Upgrade: máquina asesina, una película que reflexiona sobre los progresos de la tecnología

Título original: Upgrade

País: Estados Unidos

Año: 2018

Director: Leigh Whannell

Guion: Leigh Whannell

Actores: Logan Marshall-Green, Melanie Vallejo

Duración: 100 min

Aunque esta película se sitúa en algún momento del futuro, hay elementos bien coyunturales acá: la posible unión de humanos con computadores, el gigantesco poder de los creadores de herramientas tecnológicas, y la conveniencia y el peligro que conlleva desentenderse de aspectos esenciales de la vida para dejárselos a los algoritmos.

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Dirigida por Leigh Whannell, el escritor de las tres primeras películas de la serie Saw, Upgrade retoma el horror y la fascinación con la corporalidad de esa serie, así como, a otro nivel, su gusto por los finales escalonados compuestos de giros y más giros.

El personaje central es Grey Trace (Logan Marshall-Green), un restaurador de autos clásicos, que vive apaciblemente con su esposa, Asha (Melanie Vallejo), en una especie de búnker en una locación no especificada.

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Es un mundo donde la tecnología es omnipresente, con autos y casas parlantes que parecen leerles la mente a sus propietarios, pero la sensación no es de plenitud ni de tranquilidad. Desde el comienzo es más fácil identificarse con él, un tipo de tuercas y tornillos, que con ella, una ejecutiva de una gran empresa tecnológica. “Tú ves ese aparato y ves el futuro. Yo veo una fila con diez desempleados más”, le dice Grey a unos de sus clientes.

Luego viene un misterioso accidente de auto en el que un escuadrón de hombres asesina a Ashe y deja cuadripléjico a Grey. Tras deprimirse un rato, llega la posibilidad de una cura milagrosa: un chip inventado por un tenebroso e inexpresivo genio tecnológico que, si se lo implanta en la espalda, le permitirá recuperar la movilidad.

Lo que sigue tras la recuperación es una investigación sangrienta en busca de los tipos que mataron a su esposa, con apariciones esporádicas de un humor negro bien calibrado, proveniente del contraste entre un tipo tan reacio a la tecnología y el chip que le permite seguir en su misión.

Acá los dos principales villanos son flacos y controlados, y queda uno preguntándose si será un giro permanente, si de ahora en adelante los villanos entrados en carne ya no tendrán lugar porque ahora la maldad es flaca y neurótica en vez de carnal y expresiva. Pero es una pregunta que otras películas resolverán.

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En muchos sentidos, Upgrade recuerda otras épocas, más cercanas al cine de acción ingenioso y de bajo presupuesto de los ochenta que al futurista del presente, que a menudo debe reducir sus ambiciones temáticas para financiar sus efectos especiales.

Como sucedió hace un par de años con la película Ex Machina (nunca estrenada en el país), su bajo presupuesto le permite ser más ambiciosa en su indagación, entre salpicaduras de sangre y chistes oscurísimos, de la forma en que el mundo depende cada vez más profundamente y en más aspectos de desarrollos tecnológicos que resultaban inimaginables hace un par de décadas, preguntándose sobre qué se está ganando con la posibilidad que hemos estado adquiriendo los humanos de conversar con autos, casas y electrodomésticos. n

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