva generación de más de 20 directores que debutaron entre 1996 y 2001.

La era dorada del cine coreano

A ese auge se ha sumado la aclamación internacional que han recibido algunas de sus figuras más destacadas. En 2012, Piedad, de Kim Ki-duk, fue la primera película surcoreana en ganar el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia. Lee Chang-dong participó en el jurado del Festival de Cannes en 2009; con Poesía, su quinto largometraje, ganó el premio a mejor guion en 2010. Y ocho años después obtuvo el premio Fipresci de la crítica internacional por Burning. Park Chan-wook, con su popular Oldboy, ganó el Grand Prix de Cannes en 2004, se llevó el premio del jurado en 2009 con Thirst y en 2016 compitió de nuevo por la Palma de Oro con el thriller psicológico erótico La doncella. A ellos se suma la prolífica obra de motivos cotidianos y románticos de Hong Sang-soo, quizás el autor menos comercial de la lista. Sin embargo, solo en 2017 estrenó tres largometrajes en la selección oficial de Cannes y Berlín: On the Beach at Night Alone, The Day After y La caméra de Claire (este último protagonizado por la francesa Isabelle Huppert).

Las películas de Kim Ki-duk, Lee Chang-dong y Park Chan-wook han recibido galardones en los más prestigiosos festivales de Occidente. Desde 1997, la industria cinematográfica surcoreana ha crecido hasta convertirse en una de las más prolíficas del mundo.

No solo sus directores han cosechado los éxitos de esta cinematografía, sino algunos de sus rostros más reconocidos. Kim Min-hee, actriz fetiche y esposa de Hong, ganó el Oso de Plata a mejor actriz en la 67 Berlinale por On the Beach at Night Alone en 2017. Y el actor Song Kang-ho, protagonista de Parásito y otros largometrajes de Bong, hace unos meses mereció una retrospectiva y un Leopardo honorífico por su larga trayectoria, en el Festival de Locarno.

En ese marco, las películas de Bong Joon-ho han sido, sin duda, fundamentales en la ecuación ganadora de la industria surcoreana. Memories of Murder superó en Corea del Sur la taquilla de cualquier película norteamericana, y The Host fue la más vista en la historia del país en ese momento, con cifras de espectadores que redondeaban un cuarto de la población. Parte de su éxito, en ambas, viene de cómo piensa problemas locales mediante estrategias y recursos del cine mainstream. En su caso, se apropia críticamente de los géneros occidentales para explorar las marginalidades en su país. En Memories of Murder lo hace mediante el policiaco, en The Host por medio del monster movie, y en otras, como Snowpiercer y Okja, con la ciencia ficción distópica.

Parásito, candidata favorita a los Premios Óscar y ganadora de la codiciada Palma de Oro del Festival de Cannes en 2019, debutó esta semana en las salas del circuito comercial del país. Como anota el crítico español Manuel Yáñez, es posible leer el filme como una incursión en las aguas del cine de género más politizado. “Aunando la vocación popular con una fuerte personalidad autoral, Bong ha sabido poner su laboratorio de invenciones fílmicas al servicio de un cine de entretenimiento no reñido con la crítica social”. Ese diálogo entre la crítica social compleja y el entretenimiento, que procura el uso inteligente de registros populares (la comedia o el thriller), ha sido uno de los pilares de su éxito.

El fin de semana pasado, Bong Joon-ho se alzó con el Globo de Oro por Parásito. El año pasado recibió en Cannes la Palma de Oro.

En palabras de la crítica mexicana Fernanda Solórzano, “El atractivo de Parásito no está –o no solamente– en la gravedad de su tema central, sino en su recorrido vertiginoso de géneros, tonos y referencias a otras películas, incluidas las del director. El guion sigue un trayecto de curvas cerradas, ascensos y bajadas súbitas no muy distinto al de los rieles de una montaña rusa”. A. O. Scott escribió en The New York Times algo en la misma línea: Parásito es “el tipo de película inteligente, generosa y con energía estética que borra las distinciones cansadas entre las películas de arte y las películas de palomitas de maíz”.

Bong lleva al extremo su interés por mezclar diferentes códigos del género, lo que convierte el retrato de la lucha de clases en un caldero complejo que incluye la comedia negra, el drama social y la acción. La fórmula ha gustado tanto en las esferas de la alta crítica como en el grueso de los espectadores. No solo es la primera película de Corea del Sur en ganar una Palma de Oro y figuró en las listas de los mejores filmes de 2019. También se ha hecho con una taquilla global de alrededor de 101,6 millones de dólares, según la revista Forbes.

La familia Kim en Parásito va asediando de manera gradual la casa en la superficie. De ese mismo modo, el cine coreano contemporáneo ha aprovechado los resquicios del cine occidental para hacerle frente a Hollywood desde su entraña.

Algunos, sin embargo, han señalado que la atención global a esta producción también ha evidenciado la ausencia, por ejemplo, de mujeres detrás de las cámaras y de una producción documental significativa. A pesar de ello, la industria cinematográfica surcoreana sigue siendo un caso de éxito sorprendente.