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Mónica Giraldo | Foto: Jorge Velásquez

MÚSICA

Tres cancionistas inspirados

Cantautores independientes demuestran que el encanto de una canción está en su sencillez y no en parafernalias sonoras. Los más recientes ejemplos llegan de Bogotá, Bucaramanga y Medellín.

Juan Carlos Garay
29 de noviembre de 2014

Mónica Giraldo



‘Que venga la vida’


Cuando el año pasado el sello Putumayo escogió una canción de Mónica Giraldo para su álbum compilatorio Café Latino, la ubicó ante los oídos del mundo entre las grandes exponentes de una manera más relajada de entender lo latino. Así ha sido el universo de Mónica desde los primeros discos: sin perder el optimismo, estas canciones prefieren la sonrisa al arrebato.

Este nuevo disco es un paso gigante en esa misma dirección. Las canciones parecen hallar un vehículo más idóneo con la opción de instrumentos de cuerda (hay hasta tres guitarras armonizando) y el sonido en general resulta aireado, sin saturaciones. Trazado ese camino, aparecen algunos acercamientos a la cumbia: Deja, que originalmente grabó el grupo Sidestepper, es una de esas canciones que uno no imaginaba en formato acústico. Y más sorprendente aún es Así lo canto yo (con la participación especial de Totó la Momposina), una joya que no cae en el estereotipo tropical, sino que más bien nos muestra el lado dulce de ese mundo de calor y baile.

María Cristina Plata





‘Todas las flores’


“Debe ser que yo también soy muy sentimental”, responde María Cristina Plata cuando se le pregunta por su elección de repertorio. A lo largo de todo este disco se respira una dulce melancolía impregnada de un sello particular: la voz de esta cantante de Bucaramanga es de contralto (el registro femenino más grave), y ha sido muy inteligente al elegir instrumentos como el contrabajo o el clarinete para colorearse con tonos oscuros. María Cristina viene del dueto folclórico Trapiche Molé, que ganó el Festival Mono Núñez en 2010 por interpretaciones que, muy apropiadamente, fueron tildadas de hipnóticas.

Pero que no se piense que este es un disco despechado. Inmersos en el lugar común de que somos el país más feliz del mundo, nos hemos desacostumbrado a los ritmos  lentos y contemplativos. Aquí por ejemplo hay una plegaria íntima a la lluvia en Pienso en ti, y un blues llamado Cuándo vas a irte que tiene ese ingrediente de las grandes canciones (y de las grandes interpretaciones) que son enfermedad y remedio a la vez.

Pala





‘Maleviaje’


No hay duda de que Carlos Palacio ‘Pala’ está escribiendo las mejores letras de toda nuestra nueva escena musical. Es así desde hace tres o cuatro discos, cuando definía a Colombia llamándola “¡Loca nomás! ¡Cómo disfrutas inundando noticieros! / Loca que vas entre tus Pablos, tus Gabitos, tus Boteros”. De eso hace ya seis años y Pala ha seguido creciendo, nutriéndose de buena poesía y alimentándola con un sarcasmo muy suyo.

Ahora que ha demostrado que puede hacer (casi) todo lo que le venga en gana, se decidió por un homenaje al tango. Es increíble cómo se adueña del lenguaje, si bien no hay intención purista. Las alusiones a Goyeneche y a Gardel son salpicaduras líricas, pero lo que estas canciones buscan es conciliar los tangos que se oyen en su natal Medellín, con aguardiente, y los que resuenan en su amada Buenos Aires, con vino tinto. Al final ni lo uno ni lo otro, y esa termina siendo su fortaleza: una especie de tercer género que, como confesó en una entrevista, fue carburada con ron. Será por eso que al inicio canta: “Con tanta dicha en el plató / esto no puede ser un tango, no”.