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Alexander von Humboldt viajó por México, Cuba, Ecuador, Venezuela, Perú y Colombia entre 1799 y 1804. | Foto: CORTESÍA FUNDACIÓN ARKHÉ, PROYECTO BACHUÉ Y COLECCIONISTAS

ANIVERSARIO

El redescubrimiento de Alexander von Humboldt

Este año, Alemania y seis países latinoamericanos celebran los 250 años del nacimiento del naturalista alemán, con el fin de resaltar su relevancia para la ciencia, el ambientalismo y las artes. ¿Qué le dice Humboldt al mundo de hoy?

18 de mayo de 2019

“En el siglo XX, la ciencia ignoró a Alexander von Humboldt. Hoy le estamos dando un reconocimiento, no porque hubiera dejado de ser importante, sino porque solo ahora podemos entenderlo”. El profesor alemán Frank Holl, experto en el sabio prusiano, pronunció estas palabras durante la conferencia inaugural de un simposio internacional que el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán) organizó hace pocos días, en el Museo Nacional de Bogotá. El evento reunió a docenas de científicos alemanes, así como a académicos de México, Cuba, Ecuador, Venezuela, Perú y Colombia –las seis naciones latinoamericanas por las que Humboldt viajó entre 1799 y 1804–, para discutir sobre su obra, su actual influencia en las ciencias y su rol en el desarrollo de la investigación transdisciplinaria.

No solo Holl se refirió a Humboldt en esos términos. El académico José Luis Cuevas, del Ministerio de Educación Superior de Cuba, dijo que el padre de la ecología hoy no sería un explorador, sino “un activista político. Y el presidente de la Universidad de Giessen, Joybrato Mukherjee, afirmó que dejó la lección de que “la ciencia debe tener una relevancia social”. Asimismo, el genetista colombiano Alberto Gómez Gutiérrez sostiene que la ciencia actual, que “se ha superespecializado en áreas disciplinares”, debería regresar al enfoque humboldtiano, cuya “transdisciplinariedad invita a deshacer las barreras del pensamiento y de la sociedad, para vivir en mejor armonía”.

Ese simposio y la exposición La naturaleza de las cosas: Humboldt, idas y venidas, el 8 de mayo en el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, dieron inicio oficialmente en América Latina a las celebraciones del aniversario 250 de Alexander von Humboldt.


Piezas de la exposición La naturaleza de las cosas: Humboldt, idas y venidas. A la izquierda, la Geografía de las plantas equinocciales, de Humboldt. A la derecha, un grabado de Thomas Clarkson de un barco negrero. 

El proyecto, que durará todo el año, se titula Humboldt y las Américas. Tendrá capítulos en varios países de la región e incluirá ciclos de conferencias, encuentros y muestras de arte. Lo lideran el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania y el Goethe-Institut, y todo indica que no será una conmemoración convencional. Con una importante inversión del Gobierno de Angela Merkel, los homenajes buscarán propiciar espacios de reflexión. Se trata de usar una figura tan apasionante y querida como la de Humboldt para difundir la urgencia de abordar los problemas ambientales y sociales, que hoy acosan al planeta, con un enfoque humanista, colectivo y sostenible.

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Los 250 años del natalicio coinciden con la restauración del antiguo Palacio de Berlín, que albergará el Humboldt-Forum, un vasto museo etnográfico y de investigación en historia cultural. Su inauguración se proyecta para el 14 de septiembre, día del cumpleaños de quien por décadas fue visto por algunos historiadores como “el verdadero descubridor de América. Según el director del Goethe-Institut en Colombia, Wenzel Bilger, estos dos hechos, que orbitan en torno a la figura de Humboldt, han abierto “preguntas sobre la descolonización, la restitución del patrimonio de los pueblos no europeos y el papel de Alemania en el colonialismo global, del que no se habla tanto como del de Francia, Inglaterra o España”. El objetivo, cuenta Bilger, es, entonces, “no solo conmemorar a Humboldt, sino sobre todo ver qué tan importante es su obra para el mundo de hoy”.


Izquierda: El paso del Quindío (2019), videoinstalación de José Alejandro Restrepo. Derecha: Gold in the Morning (1985), de Alfredo Jaar.

En Colombia, el plato fuerte es la exposición en la Universidad Nacional. Bajo la curaduría del barranquillero Halim Badawi, esta pretende revisar la presencia espiritual de la tradición humboldtiana en el arte contemporáneo colombiano y latinoamericano. Las cuatro salas de la exposición y las más de 100 obras exhibidas responden a la pregunta de cómo se han sedimentado a este lado del Atlántico los imaginarios visuales del paisaje americano que fundó Humboldt. Y lo hacen con contundencia: el alemán fue una figura central de la historia del arte en la región. Para Badawi, el legado de Humboldt en las artes también hace reflexionar sobre “el reverso oscuro de la ciencia ilustrada”, en el despojo de pueblos originarios, la explotación extensiva de la tierra y los abusos de la mano de obra.

Este panorama se ve de forma explícita, por ejemplo, en la forma como allí dialogan mapas imaginarios de El Dorado del siglo XIX con obras como Gold in the Morning (1985), del chileno Alfredo Jaar, una instalación fotográfica que proyecta escenas de las precarias condiciones bajo las que trabajan los hombres en las minas a cielo abierto del Amazonas brasileño.

Con Badawi coincide Gómez Gutiérrez, uno de los mayores expertos de este sabio en el mundo y autor de la Humboldtiana neogranadina. Esta investigación de cinco volúmenes sobre el naturalista en la Nueva Granada, a la que dedicó ocho años, la publicó en 2019 la Editorial Javeriana, y en ella trabajaron en conjunto seis universidades del país: “Humboldt se presenta hoy como un formidable hilo conductor que permite estudiar el desarrollo científico de nuestra sociedad en la primera mitad del siglo XIX, a través de contactos con personajes neogranadinos y colombianos que se destacaron en este campo, pero permanecen silenciados por las fanfarrias de próceres nacionalistas”.


Carguero de la montaña de Sonsón (1878), de Ramón Torres Méndez, grabado exhibido en la muestra que inauguró el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia.

Bilger añade que volver al trabajo de Humboldt, y hacerlo desde la mirada de los artistas, “permite reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza en tiempos en que las preocupaciones de ambientalistas por las crisis ecológicas y el cambio climático ocupan a cada vez más ciudadanos”. También hace posible entender las tensiones entre cartografía y colonización, y “cómo eso abrió el camino hacia el extractivismo, que ahora es un gran tema en Colombia”.

Este redescubrimiento de Humboldt no es del todo nuevo. Hace un par de años la historiadora británica Andrea Wulf publicó la biografía La invención de la naturaleza, que se volvió un best seller mundial y reivindicó el rol del prusiano en cuanto a comprender el mundo como “un todo vivo” y como un precursor del desarrollo sostenible. Pero los homenajes oficiales de este año y la exploración artística de su legado cultural permiten conocer a una figura compleja, que abrió líneas de pensamiento y representación científica y estética, que permanecen vigentes. Porque, en últimas, de Humboldt proviene no solo la ciencia como se practica (o debería practicarse) hoy. También una visión de mundo que aboga por la vida con la naturaleza y con los otros.

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