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Los hoteles más exclusivos de Colombia: son los favoritos del jet-set

Grand Hyatt, Four Seasons Casa Medina y Sofitel Legend Santa Clara encabezan la ruta del lujo que enamora a viajeros internacionales, empresarios y creativos.

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Darwin Schneider Correa Parra

Darwin Schneider Correa Parra

Periodista junior de la Dirección general de proyectos y foros de SEMANA. Periodista de contenido comercial, enfocado en el desarrollo y ejecución de proyectos estratégicos para marcas y aliados. Combina visión periodística y enfoque comercial para impulsar iniciativas que fortalecen la reputación empresarial y generan valor para las audiencias.

24 de noviembre de 2025, 5:53 p. m.
GRAND HYATT
GRAND HYATT - BOGOTA/COLOMBIA | Foto: Tadeu Brunelli

Dicen que el jet set siempre sabe dónde ocurre la verdadera vida de una ciudad. No importa si vienen de Nueva York, Ciudad de México o Madrid, cuando llegan a Colombia buscan mucho más que un lugar para dormir: buscan escenarios donde el lujo se mezcla con la intimidad y cada momento se convierte en una postal.

Y en Bogotá y Cartagena, dos ciudades que despiertan de noche, esos viajeros discretos –políticos, empresarios, creativos y royals que llegan sin anunciarse– han trazado un mapa silencioso con tres destinos que concentran encuentros, negocios y rumores: el Grand Hyatt Bogotá, el Four Seasons Casa Medina y el Sofitel Legend Santa Clara.

GRAND HYATT
GRAND HYATT - BOGOTA/COLOMBIA | Foto: Tadeu Brunelli

El viaje comienza en el Grand Hyatt Bogotá, un templo contemporáneo donde la ciudad se expande a través de ventanales que abrazan la luz. Su lobby monumental marca el tono de una arquitectura limpia, proporciones imponentes y un ambiente que combina sofisticación con calidez. Las habitaciones –amplias, silenciosas, iluminadas– funcionan como cápsulas de descanso en las que todo está diseñado para equilibrar cuerpo y mente.

La experiencia continúa con su oferta gastronómica. Su restaurante Capitalino reinterpreta la cocina colombiana con una mirada moderna, mientras Ushin –uno de los rooftops más emblemáticos de Bogotá– eleva la cocina japonesa. A ellos se suman Ilustre Bar y una barra de coctelería ideal para encuentros discretos.

GRAND HYATT
GRAND HYATT - BOGOTA/COLOMBIA - | Foto: Tadeu Brunelli

El Hyatt también abraza la vida contemporánea: es pet friendly, flexible y perfecto tanto para quienes viajan con agenda apretada como para quienes buscan un retiro urbano. Su spa, uno de los más premiados del país, ofrece piscinas interiores, tratamientos de autor y zonas húmedas. Los huéspedes que llegan por trabajo suelen extender su estadía y los que llegan por placer inevitablemente regresan.

Fachada del Hotel Four Seasons Casa Medina de Bogotá, edificación construida en 1946 por el arquitecto Santiago Medina Mejía.
Fachada del Hotel Four Seasons Casa Medina de Bogotá, edificación construida en 1946 por el arquitecto Santiago Medina Mejía. | Foto: Cortesía Hotel Four Seasons Casa Medina

En el corazón de Chapinero aparece el Four Seasons Casa Medina. Cruzar su entrada es abandonar el ritmo acelerado de Bogotá para ingresar a una casona de 1946 diseñada por Santiago Medina, declarada monumento nacional. Pisos de madera que crujen con historia, arcos tallados a mano y lámparas que parecen conservar otra época le dan al hotel un aura íntima, elegante y profundamente personal.

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El restaurante Castanyoles es uno de los lugares más representativos de la comida española en Bogotá. | Foto: particular

La experiencia se amplifica en Castanyoles, un restaurante que convierte las noches en ritual bajo un techo de hierro forjado, y en Boulevardier, un speakeasy que podría haber salido de una novela de Fitzgerald: terciopelos, coctelería minuciosa y una carta de puros. Se suma INA, un pop-up con 14 marcas colombianas de lujo que confirma que aquí la élite no solo se hospeda, también colecciona diseño. Y como en todo Four Seasons, el spa es un santuario.

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Un convento del siglo XVII se convirtió en uno de los hoteles más emblemáticos del continente. | Foto: particular

Pero nada prepara al viajero para el tercer punto del mapa del jet set. Porque mientras Bogotá ofrece ritmo y sofisticación urbana, Cartagena guarda un escenario legendario: el Sofitel Legend Santa Clara, un convento del siglo XVII convertido en uno de los hoteles más emblemáticos del continente.

Sus corredores susurran historias del hospital que funcionó tras la expropiación de Mosquera, de los talleres de bellas artes y de las excavaciones que inspiraron a Gabriel García Márquez para escribir Del amor y otros demonios. Hoy, sus habitaciones mezclan madera antigua con tecnología moderna y vista al mar Caribe, patios internos y la piscina más grande del centro histórico.

La experiencia gastronómica se reparte entre El Jardín –una antigua sala de monjas transformada en oasis tropical– y 1621, un restaurante de autor donde la cocina local adquiere matices franceses. Todo sucede bajo la mirada de los Concierge Clefs D’Or y mayordomos.

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La suite inspirada en el artista Fernando Botero fue diseñada con el aval del maestro y curada por su hija, Lina Botero. | Foto: particular

Lo más excepcional del Santa Clara son sus suites icónicas, únicas en el mundo por integrar arte colombiano original en el concepto de hospedaje. La suite Botero, diseñada con el aval del maestro y curada por Lina Botero, conserva piezas originales; la suite Hoyos reinterpreta la luz del Caribe; la suite Amaral abraza la estética marina con terraza y jacuzzi frente al mar, y la suite Grau, distribuida en dos niveles, rinde homenaje al maestro como si el huésped durmiera en un museo íntimo. El Sofitel Spa convierte la relajación en un ritual legendario y la atmósfera del hotel parece conocer los ritmos exactos del día: calma por la mañana, elegancia por la tarde, misticismo en la noche.

Tres hoteles, tres universos, una misma certeza: cada uno convoca a un tipo particular de viajero, pero todos comparten un magnetismo que explica por qué el jet set los elige una y otra vez. En Bogotá y Cartagena, lo que empieza como una estadía termina en un capítulo personal. Y en eso consiste el verdadero lujo, en vivir en lugares que merecen ser recordados

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