Cine

‘Noviembre’: la pesadilla del Palacio de Justicia se vive por dentro, en este thriller histórico obligado

En su ópera prima, que mueve las entrañas y explica mucho de lo que somos, Tomás Corredor ubica al espectador en el baño del tercer piso del Palacio durante un episodio oscuro que expone cicatrices y promete alimentar debates, 40 años después de los hechos. Esto nos contó el director.

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Alejandro Pérez Echeverry
27 de septiembre de 2025, 4:00 a. m.
De niño, Tomás Corredor no pudo procesar el episodio que marcó a Colombia. cuarenta años después, en su película, sumerge al país en ese mundo.
De niño, Tomás Corredor no pudo procesar el episodio que marcó a Colombia. cuarenta años después, en su película, sumerge al país en ese mundo. | Foto: Burning

No es una película larga y no necesita serlo para atrapar y agitar a su espectador con su claustrofobia histórica. En gran parte, esta producción se inspira en la vida real, ficcionada en menor medida de lo que se quisiera, basada en esa toma-retoma del Palacio de Justicia, terrible y devastadora, de final conocido, pero cuyos pormenores se siguen esclareciendo. Y si bien el desarrollo de lo sucedido hace cuarenta años se ha documentado extensamente (cerca a ese triste aniversario Editorial Planeta lanza también un libro sobre todos esos registros testimoniales, y seguramente no será el único), esta producción deja en claro que hacía falta sentirlo en los huesos.

Después de una prolífica carrera como director de comerciales, el bogotano Tomás Corredor, de 49 años, da el salto al cine con su contundente ópera prima, gestada por Diana Bustamante y su casa productora Burning. La película ubica al público en un baño devastado tras la retoma. Luego, devuelve el casete para narrar desde ese mismo espacio (donde se redefine el confinamiento) los hechos de esos dos días de noviembre de 1985.

En el marco teatral de una locación única, pero muy cinematográficamente, se viven por igual las angustias de los guerrilleros del M-19 (incluida la Mona, única sobreviviente registrada, interpretada por Natalia Reyes), pero especialmente de los retenidos por el grupo insurgente, los magistrados (entre ellos el magistrado Gaona, interpretado por Santiago Alarcón –ver artículo sección Gente–), los auxiliares y personal. El sonido es clave, estableciendo la atmósfera cada vez más pesada de lo que es una toma, cuyo fin es protestar, conforme se sale de control, y no aparece ni una gota de sensatez por parte del Ejército o el Gobierno. Si antes habían capitulado derrotas, esta no sería, sin importar el costo humano.

La película también echa mano de material de archivo, que tensiona tanto o más que lo que se vive por dentro... | Foto: ARCHIVO PARTICULAR

Poniendo rostro a estas muchas víctimas que no tenían por qué haber muerto así o haber sido desaparecidas, que no tenían por qué haber sido retenidas y quedaron en medio de la respuesta implacable del Ejército, que se siente en sonido. En esta sala de cine se recrea como nunca antes esta tragedia nacional y vibra profundamente. A cuarenta años de la noche negra del 6 de noviembre de 1985, esta producción la exorciza desde adentro. En La siempreviva, icónica obra de teatro de Miguel Rojas, se sigue el episodio desde fuera. La mirada aquí es distinta. Nos pone ahí, dentro de la pesadilla.

Corredor, cuyo trabajo en publicidad lo vio dirigir cientos de comerciales en Colombia, Tanzania, Ecuador, Kenia, Venezuela y Guatemala, cuenta que “siempre tuvo el cine puyándole el alma”. Cuando se propuso saldar esa deuda personal, saltó a hacerlo y apareció el palacio. “Fue lo primero de lo que me dieron ganas de hablar y contar algo”. Su camino ha sido de mucha publicidad, de mucho set, de mucho trabajo en el set, pero también de mucha cinefilia, mucha lectura y mucho compromiso con el cine.

Cuando el episodio sucedió, Corredor tenía 9 años, y como muchos niños de su generación, siguió los hechos transmitidos sin poder encontrarles sentido. Pero “la marca fue muy fuerte”, dice a SEMANA. Incluso sin ser víctima, “si uno es de acá y vivió eso, ese evento aparece como una forma de explicarse el país en el que vive. Marca un antes y un después. El palacio no solo es una causa de muchos efectos, es un efecto de muchas causas que genera nuevas causas. Y no se ha acabado. Cada mes aparecen cosas nuevas que estaban ocultas, que se han tratado de esconder. Es una verdad incompleta de la que siempre está apareciendo algo nuevo”.

Considerando lo que significa narrar desde ese baño (solo salimos de ese espacio en la película cuando se acude a material de archivo, en audio y video, que solo suma a la zozobra), Corredor aclara que su punto de partida no fue estilístico; nació de leer y documentarse. “El baño me encontró a mí como director. En la investigación, empecé a leer el episodio de este lugar que contuvo a estas personas durante 27 horas. Al baño empieza a llegar la gente en la primera hora en la que ha empezado la toma. Ahí encontré una forma de narrar desde el interior, de narrar un drama humano de la sociedad civil que resiste la guerra y de la que casi no hablamos. Estamos muy concentrados en hablar de quien dispara, pero casi nunca de qué les pasa a los que están en medio de ese fuego cruzado”.

Sentir qué causaba todo lo que pasaba en el exterior entre la gente que estaba dentro del Palacio resulta una experiencia dura y profunda. | Foto: Burning

Esta es, pues, una película que se centra en la humanidad, no en cómo se ve la guerra. “Era una postura desde el principio: ser una película de guerra sin mostrar explosiones en cámara lenta, ni tanques en cámara lenta, con helicópteros ni personas atrincheradas disparando. Y lo que planteaba ese postulado era empezar a sentir qué causaba todo lo que pasaba en el exterior entre la gente que estaba dentro”.

“Estamos muy concentrados en hablar de quien dispara, pero casi nunca de qué les pasa a los que están en medio de ese fuego cruzado”

Afuera, durante las horas más oscuras, más allá de los tres poderes separados que plantea una democracia, para nadie es secreto que operaron dos más, el Ejército y los medios de comunicación, que por orden ministerial dejaron de transmitir la retoma para dar paso a un partido de fútbol. “¿Qué pasa cuando uno está dentro esperando una solución, una negociación, una respuesta estatal y de pronto se pierde la comunicación y le ponen fútbol?”, se preguntó Corredor. “Yo pensaba mucho en el efecto que causan las cosas afuera del palacio y dentro de él, y siempre he pensado en el desamparo latinoamericano”. En ese sentido, la película ha conectado con audiencias distintas desde ese punto, pues este tipo de episodios se ha repetido, a su manera, en México, Brasil y tantos lugares más donde tapar ha sido, en algún punto de la Historia, una orden desde los niveles más altos del Estado.

El reparto es clave en su película, pero Tomás escribió sin ponerle caras a sus personajes. Con su productora Diana Bustamante logró aterrizar el deseo de contar con actores y actrices que tuvieran experiencia profesional y hubieran trabajado en teatro más allá del costo que podía significar, y con su director de casting y de actores aterrizaron la misión de encontrar los 30 personajes (a lo largo de ocho meses, entre unos 300 postulantes).

El reparto, que suma a Santiago Alarcón, Natalia Reyes y 28 actores y actrices más, entre quienes la experiencia teatral fue apreciada, ensayó durante seis semanas y luego rodó en otras cuatro. La entrega no fue en vano.
El reparto, que suma a Santiago Alarcón, Natalia Reyes y 28 actores y actrices más, entre quienes la experiencia teatral fue apreciada, ensayó durante seis semanas y luego rodó en otras cuatro. La entrega no fue en vano. | Foto: Burning

Para el director, era vital desarrollar una potencia de trabajo colectivo, y lo consiguió. “Nos dimos de lado y lado un amor increíble. Para mí era muy complejo hacer una primera película con esos pesos pesados (así describimos a Alarcón y Reyes); pero sentir el amor de estas personas, sentir sus vulnerabilidades y sentir que se dejaban proteger en ese ensamble, fue algo muy bello. Fue una película que ensayamos más de lo que duró el rodaje. La ensayamos por seis semanas y el rodaje duró cuatro”.

Sobre las reacciones a su película, el director explica que su intención es la de abrir conversaciones, plantear preguntas y revivir en la memoria un tema desde un lugar diferente al que tratan de imponer los poderes. “Esta película plantea que hay una lucha muy fuerte entre el idealismo y el realismo. En lo que esperaban que pasara y pasó. También creo que, al no romant

izar ninguna lucha y al no hablar de un comportamiento heroico de quienes trataron de repeler ese acto, la película señala claramente la responsabilidad desde lado y lado, sin emitir juicios, simplemente señalándolas desde el lugar humano de las personas que recibieron las consecuencias”. Por eso, quizá, será difícil para quienes entablan discursos desde el blanco y el negro.

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