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El periodista Robert Jobson dio a conocer las vivencias del matrimonio real desde los ojos del príncipe Carlos. | Foto: Getty

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Carlos tampoco se quería casar con Lady Di: Las nuevas revelaciones sobre su tomentosa relación

El periodista Robert Jobson viajó durante 18 meses con el heredero al trono. De la experiencia escribió un revelador libro en el que cuenta detalles nunca antes sabidos del vínculo entre los esposos.

27 de octubre de 2018

Esta semana, el portal Daily Mail dio a su lectores un pequeño avance sobre una historia que está conmocionando al viejo continente.  

El periodista Robert Jobson, un veterano en el oficio que durante 30 años ha escrito sobre la realeza, pudo acompañar durante 18 meses al príncipe Carlos en viajes alrededor del mundo. No solamente se volvió su sombra durante todo este tiempo, sino que además aprovechó para hablar con personas cercanas a la familia real, como empleados actuales y antiguos.

De lo vivido junto al heredero, escribió un libro que será lanzado al público en noviembre, mes en el que Carlos cumple 70 años. En sus letras revela detalles sobre la relación que tenía con la princesa Diana.

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Dentro de lo que desvela el texto, la revelación acerca del dolor de cabeza por Diana que sufría Carlos es lo que obliga a “levantar las cejas”, según el medio. Se sabía que la princesa quería echarse para atrás del matrimonio, desde que así se lo dijo al biógrafo Andrew Morton. Pero hasta ahora se desconocía que el príncipe también quería hacerlo.

“La lectura del libro es brutal cuando detalla la tristeza de Carlos por no haber enfrentado lo que se convertiría en una tragedia que ya se estaba desplegando”, afirma Daily Mail.

Un compromiso apresurado

En palabras de la princesa, no se vieron más de 12 veces antes de oficializar su promesa de boda. “No le había llevado mucho tiempo, solo unas pocas reuniones con Diana, darse cuenta de que eran totalmente incompatibles”, afirma Jobson. Según el periodista, la tristeza del terrible matrimonio todavía hoy martiriza al príncipe, a quien además de hundirlo en la miseria personal le costó su popularidad con su pueblo.

Las semanas previas a la boda Carlos le contó a sus amigos que cuando trataba de explicar a Diana su rutina diaria, lo que había realizado durante el día, ella “parecía incapaz de comprender lo que estaba diciendo”. Se quedaba mirándolo fijamente y luego, sin alguna razón aparente, de un momento a otro empezaba a llorar.

“Un hombre simpático, Carlos estaba totalmente perdido. ¿Por qué Diana estaba tan molesta? ¿Había dicho algo mal? Luego hubo cambios de humor y mal humor alarmantes e irracionales, que el príncipe encontró imposibles de manejar”, asegura Jobson. “Cuanto más veía de su novia volátil, más sabía Carlos en su corazón que había cometido un terrible error”, añade.

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Años después del matrimonio, que fue visto por 750 millones de personas alrededor del mundo, Carlos le confesó a un amigo que “deseaba desesperadamente salir de la boda en 1981, cuando, durante el compromiso, descubrí lo horrible que eran las perspectivas futuras, al no tener ninguna posibilidad de conocer a Diana de antemano”.  Como cuenta el periodista, en una ocasión el príncipe rompió en llanto contando la historia.

Como relata Jobson, Carlos no culpaba a nadie, ni a su padre ni a su madre, por su incapacidad de haberse hecho a un lado del compromiso con Diana. Pero carga a cuestas el creer que por ello no solamente decepcionó tanto a Lady Di como a sí mismo, sino también a la monarquía.

El afán por comprometerse en parte se debía a que el príncipe tenía ya 32 años, y era necesario que pronto consiguiera esposa. Para el mundo “Diana parecía la candidata perfecta: virginal, aristocrática y maravillosamente fotogénica”, expresa Jobson. “Lo que había comenzado como unas pocas fechas de exploración se estaba convirtiendo rápidamente en un escenario altamente peligroso. Y Carlos se sintió responsable”, añade.

La situación no solamente preocupaba al príncipe sino también a su padre, el duque de Edimburgo, quien le escribió una carta a su hijo diciéndole que todo ello era injusto para Diana. Ser el centro de atención, acudir citas con un hombre que contaba con un gran grupo de hombres que lo protegían mientras, tener las luces de las cámaras encima. Así que le aconsejó que se comprometiera con ella o que la dejara ir.

Alrededor de esa carta se creó una gran mentira, según la cual Carlos culpaba a su padre por haberlo obligado a hacerse parte de un matrimonio nefasto. "Fue mesurado y sensible", respondió la prima del príncipe, lady Pamela Hicks, quien afirmó haber leído la carta del duque. El 3 de febrero de 1981, Diana recibió su anillo de compromiso.

Cuenta el autor del libro que ninguno estaba enamorado para ese momento, pero a pesar de ello estaban enamorados de la idea de llegar a enamorarse. Los medios enloquecieron con el compromiso y magnificaron el romance. Carlos “pronto se dio cuenta de que él y Diana tenían muy poco en común, pero sentían que era imposible retroceder”, indica Jobson.

Haber desistido del compromiso “como pueden imaginar, hubiera sido cataclísmico", afirmó Carlos, adicionando que “por eso estaba permanentemente entre el diablo y el profundo mar azul”.

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Falsedades que Carlos quiere corregir

Sin embargo, la tristeza por su fallido vínculo matrimonial no se compara a la ira y frustración que siente por las mentiras que se inventaron en torno a él y de las cuales señala a Diana como responsable.

“Carlos aceptó hace mucho tiempo que no tiene sentido luchar contra esta representación distorsionada de su personaje, particularmente después de la trágica muerte de Diana”, asegura Jobson. Según señala el heredero, la versión de la historia de Diana “se ha vuelto tan arraigada en la psique popular que se ha convertido en un ‘hecho histórico’”.

Como cuenta el diario, el príncipe le comentó a su círculo que algunas historias fueron “mentiras increíbles y perniciosas ayudadas e instigadas por alguien más cercano a mí que vivió de la mano con la prensa".

Una de ellas, y la que cataloga como la mentira más hiriente y que más ha hecho eco es aquella en la que los medios hablaron sobre una cita secreta que él tuvo con una chica rubia en el Tren Real. Supuestamente, un encuentro ilícito entre Diana (todavía soltera en ese entonces) y el príncipe.  

La narración enojó a Lady Di, pues no había posibilidad de que ella hubiera sido la mujer con la que Carlos se vio esa vez “ya que (ella) había estado a millas de distancia, metida en la cama”. Fue el momento en el que el Duque de Edimburgo le escribió la carta a su hijo para que definiera su situación con la joven.

En palabras de Jobson, “nunca había habido una cita de ningún tipo en ese tren” y “la historia es una fabricación ‘extraordinaria’ que ha perseguido al Príncipe desde que circuló por primera vez”. Esa falsa anécdota lo convenció de que debía comprometerse con Diana, para proteger su honor. Carlos después narró a sus amigos que el diario que publicó ese cuento en su momento “había confundido a la secretaria de una secretaria privada con Diana”.

Pero la prensa siguió aferrada a esa historia. Posteriormente, señalaron que quien estuvo esa noche en el tren había sido la duquesa de Cornualles, Camilla Parker, a quien muchos tildan como la amante del príncipe y quien en la actualidad es su esposa.

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Para Carlos, otra de las peores mentiras es que recalquen que Camilla se escabulló la noche anterior a la boda real en el Palacio de Buckingham, para despedirse. La historia creada entre él y la duquesa de Cornualles hizo que muchos consideraran que Carlos no era apto para ser rey.

También las historias que cadenas noticiosas inventaron sobre los ataques de fans de Diana contra Camilla en los que le arrojaban panes, o que él fuera tan consentido que le exprimían la crema dental para que cepillara sus dientes.

“En una cena real, una noche, me senté junto a Michael Fawcett, el antiguo criado del Príncipe, el ayudante más confiable y el supuesto exprimidor del dentífrico real. La historia, dijo, todavía le molesta. ‘Simplemente no es cierto’, me dijo. Yo le creí”, cuenta Jobson.

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Otras curiosidades

En el libro el lector podrá encontrar todo tipo de anécdotas que le mostrarán el sentido del humor del príncipe Carlos, la relación un tanto fría que actualmente lleva con sus hijos Harry y William, el deseo de amor paternal con el que el heredero todavía debe lidiar a falta de atención de sus padres en su infancia y hasta los ejercicios para pilotos de la fuerza aérea que cada mañana muy juicioso realiza el soberano.