Uruguay, el primer país de América Latina en reanudarlas desde que empezó la pandemia. | Foto: BBC

EDUCACIÓN

Coronavirus: ¿Qué se puede aprender del regreso a clases en Uruguay?

El regreso a las clases presenciales en Uruguay se hizo en una serie de etapas que comenzó el 22 de abril y terminó el 29 de junio. De esta forma se convirtió en el primer país de América Latina en reabrir los colegios.

Alianza BBC
30 de julio de 2020

"No existe una manera perfecta de reabrir las escuelas durante una pandemia". La frase de Robert Spires, profesor de la Universidad de Richmond (Inglaterra) especializado en educación comparada, refleja uno de los mayores dilemas actuales de la pandemia de covid-19: qué tan seguro es el retorno a las clases presenciales.

Según el artículo publicado por Spires a fines de julio en el portal académico The Conversation, "incluso cuando un país tiene a la covid-19 bajo control, no hay forma de garantizar que las escuelas puedan reabrir de manera segura".

Sin embargo, aclaró, "las políticas y prácticas de los países que han tenido cierto éxito inicial con las escuelas apuntan en la misma dirección".

Y Uruguay, de acuerdo a su análisis, se encuentra en la dirección correcta.

"Somos el primer país de América Latina que retoma la presencialidad y lo estamos haciendo con muchísima responsabilidad, profesionalismo, compromiso y orgullo", dijo a la prensa Robert Silva, titular de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) de Uruguay, el 29 de junio.

Ese día Uruguay daba por iniciada la cuarta y última fase del retorno a las aulas a nivel primario, secundario y terciario en todo el país.

Un mes después, no se han registrado contagios en los centros educativos y, según Unesco, el país sigue siendo el único de la región en volver a las clases presenciales desde que el coronavirus obligó a suspenderlas.

Entonces, ¿qué pueden aprender los otros países de América Latina de la estrategia de Uruguay al momento de reabrir las escuelas?

Controlar la pandemia

Aplanar la curva de la pandemia, esa frase tan escuchada en lo que va de 2020, es condición sine qua non para avanzar en el regreso a aulas.

De acuerdo con el informe "Seguimiento del retorno a las clases presenciales en escuelas en Uruguay" que la oficina local de Unicef entregó a BBC Mundo previo a su publicación prevista para agosto, el "rápido control" de la pandemia en el país "facilitó la definición del regreso a las aulas".

Desde que el nuevo coronavirus llegó al país, el 13 de marzo, hasta el 28 de julio se han registrado 1.218 casos positivos de covid-19 y 35 muertos, según datos del gobierno.

A la misma fecha, la tasa de mortalidad es de 1, una de las más bajas de la región. Para tener una referencia, en sus países vecinos, Argentina y Brasil, dicha tasa es de 6,9 y 41,8 respectivamente.

Periodo previo de virtualidad

En Uruguay las escuelas de todo el país y en todos los niveles cerraron el mismo día en que se detectaron los primeros casos de covid-19.

Pero eso no quiere decir que las clases se suspendieron.

Robert Silva, titular de la ANEP

Según Robert Silva, titular de la ANEP, "cuando las familias entienden que los centros cuentan con las medidas de higiene necesarias y que los funcionarios proceden con mucha responsabilidad, se logra que los estudiantes vuelvan". (Presidencia de Uruguay)

"A diferencia del resto de los países de la región, Uruguay tiene un buen desarrollo y uso de plataformas de aprendizajes", explica a BBC Mundo Marcelo Pérez Alfaro, especialista líder en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

"El proceso de transformación digital de la educación tuvo un impulso temprano con el Plan Ceibal (2007), que proveyó universalmente dispositivos, plataformas de contenidos y sistemas de gestión de aprendizajes, además de capacitar a docentes en su uso y de promover nuevas prácticas pedagógicas", continúa.

Por ello, el país enfrentó el cierre de los centros educativos por la pandemia "en mejores condiciones de partida que cualquier otro país de la región", dice Pérez Alfaro.

Unicef concuerda con el análisis e incluso asegura que el regreso temprano a las aulas uruguayas se basa en este periodo de virtualidad, puesto que permitió "sostener el componente educativo y el vínculo de los estudiantes con los docentes y la comunidad educativa".

El Plan Ceibal de Uruguay fue pionero en el mundo y ahora lidera la educación a distancia del país.

Si bien el Plan Ceibal es conocido por haber entregado una computadora a cada escolar, hoy en día funciona más como un laboratorio de innovación pedagógica. (Getty Images)

Según Leandro Folgar, presidente de Plan Ceibal, su plataforma CREA se convirtió en el centro de las clases virtuales tanto en la educación pública como en 80% de los centros privados del país, a los cuales se les permitió un acceso gratuito a la herramienta.

"Pasamos de tener 90.000 usuarios activos en el pico más alto de 2019 a 730.000 usuarios activos este año", dice a BBC Mundo.

"Fue una curva de aprendizaje muy empinada en un periodo muy corto de tiempo", reconoce Folgar, quien, como el resto de las autoridades del gobierno uruguayo, no llevaba ni dos semanas en el cargo cuando el coronavirus llegó al país.

Pero como destacan Folgar y el informe de Unicef, si algo enseña la experiencia de Uruguay es el carácter cambiante de la situación.

Lento y en etapas

Spires escribió en The Conversation que una de las claves de un regreso exitoso a las aulas está en que el proceso sea "lento y en etapas".

En este punto, Spires dio a Uruguay el puntaje máximo: "A".

El retorno escalonado a clases comenzó el 22 de abril con la apertura de las escuelas rurales, que son las que tienen menor cantidad de estudiantes.

"Luego de esta primera etapa, que ofició como piloto para el retorno generalizado, se definieron tres etapas (empezando el 1 de junio), con una diferencia de 15 días entre ellas, en las cuales gradualmente fueron retornando todos los niveles de la educación, excepto la universidad", dice el informe de Unicef.

Y agrega: "En todos los casos europeos, el escalonamiento de la vuelta a clases se ha programado por niveles educativos, lo cual es una diferencia con Uruguay".

Como explica Pérez Alfaro, la estrategia uruguaya "se construyó sobre tres gradualidades": "Una regional, iniciando por el interior (afuera de la capital) donde existió menor difusión de casos de covid-19; otra de vulnerabilidad, donde se privilegiaron las zonas de contexto crítico; y la última, pedagógica, que privilegió la conclusión de ciclos".

De carácter voluntario

Así como en Uruguay la cuarentena nunca llegó a ser obligatoria, concurrir a clases tampoco lo es.

Gente caminando en la Rambla de Montevideo.

El uso de tapabocas está extendido entre los uruguayos, a pesar de que nunca se llegó a reglamentar oficialmente su uso. (Reuters)

"La asistencia es voluntaria porque tiene que quedar liberado a que la familia se sienta lo suficientemente segura o no de mandar a sus hijos a un centro educativo", explica Folgar.

El presidente de Plan Ceibal agrega que en este tiempo han constatado que los motivos de las familias son "muy diversos": "Algunos no mandan a los hijos por no confiar o por miedo, otros porque no tienen cómo organizarse para llevarlos y traerlos, por ejemplo".

En contraste, Spires explicó que en Suecia, donde las escuelas nunca cerraron y la asistencia siguió siendo obligatoria, el gobierno hasta "amenazó con castigar a los padres que no enviaran a sus hijos".

De acuerdo con Unicef, en Uruguay "la voluntariedad para asistir a los centros parece haber amortiguado los temores y habilitado un período de adaptación que permitió a las familias ir ganando confianza".

A mediados de julio, en el primer balance del retorno a escuelas, el gobierno anunció que más del 70% de los estudiantes de educación media retornaron a las aulas, mientras que en educación primaria fue del 63% y en las rurales, de más del 60%.

Adolescentes de una secundaria uruguaya.

Según datos del gobierno publicados a mediados de julio, más del 70% de los estudiantes de educación media retornaron a las aulas. (Getty)

El porcentaje restante de los alumnos siguieron con la modalidad virtual. Pero no son los únicos.

Regreso parcial y protocolos de sanidad

Al igual que sucede en Japón, otro caso exitoso según Spires, las clases presenciales en Uruguay no volvieron todos los días ni durante todo el horario habitual.

"Lo que tenemos hoy en día es un ecosistema de semipresencialidades muy diverso", dice Folgar.

Los protocolos vigentes, acordados entre las autoridades de la educación y sanitarias más los docentes, indican que las jornadas no pueden extenderse por más de 4 horas diarias, por ejemplo.

A su vez, cuando los salones no permiten los 2 metros de distancia social, los compañeros de clase son divididos en dos grupos: unos concurren lunes y martes, por ejemplo, y otros jueves y viernes.

Además, los recreos son escalonados y sin juegos que habiliten el contacto físico.

Escolar uruguaya con mascarilla y usando alcohol en gel.

Los protocolos de regreso a las aulas incluyeron apartados sobre sanidad específicos para estudiantes y funcionarios. (Getty Images)

Respecto a la sanidad en particular, los salones se higienizan, desinfectan y ventilan después de cada jornada, pero la toma de temperatura a los alumnos quedó librado a la voluntad de cada centro.

Los tapabocas, por su parte, son obligatorios, una costumbre que se ha extendido en la sociedad uruguaya a pesar de tampoco estar reglamentado.

Tal es así que, en el artículo de Spires, Uruguay comparte con Japón la calificación "A" en las categorías de uso de mascarillas e implementación de distancia social en los centros educativos y en la comunidad.