Economía

Emprender lo digital con expectativas reales: el panorama latinoamericano

El emprendimiento digital femenino en América Latina avanza con fuerza, aunque todavía enfrenta desafíos estructurales. Fía Rivera representa una mirada distinta: profesionalizar el conocimiento, no solo monetizarlo.

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9 de diciembre de 2025, 3:07 a. m.
Fía Rivera
Fía Rivera | Foto: Fía Rivera

Las mujeres emprendedoras de la región han adoptado lo digital como vía de independencia económica, pero también se enfrentan a riesgos particulares: saturación del mercado, falta de acompañamiento especializado y modelos de negocio frágiles que dependen demasiado del tiempo personal.

Desde su trayectoria, Fía Rivera sostiene que la digitalización por sí sola no garantiza el éxito. Aprender herramientas, crear contenido o abrir cuentas en redes sociales son solo los primeros pasos. Lo que diferencia a los proyectos que prosperan es la capacidad de convertir esas acciones en un sistema coherente. Su método se basa en cuatro pilares: mentalidad, hábitos, vehículo de negocio y oferta concreta. La propuesta es simple, pero responde a un problema común entre emprendedoras que comienzan sin capital ni redes de apoyo.

Las estadísticas regionales muestran una paradoja: América Latina tiene una de las tasas más altas del mundo en emprendimiento femenino por necesidad, pero un porcentaje muy bajo logra escalar o sostenerse en el tiempo.

Rivera identifica una causa recurrente: muchas mujeres trabajan mucho, pero sin estrategia. Su enfoque parte de una pregunta que incomoda, pero ordena: ¿el negocio funciona solo si tú estás presente? Si la respuesta es sí, lo que existe no es un negocio, sino un empleo autogestionado.

En sus programas, las participantes aprenden a construir un modelo que trascienda el esfuerzo diario. Esto implica automatizar procesos, delegar tareas y definir precios que reflejen el valor real del servicio. El objetivo no es hacer más, sino hacerlo mejor. Rivera explica que un emprendimiento digital saludable no se mide por la cantidad de horas trabajadas, sino por la solidez de su estructura. En ese sentido, insiste en que la disciplina y la claridad pesan más que la inspiración.

La profesionalización es el punto central de su propuesta. Rivera busca que las mujeres vean sus proyectos como empresas, aunque operen desde casa. Esto requiere aprender a leer datos, gestionar recursos y tomar decisiones basadas en métricas. En sus palabras, un negocio digital no se mantiene con intuición, sino con información. Esa mentalidad empresarial, poco común en los inicios, marca la diferencia entre un proyecto que sobrevive y uno que crece.

El impacto económico de esta transformación va más allá de las historias individuales. En muchos países de la región, las mujeres representan una parte significativa del tejido emprendedor, especialmente en sectores de servicios y educación online. Cada negocio digital que logra consolidarse no solo genera ingresos, sino que amplía la participación femenina en la economía formal. Rivera observa que este fenómeno, aunque silencioso, está redefiniendo el mapa laboral de América Latina.

Two startup business colleagues problem-solving at a computer together in the office.
Emprender. | Foto: Getty Images

Sin embargo, también advierte sobre un riesgo: el exceso de optimismo. No todos los proyectos digitales prosperan y no todo lo digital es necesariamente rentable. La promesa de libertad absoluta suele ocultar una exigencia alta de organización y aprendizaje continuo. Rivera prefiere hablar de expectativas reales: éxito sostenible, no inmediato. Sus alumnas aprenden que construir un negocio requiere tiempo, y que la constancia es un activo tan valioso como la creatividad.

El enfoque de Rivera ha crecido en torno a una idea que parece sencilla, pero que muchos olvidan: la independencia económica comienza cuando el negocio puede sostenerse sin depender del impulso inicial. Esa visión pragmática, alejada de discursos motivacionales, encaja con una generación de mujeres que busca resultados tangibles. Para ellas, lo digital no es una moda, sino una oportunidad concreta de redefinir su trabajo.

El futuro del emprendimiento femenino en la región dependerá de cómo se equilibren las dos fuerzas que hoy lo mueven: la necesidad y la estrategia. Fía Rivera pertenece a una corriente de líderes que entienden que la segunda puede transformar la primera. Su mensaje es claro: la tecnología es un medio, no el fin. Lo esencial sigue siendo diseñar modelos que funcionen. En ese punto, la revolución digital se vuelve menos un salto técnico y más un cambio de mentalidad colectiva.

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