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Donald Trump regresa a la Casa Blanca: experta explica en SEMANA lo que viene en la política migratoria de Estados Unidos
Luisa María Lozano, directora del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, analiza los impactos del nuevo gobierno. “Expulsar a 20 millones de personas podría tener un impacto profundo en el país”.

Donald Trump asumirá por segunda vez la Presidencia de Estados Unidos, uno de los cargos con mayor impacto en la política global. Al igual que en su primera candidatura, la migración fue tema central de su campaña y una de sus grandes apuestas para 2025.
Durante su primera administración, con medidas controversiales, Trump se centró en reforzar la frontera, construir el muro con México e implementar medidas para restringir las solicitudes de asilo.
Para este nuevo gobierno, el líder norteamericano ha prometido implementar nuevas acciones, que incluyen principalmente deportaciones masivas y acciones más restrictivas para los solicitantes de asilo. Dichas promesas han generado incertidumbre no solo en la población inmigrante dentro de Estados Unidos, sino también en los países emisores de migrantes, particularmente en Centro y Suramérica. No obstante, aunque su retórica es clara, la forma en que implementará estas acciones presenta muchos desafíos, no solo a nivel interno, también internacionalmente.

Se espera que durante sus primeros días en la Casa Blanca, Trump tome decisiones con gran impacto en la opinión pública. Como ya se ha anunciado, comenzará operativos de deportación en varias ciudades de Estados Unidos, incluidas las denominadas “ciudades santuario”, como Chicago, San Francisco y Nueva York, las cuales limitan la cooperación con las autoridades federales en la aplicación de leyes migratorias, protegiendo a los inmigrantes indocumentados de la deportación.
En estas ciudades, se espera que logre arrestar y deportar a cientos de indocumentados, pero para cumplir con las metas prometidas durante su campaña (deportar entre 15 y 20 millones de personas), necesitará importantes recursos financieros y logísticos que no serán fáciles de obtener.

La infraestructura actual, que incluye centros de detención, personal de campo y procesamiento, así como los mecanismos legales necesarios para llevar a cabo una operación de tal magnitud, ya se encuentra sobrecargada. Además, puede resultar complicado obtener fondos adicionales del Congreso, especialmente considerando que en dos años podría perder las mayorías legislativas. No obstante, el líder republicano ya ha advertido que podrá gestionar recursos adicionales si decreta un estado de emergencia para obtener colaboración de personal militar y acceder a recursos adicionales, incluso del Pentágono, para atender sus intereses en materia migratoria.
Pero las limitaciones no solo podrían estar al interior del país, parte de la estrategia de Trump tiene un componente internacional crítico, ya que implica retomar o reforzar políticas que incluyen a terceros países, particularmente a México.
La reactivación de la política de “Quédate en México” generaría un flujo significativo de personas hacia México en los próximos meses, ya que dicha política obliga a los solicitantes de asilo en Estados Unidos a esperar en territorio mexicano, independientemente de su nacionalidad. Para implementar esta medida, Trump deberá entablar cuanto antes conversaciones con la presidenta, Claudia Sheinbaum. La colaboración de México será clave para lograr estos objetivos, especialmente considerando su importancia estratégica para Estados Unidos en otros temas, además de los migratorios.

Otros países de América Latina, principalmente los que sirven de ruta para los migrantes que se dirigen a Estados Unidos, enfrentarán también las presiones externas para bloquear el tránsito de personas y aceptar a un gran número de deportados en poco tiempo.
Trump buscará establecer nuevos acuerdos y es probable que se reaviven políticas como la de “tercer país seguro”, que obligaría a los migrantes a solicitar asilo en países de tránsito como Guatemala, Honduras y El Salvador. No será tarea fácil, ya que estos acuerdos enfrentaron grandes desafíos legales y logísticos durante su primera administración.
Además, varias economías latinoamericanas no están preparadas para asumir estas crecientes demandas, lo que podría agravar la crisis humanitaria, como la que se vive en el Darién. Las relaciones de Estados Unidos con algunos países de la región son tensas, lo que podría dificultar las negociaciones y los resultados. Sin embargo, si Trump busca resultados rápidos y duraderos, necesitará contar con el respaldo de los países de América Latina con más injerencia en temas migratorios.
Por último, aunque este agresivo enfoque migratorio y las ya enunciadas acciones sean populares y bien recibidas por su electorado, será crucial que Trump considere las consecuencias económicas de sus decisiones.
Expulsar a 20 millones de personas podría tener un impacto profundo en el país. La economía estadounidense ya enfrenta una escasez de mano de obra, especialmente en sectores clave como la agricultura y la construcción, que dependen en gran medida de los inmigrantes. Limitar significativamente la inmigración podría agravar esta escasez, debilitando la economía y afectando el crecimiento a largo plazo.
El presidente Trump deberá ser estratégico al equilibrar sus objetivos de seguridad fronteriza con sus intereses en política exterior y las necesidades internas de la economía, ya que las implicaciones podrían tener efectos negativos para su gobierno. En definitiva, su capacidad para manejar estos retos definirá el éxito de su segundo mandato.
*Texto escrito por Luisa María Lozano, directora del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.